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Autoconocimiento en adultos jovenes.

Cass PinedaDocumentos de Investigación18 de Mayo de 2017

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Universidad Nacional Autónoma de México[pic 1][pic 2]

Facultad de Psicología

Psicodinámica de grupos

Martínez Torres María Isabel

PROYECTO DE EDUCACIÓN PARA LA SALUD: CONÓCETE, ACEPTATE, SUPERATE.

Y TÚ ¿QUIÉN ERES?

Pineda Sánchez Casandra

Quiroz  Serrano Lucía

Grupo: 6407

INTRODUCCIÓN

Podemos definir el autoconcepto como el conjunto de características (físicas, intelectuales, afectivas, sociales etc.), que conforman la imagen que un sujeto tiene de sí mismo. Es necesario entender el progreso en el concepto del sí mismo dentro del marco del progreso de las capacidades y habilidades para relacionarse y reconocer a los otros.

Decía Alejandro Magno que “Conocerse a uno mismo es la tarea más difícil porque pone en juego directamente nuestra racionalidad, pero también nuestros miedos y pasiones. Si uno consigue conocerse a fondo a sí mismo, sabrá comprender a los demás y la realidad que lo rodea”.

No le faltaba razón a este rey macedonio porque a través del autoconocimiento aprendemos a desenvolvernos con eficacia en la vida y a afrontar nuestro día a día de manera óptima. Saber realmente cómo somos, qué sentimos o qué metas queremos alcanzar son capacidades que se asocian a la inteligencia interpersonal.

Es por esto, que uno de los aspectos teóricos más importantes y a la vez más problemáticos de la evaluación y medición del autoconcepto, es que evoluciona a lo largo de la vida y en ocasiones, por las circunstancias internas o externas a las que está sometido una persona, no hay un autorreconocimiento claro de quién es. Esto no sólo impacta en su personalidad, sino que impacta en todos los aspectos de su vida, tanto en lo académico, como en lo laboral y sobre todo en lo social y personal. ¿Cómo alguien que no se conoce sabe que quiere? ¿Cómo alguien que no se conoce sabe cuáles son sus límites? ¿Cómo alguien que no se conoce puede buscar que otro la conozca? .

En la edad adulta temprana, que abarca de los 20 a los 40 años, se toman decisiones que nos pueden afectar a lo largo de nuestra vida. Por lo tanto es primordial conocernos y valorarnos, pues es la base de nuestro autoestima para desarrollarnos  personalmente.

Es por eso que  el propósito de este taller es orientar a una muestra de población situada en la adultez temprana, la importancia de conocerse y valorarse, escucharse y tomar las decisiones por tí mismo, la importancia de  autoconocerte.

PROBLEMÁTICA

La intención del taller es crear una conciencia de la importancia del conocernos, de tener una escucha activa con nosotros mismos para poder lograr el respeto y amor hacia uno mismo. Para lograrlo, es importante conocer y efectuar el buen trato invividual, es decir, con nosotros mismos y así se verá impactado en lo relacional y social. Por lo tanto, la elaboración del taller esta pensado en un sentido de prevención, fomentando habilidades resilientes con el cuento de “Pantera”.

MARCO TEÓRICO

Shavelson, Hubner y Staton (1976), contemplan la definición del autoconcepto como el conjunto de percepciones que una persona tiene sobre si misma que han sido configuradas a través de interpretaciones sobre la propia experiencia y el ambiente. Le conceden importancia al feedback y a los refuerzos que vienen sobre todo de aquellas personas significativas en su vida. Entienden que se trata de una variable psicológica que se relaciona tanto con el bienestar emocional como el social en el individuo.                                 

Por ende, el autoconcepto es definido también como un proceso de análisis, de valoración e integración de informaciones que provienen de la experiencia y el feekback externo que está relacionado con nuestras habilidades, logros preferencias, valores y metas.  

El autoconcepto no es heredado, sino que es el resultado de la acumulación de autopercepciones obtenidas a partir de las experiencias vividas por el individuo en su interacción con el ambiente (Núñez y González, 1994). A medida que pasan los años se va formando un autoconcepto cada vez más estable y con mayor capacidad para dirigir nuestra conducta. Las autopercepciones se desarrollan en un contexto social lo cual implica que el autoconcepto y su funcionamiento particular está vinculado al contexto inmediato. Sin embargo, las autopercepciones también dependen de las características evolutivas de la persona en cada momento de su desarrollo. En consecuencia, el desarrollo del autoconcepto puede ser visto desde un enfoque interaccionista: el ambiente posibilita ciertas experiencias las cuales serán tratadas según las posibilidades evolutivas.

Por otra parte, Torres (2003) argumenta que el autoconcepto es quizá uno de los aspectos más importantes en la vida, se considera una característica propia del individuo, ya que involucra juicios que le permiten reconocerse, conocerse y definirse; es decir cada elemento del autoconcepto forma parte de la razón ser o estar. Es decir, Podemos definir el autoconcepto como el conjunto de características (físicas, intelectuales, afectivas, sociales, etc.) que conforman la imagen que un sujeto tiene de sí mismo. Este concepto de sí mismo no permanece estático a lo largo de la vida, sino que se va desarrollando y construyendo gracias a la intervención de factores cognitivos y a la interacción social a lo largo del desarrollo. Es necesario entender el progreso en el concepto del sí mismo, dentro del marco del progreso de las capacidades y habilidades para relacionarse y reconocer a los otros                

Como menciona Madrigales, C. (2012) el autoconcepto es una teoría del sí mismo en la cual el individuo a construido inadvertidamente como resultado de las experiencias en el medio social, el autoconcepto constituye uno de los más importantes y significativos reguladores de la conducta humana debido a que es de gran importancia para la experiencia vital del individuo para la salud psíquica, la actitud hacia si mismo y hacia los demás, por lo tanto para el desarrollo constructivo de la personalidad, el autoconcepto puede ser generalmente positivo o generalmente negativo. Si es generalmente positivo para que el individuo logre una adecuada adaptación, alcance felicidad personal y para un funcionamiento eficaz. Si la persona no posee un autoconcepto adecuado, no puede estar abierta a las propias experiencias positivas, especialmente a los aspectos desfavorables del carácter. En la relación con los demás el autoconcepto influye ya que en una persona con un buen atoconcepto adopta menos actitudes de defensas, puede percibir la realidad con mayor autenticidad y puede aceptar a los otros con mayor facilidad. Su yo real es la forma en como la gente se ve a si mismo, yo ideal como le gustaría verse a la persona, muestran menos discrepancias y gracias a ello se facilita el contacto con otros.

El autoconcepto tiene como a una de sus premisas la consciencia de que uno mismo es un ser diferenciado de los otros y del entorno, es decir, la autoconsciencia.

Algunos estudios han mostrado que reconocerse a sí mismo resulta bastante temprano en el desarrollo, aunque parece haber un desfase entre los hallazgos de distintas investigaciones. Diversos estudios muestran cómo hacia los cinco meses de vida algunos bebés son capaces de reconocerse y diferenciar partes de su cuerpo de las de los otros niños cuando se les pone delante de un espejo, parece que esta capacidad se presenta de forma más clara hacia los 15 meses. No obstante, esta capacidad seguirá refinándose y afirmándose de forma que, hacia los 24 meses, podemos hablar de autorreconocimiento en sentido estricto. Por otro lado, las investigaciones realizadas con videos y fotografías parecen aportar información acerca de que este reconocimiento de sí mismo aparecería algunos meses después, sin que olas razones de este fenómeno hayan sido explicadas.

Otro de los signos de autorreconocimiento y autoconsciencia se exhibe claramente hacia los dos años, cuando los niños muestran otras conductas que suponen una diferenciación de los otros como la utilización de pronombres personales y posesivos (yo, mi, mío) y las reacciones de tristeza o lucha por alguna posesión que, lejos de ser interpretado como un acto negativo, puede ser interpretado como una forma de ejercicio en la adquisición y desarrollo del Yo.

Por lo tanto el autoconcepto es una variable importante y relevante para el bienestar personal. Se ha observado que se puede relacionar negativamente con diversas problemáticas: adicción al tabaco, alcoholismo, problemas en la manera de relacionarse, bajo rendimiento académico y laboral, incluso violencia doméstica. (García, J., Musitu, G. & Veiga, F, 2006)

Es importante mencionar que el ambiente es una variable que afecta y determina que el sujeto se desenvuelva de una manera u otra, por ello la dimensión social es importante dentro del autoconcepto donde el sujeto recibe del entorno informaciones que reconoce y forma parte de él mismo.

Se considera, desde el modelo de Shavelson et al. (1976) siete las características
fundamentales en la definición del constructo. El autoconcepto puede considerarse como:

  1. Organizado: la gran variedad de experiencias de un individuo establece la fuente de datos sobre la que se basa sus propias percepciones. Para reducir la complejidad y multiplicidad de estas experiencias una persona las cifra en formas más simples o categorías (Bruner, 1958). Las categorías representan una manera de organizar las propias experiencias y de darles significado. Una característica del autoconcepto, por lo tanto, es que está organizado o estructurado.
  2. Multifacético: las áreas en particular reflejan el sistema de categorización adoptado por un individuo concreto o compartido por grupos.
  3. Jerárquico: las distintas facetas del autoconcepto pueden formar una jerarquía desde las experiencias individuales en situaciones particulares, situadas éstas en la base de la jerarquía, hasta el autoconcepto general, situado en lo alto de la jerarquía.
  4. Estable: el autoconcepto general es estable, sin embargo, a medida que uno desciende en la jerarquía del autoconcepto, éste va dependiendo cada vez más de situaciones específicas y así llega a ser menos estable.
  5. Experimental: al aumentar la edad y la experiencia (especialmente al adquirir los niveles verbales), el autoconcepto llega a diferenciarse cada vez más. A medida que el niño coordina e integra las partes de su autoconcepto, podremos hablar de un autoconcepto multifacético y estructurado.
  6. Valorativo: no solamente desarrolla el individuo una descripción de sí mismo en una situación particular o clase de situaciones. Las valoraciones pueden realizarse comparándose con patrones absolutos, tales como el “ideal” al que me gustaría llegar, y pueden hacerse comparándose con patrones relativos, tales como “observaciones”. La dimensión evaluativa varía en importancia y significación según los individuos y también según las situaciones.
  7. Diferenciable: el autoconcepto es diferenciable de otros constructos con los cuales está teóricamente relacionado. Por ejemplo, el autoconcepto se halla influido por experiencias específicas.

Haussler y Milicic (1994) postulan la existencia de tres etapas en la formación
del autoconcepto:

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