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CASOS CLÍNICOS PSICOPATLOGIA DE ADULTOS PSICOTICA


Enviado por   •  17 de Marzo de 2016  •  Práctica o problema  •  1.181 Palabras (5 Páginas)  •  374 Visitas

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CASOS CLÍNICOS

PSICOPATLOGIA DE ADULTOS PSICOTICA

Nombre:_______________________________________________________Turno:_____________

1.-Un enfermero de 31 años fue hospitalizado pos su tercer episodio de psicosis. Se quejaba de haber tenido en su crisis reciente dificultad para concentrar sus pensamientos, tener ideas intrusivas de naturaleza extraña (Hay un telépata en el cuerpo de mi viejecita) y alucinaciones auditivas de los así llamados telépatas que controlaban sus movimientos corporales. Estos síntomas habían deteriorado su funcionamiento hasta el punto en que perdió el trabajo. El examen del estado mental reveló habla presionada, asociaciones imprecisas y uso ocasional de palabras idiosincráticas. Mostró varios tics y crispamientos espasmódicos que el paciente atribuyó a la influencia de los telépatas. Los síntomas fueron desapareciendo gradualmente después de varias semanas de tratamiento con antipsicóticos, a cuyo término pudo regresar a vivir con su amiga y a la vida laboral. No hubo síntomas psicóticos residuales.

En su infancia el individuo siempre había forjado amistades y parecía bien adaptado, a pesar de las frecuentes mudanzas familiares. Su padre era un vendedor interesado en lo oculto. Una hermana y un pequeño hermano habían sufrido trastornos psicóticos de tipo desconocido. El primer episodio de psicosis del paciente ocurrió a la edad de 25 años, después de una desilusión amorosa. Un segundo episodio ocurrió tres años después durante un periodo de desempleo y de tensión económica. En cada caso el trastorno desapareció completamente en unos cuantos meses.

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2.-Un varón de raza negra, divorciado, de 44 años de edad, llegó al hospital con antecedentes de 20 años de viajes a través del país, hospitalizaciones psiquiátricas casi anuales y abuso de alcohol. El diagnóstico ordinario había sido esquizofrenia paranoide. Dos meses antes de su última solicitud para que lo atendieran había empezado un tratamiento con litio por primera vez, pero lo suspendió porque orinaba en exceso y tenía disuria. Dejó también de tomar la clorpromacina que se le había prescrito. Se quejaba de insomnio y pérdida de peso, y levantó la voz y se volvió beligerante cuando se puso en duda la necesidad de hospitalizarlo.

La exploración del estado mental reveló un varón reservado y un tanto sarcástico, que hablaba con tonos cada vez más elevados y con un grado considerable de presión y acumulación de detalles. Su conducta en la sala era entrometida y ruidosa, y dormía poco. Su estado de ánimo era irritable, y a menudo se le hallaba paseando, hablando o efectuando alguna otra actividad. Cuando se le preguntó sobre la existencia de alucinaciones auditivas, se volvió defensivo en extremo e insistió en que  no escuchaba voces. Dijo, sin embargo, que a veces obtenía información por el “conducto equivocado” pero la ignoraba. Se había metido “en problemas” antes cuando prestaba atención a lo que escuchaba.

El tratamiento comenzó con litio. Fue necesario añadir temporalmente dosis pequeñas de haloperidol, porque su forma de comportarse presionante e irritable le originaba conflictos con otros pacientes. Después de una semana su conducta se había corregido mucho, pero se puso de manifiesto que tenía alucinaciones. Pasaba la mayor parte del día en la sala en conversación animada con individuos inexistentes. En esos momentos, las concentraciones serícas de litio estaban dentro de los límites terapéuticos. La adición de haloperidol en dosis estándar eliminaba las alucinaciones, pero la supresión de litio ocasionó la aparición reaparición de la conducta maniaca.

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3.-Un varón de 65 años de edad, antiguo boxeador profesional, había ido a los hospitales locales durante dos años con la queja de que su nariz se estaba encogiendo. Él temía que si este proceso llegara demasiado lejos, no podría respirar y consecuentemente moriría. Aunque en ocasiones se deprimía por esto, la depresión era transitoria, mientas que sus preocupaciones desesperadas acerca de su nariz continuaban sin cesar. Habían fracasado múltiples intentos de otorrinolaringólogos por tranquilizarlo y convencerlo de que no tenía nada mal, así como los intentos por tratarlo con neurolépticos y antidepresivos dentro de unidades psiquiátricas. De manera subsecuente había rechazado desde entonces cualquier remisión psiquiátrica. En ningún momento había sufrido manifestaciones de alucinaciones, otros delirios o pensamiento desorganizado. Su conducta y nivel de autocuidado eran totalmente apropiados. En múltiples exámenes de su estado mental, estudios neurológicos y revisiones de laboratorio, no se encontraron pruebas de un trastorno mental orgánico.

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