Des Capital Humano
Enviado por jonmormor2786 • 19 de Junio de 2013 • 1.472 Palabras (6 Páginas) • 229 Visitas
El diálogo apreciativo: La puerta de entrada a nuestras fuerzas
George Dionne, María Eugénia Ciófalo y Rosina Ramírez Vukovich
"El liderazgo es la habilidad de reconocer y alinear fuerzas (hacia un propósito) de tal manera que las debilidades sean irrelevantes.“
Peter Drucker
En la actualidad las prácticas conversacionales entre jefe y colaborador suelen ser poco satisfactorias. En su mayoría están orientadas a la tarea y los resultados, - en especial a lo problemático - sin considerar que el eje detonador del proceso es la persona – y , sobretodo, apreciando lo mejor de él o ella.
Mirar apreciativamente al colaborador presupone considerar que en él, existen recursos (conocimientos, experiencias, sentimientos, emociones, aprendizajes, etc.) desde los cuales puede construir respuestas, soluciones y además crecer, personal y organizacionalmente.
Sin embargo, el acto de mirar apreciativamente al otro, requiere ciertos cambios en la interacción cara a cara. Como Peter Drucker lo menciona: “reconocer y alinear fuerzas de tal manera que las debilidades sean irrelevantes…”
El modelo de diálogo apreciativo busca facilitar la adquisición de las habilidades básicas conversacionales en una interacción cara a cara jefe-colaborador que impulse significativamente el flujo de la comunicación, la autorresponsabilidad y la práctica colaborativa en la organización, con beneficios bilaterales.
Como jefes es importante cuestionar nuestro comportamiento en las conversaciones que sostenemos con nuestros colaboradores: ¿Pasamos tiempo con ellos o ellas? ¿Nos interesan realmente como personas? ¿Realmente dedicamos tiempo a escucharlos o escucharlas y hacerles sentir que les comprendemos y aceptamos genuinamente? ¿Estamos presentes? ¿Nos enfocamos en sus fuerzas, sus talentos, sus competencias? ¿O vamos a la cacería de sus errores, sus debilidades?
Dialogar apreciativamente presupone 2 posturas básicas:
a) Enfoque centrado en la persona
Carl Rogers con su teoría no directiva, tuvo la oportunidad de comprobar los cambios evidentes, el crecimiento y surgimiento de nuevas actitudes en las Personas dirigidas a través del Enfoque Centrado en la Persona.
Rogers considera que: "El individuo posee en sí mismo potenciales recursos para su propia comprehensión, para cambiar su autoconcepto, sus actitudes, y para dirigir su conducta, y estos recursos pueden ser liberados a condición de que un determinado clima de actitudes psicológicas facilitadoras pueda ser logrado".
En este sentido el diálogo centrado en la persona requiere:
Empatía: ponerse en los “zapatos del otro”, ver las cosas desde su punto de vista, tomar en cuenta sus pensamientos, sentimientos y emociones, comprender sus acciones y la disposición a hacer acuerdos mutuos.
Consideración positiva: mostrar un interés real por el otro, generar sentimientos adecuados, apertura para el conocimiento real, confianza y afecto.
Aceptación incondicional: aprender a apreciar y valorar al otro como es, con sus fuerzas, talentos, competencias y también con sus debilidades.
Congruencia: la actitud genuina de mostrarse como se es, sin fingir, favorece un espacio de comunicación abierta, espontánea, clara y auténtica.
b) Presencia
La presencia es una cualidad indispensable para facilitar el diálogo y es precisamente “estando presente” (no en la computadora o “en la luna” sino con el otro) que se genera la posibilidad de un encuentro intra e interpersonal, cara a cara, uno a uno; donde se recrea el aprecio y alienta la confianza, autorresponsabilidad y compromiso.
La presencia tiene varios niveles, desde contactos más efímeros y rutinarios hasta encuentros profundos que dejan huella:
1. Distante: Cuando el contacto y la interacción entre dos personas son superficiales. Por ejemplo, cuando saludamos a alguien con señas desde una esquina a otra; o cruzamos miradas en el supermercado sin intercambiar palabras. Nos vimos, nos reconocimos, nos dimos cuenta; eso fue todo.
2. Lejana: Por ejemplo, cuando repetimos rutinas conversacionales, casi sin pensar: Hola, ¿Cómo estás?, ¿Qué hubo, todo bien?, etc. Parece poco más que un simple reconocimiento que te tropezaste con el otro, nada más, sin un intercambio original, nada nuevo.
3. Próxima: En este nivel se comparten sentimientos y puntos de vista. Por ejemplo, una plática de café o en la comida que va más allá de formulismos. Platican de lo que les interesa, acontecimientos, problemas, planes, etc. Probablemente éste es el nivel de presencia más común en nuestras interacciones.
4. Cercana: En este nivel de presencia hay apertura para escuchar sin prejuicios, sin condiciones, sin juzgar al otro, sino estar en el aquí y ahora con todos los sentidos, explorando vivencias, pensamientos y sentimientos. En este nivel influimos y somos influidos, aprendemos y enseñamos.
5. Intima: Es el nivel que lleva al
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