El Arte De Amargarse La Vida
Enviado por miguelazo • 7 de Mayo de 2014 • 1.829 Palabras (8 Páginas) • 280 Visitas
EL ARTE DE AMARGARSE LA VIDA.
Unas de las primeras ideas (Que el siguiente trabajo se entienda solamente como una mera opinión personal distante de crítica desacreditadora a la obra estudiada) que se desprende de este libro es que el ser humano o un individuo en específico no tiene más que una idea correcta: la propia. La intromisión de opiniones o juicios externos a su propio pensamiento le agobia y finalmente termina amargándolo. Es así como también debe lidiar día a día con los posibles traumas que haya tenido en el pasado, sin embargo tiene la opción de quedarse con los momentos felices (del pasado) y hacerlos perdurables; aquellos periodos se remontan preferentemente a la infancia. Pero aun así, durante la adultez, debe someterse por cotidianidad a situaciones que le resultan incómodas y surge el cuestionamiento si debió haber tomado la decisión correcta en la respectiva situación del pasado y, consecuentemente, aquellos momentos establecerán los sucesos del presente y del futuro. Aquí cobra gran fuerza la el concepto que hay varias soluciones para un determinado conflicto, no obstante, siempre (o la mayoría de las veces), surgirá la idea que si la decisión que tomó fue la adecuada, y concluye por convencerse que hubo solamente una solución para lo que lo atañe.
Otro punto a mencionar es el que lleva como título “Rusos y americanos”. Postula que algunos individuos realizan ciertas acciones sin medir las consecuencias y que más tarde comprenderán que aquella decisión no fue la correcta y que si no supo donde se quiso ir probablemente acabó donde no quiso estar. Si bien es cierto se habló anteriormente de estas acciones que desembocan efectos no deseados a futuro, ciertas de éstas son tomadas a plena conciencia. Se explicaba en texto la diferencia entre el ruso y el americano: El ruso si no tenía deseos trabajar necesitaba verdaderamente un motivo para no hacerlo, en este caso particular, un dolor de cabeza intenso. En cambio el americano si no sentía ganas de hacerlo urdía un plan, o más bien un pretexto para evadir una responsabilidad, es decir, inventaba la jaqueca. Un plan bastante ingenioso hasta el punto de convertirse en una idea maquiavélica (el fin justifica los medios), pero carente de todo principio y ética.
Es necesario detenerse a hablar sobre esto último extrayendo algunas ideas del escritor español Fernando Savater en su libro “Ética para amador” donde él escribe un libro a su hijo Amador, el cual entra en la adolescencia, hablándole sobre las cuestiones éticas de la vida, que él debe empezar a plantearse en el camino hacia su madurez. Para no extenderme demasiado me referiré a un capítulo en especial del libro de Savater llamado “Haz lo que quieras” cuyo tema plantea que en determinadas circunstancias las decisiones que se toman han de serlo mediante nuestra libertad, asunto del que se ocupa la ética, y que nos permite actuar independientemente de órdenes, costumbres o caprichos que pueden ser malos o inmorales.
Esa libertad, que nos permite cuestionar las órdenes que recibimos, las costumbres que nos rodean, o los caprichos que nos oprimen, nos permitirá escoger la solución correcta a los problemas que la vida nos plantee, es decir, lo bueno. Sin embargo, dado que lo bueno y lo malo no suele estar definido, esto es complicado. Se puede ser bueno o hacer lo bueno de muchas maneras. Hay que estudiar cada circunstancia y la intención de cada uno al realizar sus actos. Esto complica las cosas, al no haber ningún reglamento para hacer lo bueno. No obstante, hay una noción que nos puede ayudar a ello, el “haz lo que quieras”. Lo que cada uno debe hacer debe de preguntárselo a sí mismo, puesto que la libertad es algo innato y de lo que no podemos prescindir. Cualquier decisión que tomemos, ya sea entregar nuestra vida como esclavos, o no depender de nadie, lo haremos mediante nuestra libertad.
Pero, ese “haz lo que quieras”, esa libertad, no es dejarse guiar por los caprichos de cada uno. A veces queremos cosas contradictorias y hay que establecer prioridades, hay que esclarecer lo que realmente uno quiere, lo que no es otra cosa que darse la buena vida, una buena vida humana, lo que implica relaciones con el prójimo. Sin relacionarnos con los demás es imposible esa buena vida, no tendríamos ningún aprendizaje cultural, ni llegaríamos a desarrollar el lenguaje. Debemos desarrollar la relación con el resto para desarrollarnos nosotros mismos, por eso darse la buena vida es también dar la buena vida. Porque en definitiva, cualquier riqueza, cualquier don, cualquier cualidad, en la más extrema soledad, sin nadie más que la envidie, reconozca o alabe, no nos sirve.
Es así como el ser humano en ocasiones siente la necesidad de ver o creer sólo lo que quiere ver, y de no ser así, se mete una idea en la cabeza y se sugestiona ya sea para bien o para mal. Con esto nace el cuestionamiento si debe enfrentar un problema que le abruma profundamente o si le causará desdicha no enfrentarlo. De no hacerlo, aquel problema se convertirá en su mal eterno. De lo anterior se puede decir que el hombre está destinado a un futuro prescrito para él, que el destino es inevitable, al igual que la historia de “Edipo Rey” al tratar de huir de su destino termina sumergido
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