Calidad De Vida
Enviado por molleria • 4 de Febrero de 2014 • 1.665 Palabras (7 Páginas) • 262 Visitas
La vida cotidiana, según Agnes Heller
Quizás no exista intelectual que, como Agnes Heller, haya destinado una parte tan
importante de su obra a la cuestión de la vida cotidiana. Bastan y sobran aspectos qué
discutir sobre este tema si consideramos, sobre todo, que esta autora nos ofrece una
amplia y compleja reflexión [1] proveniente de diversos ámbitos de las ciencias sociales,
lo mismo desde la sociología, antropología, historia, que de la psicología y la propia
filosofía. De tal manera que la ruta es larga y sinuosa. De cualquier forma vale adelantar
que esta revisión pretende establecer cuáles son los elementos mínimos para definir a
este fenómeno sociocultural que venimos denominando como vida cotidiana.
¿Quién puede negar la autoridad de Heller como socióloga o como cientista social? Sería
difícil encontrar a alguien que lo hiciera, aunque es posible y sano encontrar quien no
comparta sus planteamientos y, más aún, sus interpretaciones. En todo caso espero
mostrar la consistencia de su obra sobre la vida cotidiana; en ese sentido van los
siguientes párrafos que inevitablemente recurrirán a algunas citas textuales que
establecen relaciones mínimas entre sus trabajos.
Partimos de la definición de Heller para analizar lo que nos ofrece como su primer
esfuerzo conceptual: "la vida cotidiana es la totalidad de actividades que caracterizan las
reproducciones singulares productoras de la posibilidad permanente de la reproducción
social" (Heller, 1985:9). Como se puede observar, el referente de esta definición es el
conjunto de actividades permanentes que garanticen la reproducción social. La idea, así,
se sitúa en un nivel claramente especulativo, pues dichas actividades podrán encontrarse
en cualquier ámbito de la vida social, ya sea económico, político o cultural. Además,
tendríamos que reconocer que situar el ámbito no resuelve nada, pues pensando, por
ejemplo, en lo cultural, sería indispensable establecer el espacio social en que se
reproducen esas actividades: el espacio público o el privado. Después saltaría la duda
sobre la participación en la actividad de los miembros sociales, esto es, si se trata de una
actividad individual o colectiva, al mismo tiempo que se tendría que especificar si se trata
de una reproducción de la sociedad material o simbólica. Las dudas no deben presentarse
de manera aislada y sus vinculaciones son, prácticamente, evidentes. La reproducción
material se ubica como una actividad económica que bien puede desempeñarse individual
o colectivamente de igual forma que lo cultural se asocia a la reproducción simbólica.
Cuando más adelante Heller señala que "la vida cotidiana es la vida de todo hombre. La
que vive cada cual, sin excepción alguna, cualquiera que sea el lugar que le asigne la
división del trabajo intelectual y físico" (Heller, 1985:39), podemos inferir que la vida
cotidiana es inherente a la vida social y que se extiende a cualquier tipo de actividad de
los individuos, sin importar su clase social, y por lo tanto, su actividad económica. Pero
reconociendo a la actividad económica como la única que garantiza la reproducción
material de la sociedad ¿algún aspecto de ésta podrá ser identificada como vida
cotidiana?; ¿sí, no, por qué? Incorporar el elemento de la asimilación individual como
expresión de la cotidianidad y a su vez relacionarlo en términos de su intercambio en su
contexto social, su comunidad, nos remite a un fenómeno esencial en las ciencias
sociales, como es el proceso de socialización, y nos conduce a referentes conceptuales
tan elaborados, no necesariamente tan afinados, como el de cultura. [2] Veamos la idea
que maneja Heller:
Esta asimilación, esa maduración hasta la cotidianidad empieza siempre por
grupos (hoy, generalmente, en la familia, en la escuela, en comunidades
menores). y estos grupos face-to-face o copresenciales median y transmiten al
individuo las costumbres, las normas, la ética de otras integraciones mayores. El
hombre aprende en el grupo los elementos de la cotidianidad (por ejemplo, que
se tiene que levantar y actuar por su cuenta; o el modo de saludar, o cómo
comportarse en determinadas situaciones, etcétera)... (Heller, 1985:42).
Entonces, la similitud entre vida cotidiana y cultura es tan marcada que resulta pertinente
pensar si se trata de conceptos que intentan captar el mismo aspecto de la realidad
social, o si los aspectos a captar se acercan tanto que provocan la confusión entre uno y
otro concepto.
Más adelante, en Sociología de la vida cotidiana, Heller define nuevamente a la vida
cotidiana a partir de otros referentes: "para reproducir la sociedad es necesario que los
hombres particulares se reproduzcan a sí mismos como hombres particulares. La vida
cotidiana es el conjunto de actividades que caracterizan la reproducción de los hombres
particulares, los cuales, a su vez, crean la posibilidad de la reproducción social" (Heller,
1991a:19). Aquí se refrendan las actividades dirigidas a reproducir a la sociedad haciendo
predominar al individuo como referente. De esa forma, sin agotar las implicaciones que
adquiere la vida cotidiana, al menos se va delimitando la amplitud de la definición inicial.
Situar al particular como el centro de atención al sujetar la reproducción social a la del
individuo, sugiere reconocer los espacios básicos que representan el origen de la
reproducción individual: el espacio privado, en general, y el familiar en particular. [3]
También se refrenda la cuestión de la continuidad como una garantía que la vida cotidiana
le otorga a la reproducción social, pero en este trabajo se especifica que tal continuidad
se eslabona a partir de las actividades cotidianas realizadas cada día. [4] Por lo tanto, ya
se
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