Agresividad Infantil
Enviado por indiramorillo • 25 de Febrero de 2013 • 2.838 Palabras (12 Páginas) • 445 Visitas
AGRESIVIDAD INFANTIL
APRENDER A AUTOCONTROLARSE
El problema de la agresividad infantil es uno de los trastornos que más invalidan
a padres y maestros junto con la desobediencia. A menudo nos enfrentamos a niños
agresivos, manipuladores o rebeldes pero no sabemos muy bien como debemos actuar
con ellos o cómo podemos incidir en su conducta para llegar a cambiarla. En este artículo
intentaremos definir los síntomas para una correcta evaluación de este trastorno
caracterial y establecer diferentes modos de tratamiento.
Un buen pronóstico a tiempo mejora siempre una conducta anómala que habitualmente
suele predecir otras patologías psicológicas en la edad adulta. Un comportamiento
excesivamente agresivo en la infancia si no se trata derivará probablemente
en fracaso escolar y en conducta antisocial en la adolescencia y edad adulto porque
principalmente son niños con dificultades para socializarse y adaptarse a su propio
ambiente.
El comportamiento agresivo complica las relaciones sociales que va estableciendo
a lo largo de su desarrollo y dificulta por tanto su correcta integración en cualquier
ambiente. El trabajo por tanto a seguir es la socialización de la conducta agresiva, es
decir, corregir el comportamiento agresivo para que derive hacia un estilo de comportamiento
asertivo.
Ciertas manifestaciones de agresividad son admisibles en una etapa de la vida
por ejemplo es normal que un bebé se comporte llorando o pataleando; sin embargo,
estas conductas no se consideran adecuadas en etapas evolutivas posteriores.
¿QUÉ ENTENDEMOS POR "AGRESIVIDAD INFANTIL"?
Hablamos de agresividad cuando provocamos daño a una persona u objeto. La
conducta agresiva es intencionada y el daño puede ser físico o psíquico. En el caso de
los niños la agresividad se presenta generalmente en forma directa ya sea en forma
de acto violento físico (patadas, empujones,...) como verbal (insultos, palabrotas,...).
Pero también podemos encontrar agresividad indirecta o desplazada, según la cual el
niño agrede contra los objetos de la persona que ha sido el origen del conflicto, o
agresividad contenida según la cual el niño gesticula, grita o produce expresiones faciales
de frustración.
2.
Independientemente del tipo de conducta agresiva que manifieste un niño el denominador
común es un estímulo que resulta nocivo o aversivo frente al cual la víctima
se quejará, escapará, evitará o bien se defenderá.
Los arrebatos de agresividad son un rasgo normal en la infancia pero algunos niños
persisten en su conducta agresiva y en su incapacidad para dominar su mal genio.
Este tipo de niños hace que sus padres y maestros sufran siendo frecuentemente niños
frustrados que viven el rechazo de sus compañeros no pudiendo evitar su conducta.
TEORÍAS EXPLICATIVAS DEL COMPORTAMIENTO AGRESIVO
Las teorías del comportamiento agresivo se engloban en: Activas y Reactivas.
1. Las Activas: son aquellas que ponen el origen de la agresión en los impulsos internos,
lo cual vendría a significar que la agresividad es innata, que se nace o no
con ella. Defensores de esta teoría: Psicoanalíticos y Etológicos.
2. Las Reactivas: ponen el origen de la agresión en el medio ambiente que rodea al
individuo. Dentro de éstas podemos hablar de las teorías del impulso que dicen
que la frustración facilita la agresión, pero no es una condición necesaria para
ella, y la teoría del aprendizaje social que afirma que las conductas agresivas
pueden aprenderse por imitación u observación de la conducta de modelos agresivos.
TEORÍA DEL APRENDIZAJE SOCIAL
Para poder actuar sobre la agresividad necesitamos un modelo o teoría que seguir y
éste, en nuestro caso, será la teoría del aprendizaje social. Habitualmente cuando un
niño emite una conducta agresiva es porque reacciona ante un conflicto. Dicho conflicto
puede resultar de:
1. Problemas de relación social con otros niños o con los mayores, respecto de satisfacer
los deseos del propio niño.
2. Problemas con los adultos surgidos por no querer cumplir las órdenes que éstos
le imponen.
3. Problemas con adultos cuando éstos les castigan por haberse comportado inadecuadamente,
o con otro niño cuando éste le agrede.
Sea cual sea el conflicto, provoca en el niño cierto sentimiento de frustración u
emoción negativa que le hará reaccionar. La forma que tiene de reaccionar dependerá
de su experiencia previa particular. El niño puede aprender a comportarse de forma
agresiva porque lo imita de los padres, otros adultos o compañeros. Es lo que se llama
Modelamiento. Cuando los padres castigan mediante violencia física o verbal se convierten
para el niño en modelos de conductas agresivas. Cuando el niño vive rodeado de
3.
modelos agresivos, va adquiriendo un repertorio conductual caracterizado por una
cierta tendencia a responder agresivamente a las situaciones conflictivas que puedan
surgir con aquellos que le rodean. El proceso de modelamiento a que está sometido el
niño durante su etapa de aprendizaje no sólo le informa de modos de conductas agresivos
sino que también le informa de las consecuencias que dichas conductas agresivas
tienen para los modelos. Si dichas consecuencias son agradables porque se consigue lo
que se quiere tienen una mayor probabilidad de que se vuelvan a repetir en un futuro.
Por ejemplo, imaginemos que tenemos dos hijos, Luis y Miguel, de 6 y 4 años respectivamente.
Luis está jugando con una pelota tranquilamente hasta que irrumpe Miguel y
empiezan a pelear o discutir por la pelota. Miguel grita y patalea porque quiere jugar
con esa pelota que tiene Luis. Nosotros nos acercamos y lamentándonos del pobre Miguel,
increpamos a Luis para que le deje la pelota a Miguel. Con ello hemos conseguido
que Miguel aprenda a gritar y patalear cuando quiera conseguir algo de su hermano. Es
decir, hemos reforzado positivamente la conducta agresiva de Miguel, lo cual garantiza
que se repita la conducta en un futuro.
De acuerdo con este modelamiento la mayoría de los adultos estamos enseñando
a los niños que la mejor forma de resolver una situación conflictiva es gritándoles,
porque nosotros les gritamos para decir que no griten. ¡Menuda contradicción! Y si nos
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