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Caminos De Bosque


Enviado por   •  26 de Agosto de 2014  •  2.025 Palabras (9 Páginas)  •  265 Visitas

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COMENTARIOS A LA ÉPOCA DE LA IMAGEN DEL MUNDO DE HEIDEGGER (II)

2. La ciencia (desde “¿Qué concepción de lo ente...”).

La Edad Moderna, desde el punto de vista filosófico, no sería más que una imagen, o una figura, del mundo, fundada en “una concepción de lo ente y de la verdad”. Pero todo eso no son más que definiciones circulares pues, dada la intrínseca trabazón metafísica-ciencia-técnica propia de la Edad Moderna, igual podríamos decir que es la imagen o figura del mundo la que funda la concepción de lo que existe y de la verdad. Por consiguiente, no podemos por ahí alcanzar una comprensión de la Edad Moderna y tiene Heidegger que recurrir a la Edad Media y sobre todo a los griegos para, por comparación, definir la Edad Moderna.

Pero aquí Heidegger se desliza por territorios pantanosos, en los que acaba quedando atrapado. Reparemos en lo siguiente: “tampoco se puede decir que la teoría de Galileo sobre la libre caída de los cuerpos sea verdadera y que la de Aristóteles, que dice que los cuerpos ligeros aspiran a elevarse sea falsa”; se trata, simplemente, de “una interpretación diferente de lo ente y, en consecuencia, determina otro modo distinto de ver y cuestionar los fenómenos naturales”. Reténgase por el momento la expresión “otro modo de ver”, porque la necesitaremos más adelante en nuestra lectura de Heidegger. Lo que, sin embargo, me interesa destacar ahora es que Heidegger realmente, bajo la apariencia de una solemne y profunda reflexión, lo que está diciendo es bastante trivial. En efecto, si la propia concepción o interpretación de “verdad” es propia de la Edad Moderna, es evidente que esa “verdad” no sirve para afrontar y evaluar otros sistemas epistemológicos, como el griego. Bajo ese prisma, ¿qué sentido tiene hablar de verdad y falsedad para comparar las teorías de Galileo y las de Aristóteles? Para que se pueda decir si la teoría de Galileo es más verdadera o más falsa que la de Aristóteles es necesario que comparemos ambas con los mismos hechos físicos. Si los datos de comparación son distintos, pues no tenemos acceso inmediato a los hechos físicos, sino solamente mediados por nuestra “imagen del mundo”, se hace imposible un juicio de veracidad acerca de aquellas dos diferentes teorías físicas. Desde nuestra propia imagen del mundo sólo podríamos hablar de la verdad o falsedad de las teorías de Galileo, pero no de la verdad o falsedad de las teorías aristotélicas. Ambas teorías, pues, para Heidegger, serían inconmensurables, no habría ninguna referencia común que sirviera para evaluar ambas: cada una necesita una distinta vara de medir.

Sólo desde la propia modernidad, por tanto, se puede decir que la teoría de Aristóteles es falsa. Pero entonces le bastaría, o al menos eso se sigue tácitamente de lo que dice Heidegger, aunque no lo diga explícitamente, con situarse él mismo más allá de la modernidad para que sus propias afirmaciones resulten inmunes a la crítica. Puede decir lo que le venga en gana, pues le basta con negar la legitimidad de la referencia a la que se le pretende reducir para que no se pueda evaluar lo que dice. Ha hecho desaparecer, en su ventaja, cualquier norma de la verdad.

2.1. La investigación (desde “La esencia de eso que hoy denominamos ciencia...” hasta “...un tercer proceso fundamental: la empresa”).

Lo más interesante de todo, sin embargo, es que la crítica de Heidegger a la modernidad consiste precisamente en eso que él mismo parece reivindicar para sí: que la ciencia moderna está condicionada por lo que ya ha sido establecido previamente por la propia ciencia. Pues no otro es el análisis heideggeriano de la investigación como “esencia” de eso que hoy denominamos ciencia. La investigación científica se diferencia de la mera experiencia aristotélica (empeiría) en que aquélla, la investigación, es un “proceder anticipador”. Es la propia ciencia la que predetermina su objeto de estudio y la forma de afrontarlo: “todo proceder anticipador requiere ya un sector abierto en el que poder moverse. (...) El proyecto va marcando la manera en que el proceder anticipador del conocimiento debe vincularse al sector abierto”. La empeiría consiste en recibir los hechos; la investigación científica moderna va a la búsqueda de la confirmación de sus propias anticipaciones.

Heidegger ve en la matematización de la ciencia moderna la prueba de su propio enfoque, pues, según él, “ta mazémata significa para los griegos aquello que el hombre ya conoce por adelantado cuando contempla lo ente o entra en trato con las cosas”. Heidegger aventura aquí una de sus especulaciones filológicas sui generis, a las que es tan aficionado, en apoyo de su tesis. Pero lo cierto es que ta mazémata más bien significa aquello que puede ser enseñado y aprendido. Sólo bajo ese significado puede entenderse la oposición que veían los griegos (y también Kant) entre ta mazémata y ta dógmata, entre lo que, por ser inconcuso, se puede enseñar y aprender y lo que, por ser mera doctrina u opinión, sólo se puede inculcar, pero no enseñar; pues si, como quiere Heidegger, lo propio de lo matemático es la anticipación, lo que se conoce por adelantado, no se ve en qué se diferenciaría de la opinión doctrinal, pues tan anticipatoria o más es la opinión que los teoremas matemáticos.

Tal vez lo que Heidegger quiera señalar con su especulación filológica es que las matemáticas son a priori: “si ahora la física se configura expresamente bajo una forma matemática, esto significa que, gracias a ella y por mor de ella, algo se constituye por adelantado y de modo señalado como lo ya conocido”; es fácil ver aquí las proposiciones sintéticas a priori que determinan que la física sea una ciencia. Eso tampoco es ninguna novedad, pues ya Kant había señalado ese carácter de las proposiciones matemáticas y cómo esas proposiciones sintéticas a priori matemáticas eran el fundamento de la ciencia física. Pero Heidegger impugna el carácter sintético de las proposiciones matemáticas, y las ve como analíticas: las proposiciones matemáticas que están en la base de la física no explican el mundo (como harían si fueran sintéticas) sino que conforman el marco definitorio a priori del mundo: “Esta decisión afecta nada menos que al proyecto de lo que a partir de ese momento

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