Deseos de invierno
Enviado por MarianneMonroy78 • 16 de Septiembre de 2012 • Ensayo • 806 Palabras (4 Páginas) • 945 Visitas
DESEOS DE INVIERNO
El dolor lacerante seguía en su pecho, las noches inquietas aún habitaban en su dormitorio, el temor a ser tocado aún estaba allí, pero era aún más grande el temor de confiar.
Onodera Ritsu apretó las piernas por sobre su pecho.
—Me gustas —le habían susurrado hace poco, con tiernas mejillas sonrosadas, ojos brillantes y la cálida fragancia de la esperanza —realmente me gustas, Ritsu... Por favor, sólo una oportunidad —suaves cabellos rubios caían por aquellos pómulos marcados, nariz definida y unos hermosos ojos verdes, los más preciosos que había visto hasta ahora.
—Ritsu…
Había huido de Japón producto de lo mismo, su corazón seguía doliendo pese al tiempo transcurrido y ante él se abría una nueva posibilidad de querer creer en algo parecido al amor.
—¿Por qué?
—Preguntas si es por quién es tu padre, o porque eres realmente tú, quien se esconde tras esa sonrisa amable y apaga las luces en su casa cuando cree que nadie lo ve, ni siente…
Había sonado tan hermoso, descubrirse así mismo que tras dos años aún seguía con las sábanas revueltas, el corazón acelerado y las lágrimas tras sus ojos. Había querido no llorar más, no sentir más.
Saga-sempai...
—No soy como la otra persona —y le quiso creer. Porque esta vez no era hombre, no había sentido de posesión tras aquellas suaves manos, ni dobles intenciones en esos abrazos, quería poder sentirlo nuevamente.
—Sólo estoy aquí por traslado, Sara
—Aún mejor, así quizás me eches en falta lo suficiente para que no puedas vivir sin mí.
Dulces palabras.
Dulce tentación.
Amarga traición.
Sabía que no debía haberse confiado, que algo estaba haciendo mal, que no era tiempo para darse una nueva oportunidad y que pese a todo, su adolorido corazón dijo "Créele".
¿Creerle a quién?
A la misma chica que yacía en los brazos de otro.
—Me pediste que confiara en ti —le dijo sin siquiera mostrar un nimio sentimiento de dolor o traición, todo lo contrario a cómo se sentía realmente —… Te aferraste ese día a mis ropas pidiéndome una oportunidad. Quizás no hiciste lo mismo, pero esto me duele más.
—¡¿Tú me reclamas a mí? He estado meses esperando algo de ti, tu maldito cariño, tus malditas caricias que siempre guardas para ti, ¡He estado esperando lo que sea! No quiero una relación en la cual solamente soy yo la que doy todo y...
—Así que es eso… Sabes, hoy te iba a sacar a un bonito restorán donde sé que gustas comer con tus amigas, te iba a decir lo mucho que me has cambiado y lo feliz que estuve de haberte aceptado, que lamentaba haberte hecho esperar, que ya no tenías que hacerlo más
—... No me vengas con...
—Que de ahora en adelante sería solamente tuyo, Sara... Creo que es mejor
...