ALGUNAS CONCLUSIONES TEORICAS SOBRE LA VIDA EMOCIONAL DEL BEBE (Melanie Klein)
Enviado por Cyn_carp • 29 de Julio de 2014 • 4.127 Palabras (17 Páginas) • 2.527 Visitas
ALGUNAS CONCLUSIONES TEORICAS SOBRE LA VIDA EMOCIONAL DEL BEBE (Melanie Klein)
En el texto M. Klein trató de dilucidar algunos aspectos de la vida emocional del bebé durante su primer año, seleccionando los ligados a las ansiedades, defensas y relaciones de objeto.
LOS PRIMEROS TRES O CUATRO MESES DE VIDA (LA POSICIÓN ESQUIZO-PARANOIDE)
Al principio de la vida, el bebé experimenta ansiedad proveniente de fuentes internas y externas. La acción interna del instinto de muerte produce el temor al aniquilamiento, y esto es la causa primaria de la ansiedad persecutoria.
La primera causa externa de ansiedad puede hallarse en la experiencia del nacimiento. Esta experiencia que, según Freud, proporciona el patrón de todas las situaciones de ansiedad ulteriores, marca las primeras relaciones del bebé con el mundo exterior. La ansiedad persecutoria entra desde un principio en la relación del bebé con los objetos, está expuesto a privaciones.
Las primeras experiencias del lactante con el alimento y la presencia de la madre inician una relación de objeto con ella es una relación con un objeto parcial, porque las pulsiones oral-libidinales y oral-destructivas están dirigidas hacia el pecho de la madre. Existe una interacción entre las pulsiones libidinales y agresivas, que corresponde a la fusión de los instintos de vida y de muerte. En períodos libres de hambre y tensión, existe un equilibrio entre las pulsiones libidinales y agresivas. Este equilibrio se altera cada vez que, debido a privaciones de origen interno o externo, las pulsiones agresivas son reforzadas. Cualquier aumento de la voracidad fortalece los sentimientos de frustración y éstos, fortalecen las pulsiones agresivas.
En la medida en que gratifica, el pecho es amado y sentido como "bueno"; y en la medida en que es fuente de frustración, es odiado y sentido como "malo". Esto se debe a la falta de integración del yo, y a los procesos de escisión (división) dentro del yo y en relación con el objeto. Durante los tres o cuatro primeros meses de vida, el objeto bueno y el objeto malo no son distintos en la mente del lactante. El pecho de la madre parece estar unido a él y su relación con ella se construye a partir de este primer estadío.
El lactante proyecta sus pulsiones de amor y las atribuye al pecho gratificador (bueno), y las destructivas al exterior y las atribuye al pecho frustrador (malo). Simultáneamente, por introyección, el pecho bueno y malo se instalan en el interior. El pecho bueno, es el prototipo de todos los objetos protectores y gratificadores; y el pecho malo, el de todos los objetos perseguidores externos e internos.
El pecho odiado adquirió las cualidades oral-destructivas. En sus fantasías destructivas muerde y desgarra el pecho, lo devora, lo aniquila, y siente que el pecho lo atacará en la misma forma. El bebe siente que el pecho malo lo devorará con la misma voracidad con que él desea devorarlo (ansiedad persecutoria).
Sin embargo, la ansiedad persecutoria es contrarrestada por la relación del lactante con el pecho bueno mediante la sonrisa de la madre, su voz, etc.
El pecho bueno tiende a transformarse en el pecho ''ideal" porque saciaría el deseo de gratificación ilimitada y lo protege contra los objetos perseguidores. Hay un control omnipotente del objeto interno y externo, porque el yo asume la posesión total de ambos pechos.
En la alucinación, el pecho perseguidor es mantenido bien separado del pecho ideal. Este clivaje que lleva hasta la escisión del objeto y de los sentimientos hacia él, está ligado al proceso de negación. La negación lleva hasta el aniquilamiento de cualquier objeto.
Todo lo que estimula el temor a la persecución refuerza los mecanismos esquizoides, es decir, la tendencia del yo a escindirse a sí mismo y al objeto, mientras que toda experiencia positiva fortalece la confianza en el objeto bueno y contribuye a la integración del yo y a la síntesis del objeto.
El yo se desarrolla mediante la introyección de objetos. El pecho bueno, introyectado en situaciones de gratificación y felicidad, es parte vital del yo y fortalece su capacidad de integración. Es el representante interior del instinto de vida.
Cuando el instinto de vida predomina sobre el de muerte, el pecho bueno puede instalarse en forma más firme en la mente del lactante.
Características de este estadío:
• Predomina la posición esquizoparanoide.
• La interacción entre los procesos de introyección y proyección determina el desarrollo del yo.
• La relación con el pecho amado y odiado (bueno y malo) constituye la primera relación de objeto del lactante.
• Apogeo de las pulsiones destructivas y la ansiedad persecutoria
• El deseo de ilimitada gratificación tanto como la ansiedad persecutoria, contribuyen a que el lactante sienta que existen a la vez un pecho ideal y un pecho peligroso devorador, que se hallan separados uno de otro en su mente.
• Estos dos aspectos del pecho materno son introyectados y constituyen el núcleo del superyó.
• Predomina: La escisión, la omnipotencia, la idealización, la negación y el control de los objetos. Estas defensas son esenciales para el total desarrollo del yo, porque alivian una y otra vez las ansiedades del bebé.
Esta seguridad relativa y temporaria se logra principalmente manteniendo el objeto perseguidor separado del objeto bueno. El objeto bueno ofrece protección contra el objeto perseguidor porque el lactante siente que lo ha reemplazado. La relación del bebé con el pecho, se transforma gradualmente en una relación con la madre como persona.
LA POSICIÓN DEPRESIVA INFANTIL
Durante el segundo trimestre del primer año, su relación con el mundo externo (personas y objetos) se diferencia más. Aumenta su capacidad de expresar sus emociones y de comunicarse con la gente. Estos cambios evidencian el desarrollo gradual del yo. Progresa la organización sexual del bebé y los impulsos y deseos orales predominan aún.
La relación con la madre como persona se establece más firmemente y la identificación con ella se fortalece cuando el bebé llega a percibir o introyectar a su madre como persona (como "objeto total").
La ambivalencia es vivenciada hacia un objeto total. Aunque el poder de las pulsiones destructivas disminuye, estas pulsiones son sentidas como un gran peligro para el objeto amado, percibido ahora como persona. La ansiedad de perder el objeto amado tiende aumenta la voracidad.
El yo por lo tanto inhibe más y más los deseos instintivos y esto puede conducir a serias dificultades del bebé para gustar o aceptar el alimento, y más tarde
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