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Misterio Mas Alla


Enviado por   •  2 de Julio de 2015  •  2.181 Palabras (9 Páginas)  •  301 Visitas

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El Misterio Del Mas Alla

por kiyota19 | buenastareas.com

1. Existencia del más allá.

En primer lugar, por su trascendencia soberana. Ante él, todos los demás problemas que se pueden plantear a un hombre sobre la tierra, no pasan de la categoría de pequeños problemas sin importancia.

Precisamente porque el mundo de hoy no se preocupa de sus destinos eternos, porque no se habla sino del petróleo árabe, de la hegemonía económica mundial de ésta o de la otra nación, o de cualquier otro problema terreno materialista, en el horizonte cercano aparecen negros nubarrones que, si Dios no lo remedia, acabarán en un desastre apocalíptico bajo el siniestro resplandor y el estruendo horrísono de las bombas atómicas.

Desde la más remota antigüedad se han enfrentado y luchado en el mundo dos fuerzas antagónicas, dos concepciones de la vida completamente distinta e irreducible:

La concepción materialista, irreligiosa y atea, que no se preocupa sino de esta vida terrena.

La concepción espiritualista, que piensa en le mas allá.

La concepción materialista es una limitante característica de los seres humanos egoístas y ciegos que desperdician su tránsito en la tierra, mal gastan sus acciones y cualidades enfocándose solamente en vivir por las cosas de este mundo por ejemplo, el dinero las riquezas, el pecado, pensando solamente en ellos y en sus bienes materiales.

La espiritualista es una concepción más pura, considera la existencia de un más allá y se enfoca en las acciones de este mundo material alcanzando el bien del más allá,una actitud característica de los que tienen fe.

Yo comprendo perfectamente la risa y la carcajada volteriana del incrédulo irreflexivo que se hunde totalmente en el cieno, que no vive más que para sus placeres, sus riquezas y sus comodidades temporales.

El principio de nuestra vida espiritual es el alma, por naturaleza propia es simple, indestructible, in descomponible y por lo tanto es inmortal.

Nuestra alma es intrínseca y extrínsecamente inmortal según el argumente ontológico.

Dios ha puesto en nuestros corazones el deseo incoercible de la inmortalidad, porque efectivamente somos inmortales.

Es claro nuestra naturaleza humana, el principio de nuestra existencia nuestra alma nos conlleva a confirmar la existencia de un más allá.

2. El transito al más allá.

Esta tarde vamos a dar un paso más. Y vamos a hablar del momento de transición, del salto al más allá, de la hora decisiva de la muerte. Sé muy bien que este tema resulta muy antipático a la inmensa mayoría de la gente. “¡Por Dios!, padre: háblenos usted de lo que quiera menos de la muerte. La muerte es una cosa muy triste y desagradable. Háblenos de cualquier otra cosa, pero deje ese asunto tan trágico.”

Pues así como hay dos concepciones de la vida, también hay dos concepciones de la muerte. La concepción pagana, la concepción materialista, que ve en ella el término de la vida, la destrucción de la existencia humana, la que, por boca de un gran orador pagano, Cicerón, ha podido decir: “Lamuerte es la cosa más terrible entre las cosas terribles” (omnium terribilium, terribilissima mors); y la concepción cristiana, que considera a la muerte como un simple tránsito a la inmortalidad.

Aquí son señaladas también las características de la muerte que son tres principalmente:

* La certeza de la muerte es tan absoluta que no se puede negar que todos moriremos.

* Insegura en sus circunstancias, la muerte es incierta e insegura su hora y en sus circunstancias.

Son clasificadas en 4 fundamentales:

Muerte natural, que ocurre por el desgaste natural de nuestro cuerpo.

Muerte prematura, ocurre a plena flor de la juventud en la primavera de la vida.

Muerte violenta, ocurre por causas externas ajenas a nosotros.

Muerte repentina, es a consecuencia de algún agente interno propio de nuestro cuerpo.

Debemos de estar preparados para enfrentar la muerte.

Al morir existen dos tipos esenciales de preparación:

La preparación remota que es la de aquel que siempre vive en gracia de Dios, la de la que tiene sus cuentas claras.

La preparación próxima es la de aquel que tiene la dicha de recibir en los últimos momentos de su vida los sacramentos de la iglesia.

3. El juicio de Dios.

Hablábamos ayer del problema formidable de la muerte, y decíamos que, si considerada con ojos paganos, es la cosa más terrible entre todas las cosas terribles, a la luz de la fe católica, contemplada con ojos cristianos, es simpática y deseable, diga el mundo lo quequiera.

Está revelado por dios, consta en las fuentes mismas de la revelación. El apóstol san Pablo dice que > esto se cumplirá inexorablemente.

En este capítulo vemos pues que después del tránsito de la muerte al más allá nos encontramos en le momento de rendir cuentas, y hay dos formas en que vamos a rendir cuentas:

El juicio particular: el juicio particular o individual será el que tenemos que cumplir los rendir cuenta de nuestros propios actos, pero además somos parte de una sociedad por lo que debemos responder por actos que llevamos a cabo.

Un juicio personal que nos afecta única y exclusivamente como individuos, y este se produce al instante después de nuestra muerte; todos los hombres del mundo serán juzgados sin excepción.

El juicio final o universal: para recibir ante la faz del mundo el premio o castigo merecido. Será mucho más solemne, mucho más aparatoso; pero desde luego, tiene muchísima menos importancia que el puramente privado y particular. Porque en el particular es donde se van a decidir nuestros destinos eternos. El juicio universal no hará más que confirmar la sentencia que nos haya dado a cada uno de nuestro propio juicio particular.

Señores: Nosotros no podremos ofrecerle al Señor, a la hora de la muerte, una vida inmaculada, enteramente consagrada a su divino servicio, como se la ofreció Santo Tomás de Aquino, pero pidámosle la gracia de poderle decir con profundo arrepentimiento: “Señor: El mundo, el demonio y la carne, con suzarpazo mortífero, me apartaron muchas veces de Ti ¡Ah, si ahora pudiera desandar toda mi vida y rectificar todos los malos pasos que di, qué de corazón lo haría, Señor! Pero siéndome esto del todo imposible, mírame con el corazón destrozado de arrepentimiento. Ten piedad de mí”.

4. Resurrección de la carne y juicio universal.

Os hablaba ayer del juicio particular. De ese juicio que todos y cada uno de nosotros habremos de sufrir en el

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