Cortesia
Enviado por edgarlizarazu • 8 de Noviembre de 2012 • Informe • 2.195 Palabras (9 Páginas) • 442 Visitas
El conocimiento de las normas que regulan nuestra carrera, debe constituirse en una de las mayores prioridades de cada uno de quienes integran la institución, por ende, además de la lectura juiciosa de las leyes, decretos y demás documentos que tratan sobre el tema, es imperioso que se realice un exhaustivo análisis de cada uno de ellos, en procura del máximo entendimiento y comprensión de las normas en referencia.
En muchas ocasiones escuchamos de nuestros compañeros, superiores y subalternos que existen derechos, deberes y obligaciones tanto de nosotros hacia la instituciones y viceversa, pero no siempre estamos en la capacidad de entender cuáles son y menos la razón de ser de cada una de ellas, por lo que se hace menester que se aprenda a interpretar correctamente la normatividad que rige en materia de Régimen Institucional.
Los lineamientos, políticas institucionales y gubernamentales marcan el derrotero del entorno policial y en consecuencia su conocimiento profundo, es fundamental a la hora de establecer cuál es el papel que desempeñamos dentro de la organización policial, así mismo cuales son los derechos, deberes y obligaciones que nos asisten como servidores públicos adscritos a la Policía Nacional, de acuerdo al señalamiento de la legislación en esta materia. Es necesario promover el uso de los buenos modales con los compañeros de trabajo y con la comunidad en general, como efecto educador y ejemplarizante.
El saludo es una forma de mostrar cortesía y buena educación en los diversos espacios y eventos sociales.
El saludo policial debe ser practicado de manera ejemplar por los miembros de la Policía Nacional, como reflejo de educación y buenas maneras, entre los miembros de la Institución. El gesto de respeto hacia los símbolos patrios e institucionales fortalece la doctrina policial. La cortesía policial debe incluir a superiores y subalternos.
El saludo se inicia tres pasos antes y termina tres pasos después que el superior haya pasado, durante su ejecución, debe mirarse con la vista francamente.
Al saludar se debe subir la mano derecha con energía a la altura de la sien y del cubre-cabeza, girando la cabeza hacia el superior. Simultáneamente, saludar pronunciando las palabras “buenos días, buenas tardes, buenas noches...mi... (Grado del superior)”, utilizando un tono enérgico y un volumen moderado. El superior debe responder con energía y sentido del respeto al saludo del subalterno.
Hablar de cortesía es hablar de comunicación; pensar en cortesía es pensar que los participantes de una comunicación comparten la misma perspectiva y saben que están jugando al mismo juego: el de ser cortés. Si ellos no lo comprenden, entonces la comunicación no se ha logrado y la cortesía no se da.
El lenguaje pone en comunicación tres planos: el plano referencial, el plano del mundo exterior, tal y como es percibido y reproducido por los hablantes; el plano interpersonal o de las relaciones humanas –que exterioriza el mundo interior y al cual podríamos considerar como el mundo subjetivo y que tiende, a la vez, redes hacia los otros–; asimismo, el lenguaje crea una relación consigo mismo y es lo que se ha llamado el plano textual (Halliday 1978. Según Habermas, la comprensión (Verständigung) se produce solamente cuando los participantes se sirven al mismo tiempo del nivel objetivo y del nivel intersubjetivo. Por lo tanto, la comunicación existe solamente bajo la condición de idénticas condiciones de metacomunicación (Habermas 1988).
Pongamos un ejemplo sencillo. Supongamos que entro a un restaurante y un amigo me ayuda a librarme del abrigo y me acerca una silla para que me siente. Sonrío y le doy las gracias; él dice: “de nada”, y se sienta a su vez. Si esto ocurre es porque hemos logrado una complicidad por el entendimiento mutuo: ambos fuimos corteses, tanto él por su gentileza, como yo, por habérsela agradecido. Pero la misma situación podría haberse visto de otra manera: mi amigo pudiera haber pensado que mi actual estado de decrepitud ameritaba una ayuda humanitaria; entonces quizás yo ni siquiera hubiera estado en capacidad para agradecerle. En este caso, mi amigo hubiera sido simplemente un buen ciudadano y yo, una viejita desvalida.
Cuando decimos entonces que la cortesía es una comunicación lograda, nos referimos a que se produce no solamente por una acción del emisor, sino que se trata de un proceso recíproco en el que el receptor de la comunicación participa activamente. En este proceso, las personas están inmersas en las redes que tiende el lenguaje hacia el mundo, hacia ellos mismos y hacia el texto.
De este mismo modo puede decirse, en cuanto a la cortesía, que hay comunicación cuando: a) Los participantes comprenden el texto y decodifican ciertas marcas de la locución como señales de cortesía: saben, por ejemplo, que el diminutivo es marca de tamaño, pero que también sirve para atenuar; saben que, cuando alguien les alaba su camisa, no necesariamente están obligados a quitársela y regalarla; b) Por otra parte, ponderan las relaciones interpersonales y, sobre todo, las relaciones de poder existentes entre ellos; esto es, reconocen el respeto que se le debe a un superior; c) Comprenden, asimismo, el mundo en que se encuentran: en este caso, saben que juegan el juego de la cortesía y, por lo tanto, son consientes de las expectativas de sus oyentes de que les sea respetada su territorialidad, su tiempo y su espacio, pero también de que se exalte su imagen personal.
Ahora bien, ¿qué significa que jugamos un juego? Cuando los niños dicen: “Yo era el policía y tú eras el ladrón”, se produce un acuerdo mutuo que los convierte en sujetos de un mundo diferente de la realidad. Tanto el acto verbal de la designación como el tiempo pretérito del enunciado son las claves que determinan esta transformación. De la misma forma, cuando le regalamos un ramo de rosas a la dueña de la casa que nos ha invitado, o esperamos su indicación para pasar adelante, entramos en el juego de la cortesía.
Jugar a la cortesía es algo más que comunicarse en el nivel referencial u objetivo. De lo que se trata es de las relaciones entre los participantes en una comunicación, porque el juego se da exclusivamente en el nivel intersubjetivo. Decimos que la cortesía es un juego porque en ella nos movemos en un mundo al revés y participamos de un ritual; un mundo al revés porque es un mundo que tiene sus propias reglas: un lugar donde, cuando decimos ¿me puede usted pasar la sal? no preguntamos, sino que manipulamos al otro para que haga algo por nosotros. Pero no solamente eso, sino que por alguna razón estamos en capacidad para requerir algo de alguien mientras disimulamos nuestro poder. Sabemos mismo tiempo
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