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Culturas Juveniles


Enviado por   •  29 de Marzo de 2013  •  3.906 Palabras (16 Páginas)  •  334 Visitas

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INTRODUCCIÓN

Pensar la adolescencia nos conduce a observar una etapa de la vida signada por fuertes transformaciones. Es un momento de transición entre la infancia y la adultez. Es así como la subjetividad adolescente se manifiesta mediante un torbellino de afectos y pulsiones, sentimientos de nostalgia por la pérdida de la niñez, angustias por lo nuevo, ambivalencias por crecer. De este modo, el desarrollo lo conflictúa colocándolo en la tarea de soltarse de los lazos de amor infantil, posicionándolo en la búsqueda de modelos extra-familiares. El adolescente enfrenta el desafío de incorporarse al mundo adulto, de hacerse un espacio en medio de la multiplicidad de lo real.

Por lo tanto, es el tiempo de mirarse, de advertirse inacabado en su espacio corporal, de preguntarse por su origen, de verse como uno entre otros, de comprenderse y proyectarse más allá de la niñez. Se enmarca así, un eje paradigmático de la adolescencia: la posibilidad de rehistorizarse, siendo éste, un trabajo simbólico relevante, para alcanzar la adultez. Siguiendo a Piera Aulagnier, la tarea que le compete al adolescente, es la de un “historiador”, un “biógrafo”, en busca de testimonios recolectados del anecdotario infantil. Puede entonces, descubrirse en la intimidad de sus secretos no compartidos con los grandes, hallazgo que favorece la posibilidad de un pensar propio, aquel que le permitirá reconocerse y diferenciarse en la enunciación. Esto lo potenciará a encontrarse, con sus deseos y anhelos en relación y diferencia a los otros. Así, algunas problemáticas existenciales como: ¿quién soy? y ¿quién llegaré a ser?, se plasman en su autobiografía, quien podrá hacer posible un proyecto futuro que se acerque a los ideales y que conjugue el deseo del cambio, junto a la preservación de lo propio.

· Factores que influyen para que en diferentes épocas y culturas se asignen roles distintos a los jóvenes.

A) INDEFINICIÓN HISTÓRICO-SOCIAL Y CULTURAL DE LA ADOLESCENCIA COMO FASE DEL DESARROLLO HUMANO

Todo momento histórico de la humanidad ha contado con la presencia latente del adolescente, sin embargo, no ha tenido el reconocimiento social que hoy en día en nuestra cultura tiene.

Socio-culturalmente hablando, la historia reconoce el desarrollo humano en tres fases esencialmente: niñez, madurez y vejez, etapas que dispersan al joven entre dos mundos como ser actuante, la infancia y la adultez. Generando una indeterminación existencial que pudiera considerarse hasta excluyente.

En consecuencia, el panorama presentado por la historia proyecta al joven antes del siglo XIX como ser asumiendo roles indefinidos, sea de adulto o sea de niño, en una especie de salto mortal que lo induce en una crisis vivencial.

Tratando de documentar este indeterminismo histórico de la etapa adolescente, revisé algunas anécdotas, documentos, y reflexiones de aquello que pudiera ser de utilidad para conocer el pasado remoto del adolescente, y me encontré con la descripción del adolescente de la Roma del año 500 a.C.

Los jóvenes ricos romanos mantienen el estatus de adolescentes hasta los 30 años. Los niños no serán considerados como tales hasta que no comiencen a hablar, a comer y caminar. A partir de ese momento llevarán un amuleto llamado bullo que mantendrá alejados a los malos espíritus. Con el fin de que se robustezcan, no se les permitirá comer reclinados o bañarse con agua caliente. Con la llegada de la adolescencia, entre los 14 y 16 años, los jóvenes serán protagonistas de una fiesta en su honor en la que se reconocerá oficialmente el final de su etapa de puer. Se les despojará de la bullo y de la toga praetexta que vestían en su infancia. A partir de ese momento vestirán la toga virilis, que los identifica como ya ciudadanos. Acompañarán a sus padres en el Foro y decidirán su futuro, bien proseguir su carrera académica en Grecia, bien iniciarse en la política, como parte del séquito de un magistrado o un general. La adolescencia romana era casi eterna, pues no abandonarán esta etapa hasta bien entrados los treinta años. Entonces, y sólo entonces, recibían definitivamente el estatus de adultos. No todos los niños tenían la suerte de recibir una educación, tan larga y refinada. Los niños pertenecientes a las familias con menos posibilidades debían ponerse a trabajar tan pronto como les fuera posible. Los niños ricos y los de las clases más altas iban a la escuela a partir de los siete años (“Desde el vientre materno hasta el testamento”, lectura de la antología de Desarrollo de los Adolescentes sin datos bibliográficos)

Históricamente hablando la indefinición social y cultural del adolescente es un factor subjetivo, a pesar de ser fisiológicamente una etapa concreta del desarrollo humano es capaz de generar y estimular un conjunto de potencialidades dinámicas acordes a las necesidades del contexto histórico cultural y social que lo determina y genera su misma exclusión o indeterminación.

B) EL CONTEXTO HISTÓRICO-CULTURAL COMO FACTOR EN LA ASIGNACIÓN DE ROLES A LOS JÓVENES.

Cuando nos damos a la tarea de pensar acerca de los factores que determinan los papeles asignados a los adolescentes, nos percatamos que el contexto ejerce una influencia determinante sobre la vida del individuo, el ambiente social, las costumbres y la ideología cobran significación; la adecuación al ambiente y las tradiciones generan el rol que debe asumir el adolescente, supeditándose al espacio temporal y cultural que le corresponda vivir.

Así un individuo desde el momento de nacer, recibe la influencia de los adultos, es decir, desde el inicio de su vida van determinándose actitudes, costumbres, conductas, involucrándolos en el papel que deben desempeñar en la sociedad para llegar a integrarse a ella. Al adulto le interesa su imagen y condiciona al joven a modelos culturales predeterminando su accionar ante los demás. Por ejemplo: el adolescente del medio oriente asume el rol de combatiente desde edad temprana, pasa de largo su etapa de transición niño-adulto, pues su contexto-histórico cultural y social así se lo impone. La imagen de luchador por su pueblo es el papel que su contexto le asignó, y simplemente lo toma.

Esto me conduce a hacerme muchas preguntas, la primera de ellas es ¿para quién debe significar algo asumir un rol, para el adolescente o para el adulto?, sin embargo me doy cuenta que lo que sucede es que todos estamos en el meollo del asunto, el adolescente que siente, sufre y está expuesto a una serie de situaciones que muchas veces no entiende, su cuerpo le "grita", su mente en muchas ocasiones está turbada porque no sabe cómo manejar lo sucedido en

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