Amargarse La Vida
Enviado por dalila2014 • 24 de Julio de 2014 • 804 Palabras (4 Páginas) • 183 Visitas
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feliz, ¿y de qué te servirá esto?"»
La literatura universal ya debería habernos inspirado desconfianza. Desgracias,
tragedias, catástrofes, crímenes, pecados, delirios, peligros, éstos son los temas de
las grandes creaciones. El Infierno de Dante es incomparablemente más genial que
su Paraíso; lo mismo puede decirse del Paraíso perdido de Milton, a su lado, el Paraíso
reconquistado es francamente soso; la caída de Jedermann (Hofmannsthal)
arrastra, en cambio, los angelitos que al fin le salvan, causan un efecto ridículo; la
primera parte de Fausto conmueve hasta las lágrimas, la segunda hasta el bostezo.
No nos hagamos ilusiones: ¿qué seríamos o dónde estaríamos sin nuestro
infortunio? Lo necesitamos a rabiar, en el sentido más propio de esta palabra.
Nuestros primos de sangre caliente en el reino animal no tienen más suerte que
nosotros; basta ver los efectos monstruosos de la vida en el zoológico: aquellas
soberbias criaturas son protegidas contra el hambre, el peligro, la enfermedad (incluso
contra la caries dental) y se las convierte en el equivalente a los neuróticos y
psicóticos humanos.
Nuestro mundo en peligro de anegarse en una inundación de recetas para ser feliz,
no puede esperar más tiempo a que le echemos un cable de salvación. No puede
permanecer más tiempo la competencia en estos mecanismos y procesos bajo el
dominio celosamente custodiado de la psiquiatría y psicología.
El número de los que se las arreglan con su propia desdicha como mejor saben y
pueden, quizás parezca relativamente considerable. Pero es infinitamente mayor el
número de los que en este menester precisan consejo y ayuda. A ellos se dedican las
páginas siguientes a modo de manual de iniciación.
Hay que añadir que a este propósito altruista le corresponde un significado
político. Como los directores de un zoológico en dimensiones reducidas, en grandes
dimensiones, los Estados también se han impuesto la tarea de configurar la vida de
los ciudadanos de modo que ésta, desde la cuna hasta la tumba, sea segura y chorreante de
felicidad. Pero esto sólo es posible mediante una educación sistemática del ciudadano que
le haga incompetente en la sociedad. Por esta razón, en todo el mundo occidental, los
gastos públicos para política sanitaria y social aumentan de año en año en proporción
siempre mayor. Como señaló Thayer (23), entre 1968 y 1970, estos gastos se dispararon en
los EE.UU. en un 34 %, de 11 a 14 mil millones de dólares. De las estadísticas más
recientes de la República Federal de Alemania se desprende que sólo los gastos públicos para
la salud ascienden cada día a 450 millones de marcos, lo que supone un aumento treinta
veces mayor respecto de 1950. En este mismo país
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