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LAS COMPETENCIAS Y EL PODER INDIVIDUAL


Enviado por   •  11 de Agosto de 2021  •  Ensayo  •  3.956 Palabras (16 Páginas)  •  144 Visitas

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MAESTRÍA:

 MAESTRÍA EN ADMINISTRACIÓN Y FINANZAS

MATERIA:

DESARROLLO DEL FACTOR HUMANO EN LAS ORGANIZACIONES

NOMBRE DEL PROYECTO:

ENSAYO 2: LAS COMPETENCIAS Y EL PODER INDIVIDUAL

NOMBRE DEL DOCENTE:

JOSÉ LUIS ALBERTO HERNÁNDEZ ARMENDÁRIZ

NOMBRE DEL ALUMNO:

MYRNA N. COLIN FUENTES

Ecatepec, Estado de México a 25 de junio de 2021

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INDICE

INDICE

INTRODUCCIÓN        3

1.        DIMENSIONES CUALITATIVAS Y CUANTITATIVAS        4

2.        SOBRE LA NOCIÓN CUANTITATIVA DE LA INTELIGENCIA HUMANA        4

3.        SOBRE EL CONCEPTO Y LAS VARIABLES        5

4.        FACTORES BIOLOGICOS Y NO BIOLOGICOS        7

5.        LA IDENTIDAD PERSONAL COMO COSNTRUCTO DE APRENDIZAJE        8

6.        CONCLUSIÓN        11

[pic 6]INTRODUCCIÓN

El sentido de eficacia, eficiencia y efectividad es inmanente al de modernidad desde tiempos de la revolución industrial, como lo es también el significado de éxito, influencia y rentabilidad que subyace en la corriente dominante de los procesos globalizadores actuales, a la par, o incluso al margen, de la modernización misma. En este contexto, las pruebas de inteligencia, desde los albores del siglo XX, y las de competencia, durante las últimas tres décadas, han servido y continúan sirviendo sustancialmente a los criterios de eficacia, eficiencia y efectividad, así como de éxito, influencia y rentabilidad, en distintas esferas de las relaciones y las actividades humanas, particularmente en lo relativo a educación, empleo y organización social. En 1905, el psicólogo francés Alfred Binet quien fuera miembro de una comisión del gobierno de Francia para la creación de mecanismos que permitieran predecir el desempeño académico de los estudiantes, con base en sus aptitudes intelectuales estableció las bases para la construcción de pruebas psicológicas de medición de “inteligencia”. Pruebas que, años después, tuvieron gran aceptación en los Estados Unidos; en un principio, como instrumentos para mejorar la enseñanza-aprendizaje en las escuelas, según la “capacidad mental” de los niños (“normales”, “subnormales” y “dotados”), y, posteriormente, como un indicador de la “capacidad intelectual hereditaria”, asociada al desarrollo económico y social de las personas y las organizaciones en el movimiento hacia una sociedad meritocrática (Siegler, 1992). El uso de tests para la medición de la inteligencia encontró un sentido eminentemente utilitario (fácil, rápido, práctico, económico) mediante la sobresimplificación del concepto inteligencia a un dato cuantitativo en una escala relativa (sin referencia al cero), al margen de los innumerables factores, de orden biológico y no biológico, que influyen en el desarrollo, la diversidad y las formas de manifestación de la inteligencia humana. En este marco, incluso se ignoraron la postura y las aportaciones del propio Binet sobre la naturaleza de la inteligencia, en relación con aspectos de orden cualitativo, que de sí son mucho más amplios, profundos y complejos que los de carácter meramente cuantitativo.

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  1. DIMENSIONES CUALITATIVAS Y CUANTITATIVAS

 En su condición de entidades hipotéticas de las cualidades humanas, los constructos inteligencia competencia e identidad son difíciles de definir; sin embargo, los tres tienen una propiedad en común: ineludiblemente se manifiestan a través del fenotipo, o sea, de la expresión funcional de la interacción del genotipo2 (invariable) de un individuo con el medio ambiente (variable) donde este se desenvuelve e interactúa. De tal modo, mientras los genes vinculados con la inteligencia, la competencia y la identidad individual prácticamente son los mismos durante todo el lapso de vida, el fenotipo con que se expresan estos constructos cambia constantemente bajo las interacciones de factores biológicos y no biológicos.

  1. SOBRE LA NOCIÓN CUANTITATIVA DE LA INTELIGENCIA HUMANA

Pese a la gran variabilidad en y entre individuos de factores que intervienen en el desarrollo y la manifestación de la inteligencia o los distintos tipos de esta, y a la falta de una teoría ampliamente aceptada de lo que la inteligencia es en lo que respecta a su naturaleza, desarrollo y funcionamiento, aún en nuestros días persiste el afán por medirla en consideración a las propiedades y principios del paradigma científico dominante, esencialmente analítico, reduccionista, empiricista, asociacionista, reactivista (causa y efecto), nomológico y monista (Guba y Lincoln, 1983, p. 312). Como se mencionó en la introducción de este artículo, en 1905 Alfred Binet diseñó la primera escala para la realización de pruebas psicométricas, con el propósito de predecir el rendimiento escolar de alumnos de educación básica en Francia. Aunque en 1908 y 1911 Alfred Binet y Théodore Simon revisaron la escala y desarrollaron nuevas versiones, es interesante notar que fue el psicólogo alemán William Stern, quien propuso una metodología de puntuación para calificar las pruebas de inteligencia en niños, desarrolladas por Binet y Simon años antes. El método consiste en el cálculo de un cociente, conocido como cociente intelectual que fue publicado en 1912 en un libro del mismo Stern, titulado Los métodos psicológicos de las pruebas de inteligencia. Sobre la base de estos antecedentes, Lewis Terman publicó en 1916 una versión mejorada de la escala de Binet y Simon, llamada Standford-Binet, que utiliza el CI concebido por Stern como constructo cuantificable. De entonces a la fecha, gracias a múltiples modificaciones y ajustes, el CI se ha mantenido como el indicador de la capacidad mental más conocido y aplicado en el mundo. Dicho indicador puede definirse como el puntaje que resulta de la realización de un test estandarizado para medir las habilidades cognitivas de una persona, su inteligencia, en relación con su grupo de edad. Se expresa de forma normalizada para que el CI promedio en un grupo de edad sea 100. Actualmente, en la escala Standford-Binet, se encuentra que la desviación estándar de los resultados es de 15, de modo que el 68% de la población de un grupo de edad posee un CI entre 85 y 115, en el 16% es menor a 85, y en el otro 16%, mayor a 115.

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