Disfunción Cerebral Infantil

DISFUNCION CEREBRAL INFANTIL.

Un niño con disfunción cerebral no es un retrasado mental, si bien esta se presenta en niños con inteligencia cercana al promedio o superior a él, presentan anomalías del aprendizaje, y/o de la conducta, que van de benignos a graves, las cuales guardan relaciones con funciones anormales sutiles del S. N. C., debidas a variaciones genéticas, alteraciones bioquímicas, injurias perinatales u otras enfermedades durante los años de maduración del S. N. y que se caracterizan por varias combinaciones en el déficit de la percepción, conceptualización, lenguaje, memoria, atención, impulsos o función motora. Se hace necesario tener en cuenta el recorrido histórico de este concepto lo que permitirá ver los alcances que tiene en las alteraciones psicológicas, y así mismo determinar su clasificación y su forma de avaluar.

La disfunción cerebral infantil ha tenido múltiples denominaciones a través de la historia, sin embargo este se menciona por primera vez en el siglo XIX cuando Morgan en 1896 descubre que un niño no tiene la capacidad de leer pero que presenta apariencia de una persona inteligente. Aumentó el interés por los niños durante las dos guerras mundiales quienes presentaban infecciones producidas durante el desarrollo del sistema nervioso. Posteriormente en el año 1940 se utilizo el término “disfunción cerebral mínima” por Straus; nació de una realidad clínica y pedagógica: la existencia de un alto porcentaje de niños que no parecían capaces de seguir una escolaridad normal. Sus dificultades para aprender, y sus trastornos de conducta trascendían los límites de la normalidad. Straus propuso una distinción entre aquellos niños cuya deficiencia mental provenía de una lesión del sistema nervioso central y que había dejado alguna secuencia neurológica aunque fuera leve, y aquellos que no presentaban tales características. A los primeros les llamó deficientes mentales “exógenos” y a los segundos deficientes mentales “endógenos”. El concepto de daño cerebral infantil se independizó de del concepto de retardo mental y constituyó una entidad clínica diferente en la cual aparecían “antecedentes de lesión cerebral”. Por último la disfunción cerebral infantil ha sido reformulada por la CIE y la DSM, y la introducción del término signos neurológicos menores en los años 60.

Se le atribuyen causas etiológicas exógenas instaladas en estadios prenatales, perinatales y postnatales, tales como hipoxia, desnutrición fetal, exposición fetal a radiaciones y enfermedades, consumo materno de alcohol, tabaco, etc. Como causas endógenas, se mencionan factores genéticos y trastornos concomitantes del metabolismo.

Las manifestaciones de la disfunción cerebral mínima abarcan diferentes áreas; entre las más frecuentes figuran los trastornos de la conducta (síndrome hipercinético); trastornos de la motricidad (torpeza motora); trastornos del lenguaje verbal (problemas articulatorios y disfasias); trastornos del aprendizaje (de la lectoescritura: dislexias y disgrafías, y del cálculo: discalculias). Por lo general, son niños con inteligencia promedio o cercana al promedio.

Las discapacidades menores están asociadas a la disfunción cerebral, afectando a los niños durante su etapa escolar y que solo puede ser diagnosticado mediante la utilización de pruebas neuropsicológicas. Los niños con estas discapacidades presentan alteraciones neurológicas y neurofisiológicas en mayor grado con respecto a la población infantil no disfuncional y la inteligencia suele estar preservada.

Los signos neurológicos se clasifican principalmente en dos tipos de signos, los cuales son los mayores y menores. Los primeros son indicadores

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