ENSAYO PSICOANALISIS Y PEDIATRIA.
Enviado por Miriam Ariana • 19 de Enero de 2016 • Tesis • 3.269 Palabras (14 Páginas) • 1.417 Visitas
UNIVERSIDAD ANTROPOLÓGICA DE GUADALAJARA
LICENCIATURA EN HOMEOPATIA
INCORPORADA A LA SECRETARIA DE EDUCACIÓN JALISCO
ACUERDO SEJ: ESLI20101415
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ENSAYO PSICOANALISIS Y PEDIATRIA.
ALUMNO (A): MIRIAM ARIANA ARROYO ORTEGA
ASESOR: JUAN MANUEL AGUILAR GARCIA
GUADALAJARA, JALISCO DICIEMBRE DE 2014
CAPITULO 1.
Un complejo es una unión indisoluble entre:
Por una parte las pulsiones, de metas diferentes a veces contradictorias, cada una de las cuales pretende dominar, las prohibiciones, de orden cultural, que oponen a la realización de algunas pulsiones. Las pulsiones (instintos) son impulsos primarios de fuentes fisiológicas que tienden a un fin y que exigen una gratificación. Algunas pulsiones tropiezan con prohibiciones. Siendo inconscientes tanto esas pulsiones como sus prohibiciones su conexión, el complejo, es inconsciente. Sin embargo, las reacciones generadas por esta situación conflictiva inconsciente se manifiestan en el comportamiento. Castración, en el sentido psicoanalítico, significa ¨frustración de las posibilidades hedónicas¨, frustración de las posibilidades de búsqueda de placer.
LAS INSTANCIAS DE LA PERSONALIDAD SEGÚN EL PSICOANALISIS FREUDIANO.
El ello, fuente de las pulsiones energía libidinal ciega que, como un rio, debe encontrar donde derramarse. La libido es a la sexualidad lo que el hambre es a la desnutrición. El yo, centro de satisfacciones y de insatisfacciones conscientes, núcleo limitado, organizado, coherente y lucido de la personalidad. A través de el ello entra en contacto con el mundo exterior. Primero es barrera entre el ello y el mundo externo y después, entre los seis y los siete años, entre el ello y el superyó. El superyó, especie de guía formado por la integración de experiencias, permitidas y prohibidas, tal y como fueron vividas en los primeros años. Sede de una fuerza inhibidora que también actúa ciegamente, el superyó es incapaz de evolucionar sensiblemente por sí mismo después de los ocho años, aun si las circunstancias de la vida modifican totalmente las exigencias del mundo exterior.
CONSCIENTE, INCONSCIENTE, PRECONSCIENTE.
El conjunto de ideas que nos representamos en un momento dado constituye el consciente. De todas aquellas que están en ese momento fuera de nuestro campo consciente decimos que son inconscientes. Sin embargo, entre estas últimas es necesario distinguir las que podemos evocar a voluntad y el inconsciente propiamente dicho, que siempre será prácticamente desconocido. Racionalizaciones a los móviles que el individuo alega para justificar los actos cuyo verdadero motivo le es desconocido. Freud formula la hipótesis de que todo fenómeno psíquico tiende a volverse consciente. Si sucede que desde su aparición el impulso libidinal encuentra prohibiciones en el mundo exterior, la representación es reprimida, la carga afectiva que la sostiene permanece; se vuelve angustia. Se reserva el nombre de angustia primaria al sufrimiento resultante de un conflicto entre las pulsiones libidinales y las prohibiciones exteriores al sujeto. Se da el nombre de angustia secundaria a la que resulta de un conflicto entre el superyó y el ello en el seno mismo de la personalidad del sujeto.
El papel del superyó es favorecer las ¨sublimaciones¨ utilización de la libido en actividades sociales toleradas o estimuladas por el mundo exterior. El elemento dinámico del ello es la libido y el elemento dinámico del superyó es también esa misma libido. Si las sublimaciones utilizan plenamente el dinamismo de las pulsiones reprimidas, y si el superyó deja al ello un margen bastante grande para satisfacciones directas, todo irá bien, la represión será silenciosa y sin angustia. Resistencia entra en acción desde el momento en que las interpretaciones psicoanalíticas dejan entrever una posible relajación de ideas y de recuerdos reprimidos; a esta señal el superyó reacciona aumentando su vigilancia con mayor rigor. El tratamiento psicoanalítico está fundado en el análisis de las resistencias. Se realiza en la ¨transferencia¨, es decir, en el despliegue por parte del enfermo de una situación afectiva frente al médico, positiva, negativa o, lo que es más frecuente, mixta.
CAPITULO 2.
Etapa Oral. Fase de organización libidinal que se extiende desde el nacimiento al destete y que está colocada bajo la primacía de la zona erógena bucal. La necesidad fisiológica de succionar aparece desde las primeras horas de la vida; pero, una vez saciado, él bebe continua durante el sueño de su digestión realizando movimientos de succión con los labios, mientras que su aspecto exterior reposado y beatifico traduce la voluptuosidad. La actitud frente al mundo exterior va a conformarse a este modelo de relación amorosa. Desde el momento en que una cosa interesa al niño, se la llevara a la boca. Absorber al objeto, participar de él, implica el placer de ¨tener¨. Que se confunde para él bebe con el placer de ¨ser¨. Es en la etapa oral cuando se forman los caracteres egoísta de tipo captativo, sujetos que buscan en su vida genital, sin distinción de sexo y a priori, la afección exclusiva de un ser elegido conforme al modo de relajación objetal oral.
Etapa oral. El niño ha alcanzado ya un mayor desarrollo neuromuscular: la libido, que provocaba el chupeteo lúdico de la etapa oral, provocara ahora la retención lúdica de las heces o de la orina. Se remite la formación de los caracteres concienzudos, sobrios, regulares trabajadores, serios y científicos en aquellos que hallaron placer en conformarse a las nuevas exigencias que se les planteaban: en los otros, se encontrara a los obstinados, los malhumorados, los testarudos, los que gustan de llamar la atención por su desorden, su suciedad, su disciplina o también aquellos que se hacen insoportables a los que rodean por su afán de orden meticuloso, rayano en la obsesión. El pensamiento en esta etapa, la iniciación ambivalente, esta sensibilizada a la percepción de pares antagonistas.
Etapa fálica. Desde la fase oral del lactante asistimos al despertar de la zona erógena fálica, el pene en el niño y el clítoris en la niña. El pensamiento en la etapa fálica. Cuanto mayor se hace el niño, menos se ocupa de él materialmente la madre y los afectos libidinales que se refieren a ella como objeto adoptan casi siempre la forma de fantasías o ensueños que le conciernen. Chica o chico, el niño a quien su madre abandona, al menos a sus ojos de pequeño déspota amoroso, se da cuenta de que no es el único interés de su madre, ni la única meta de sus actividades. Hay un rival en la persona de su padre, cuando no hay rivales suplementarios, los hermanos y las hermanas. Para plegarse a la naturaleza el niño deberá no solamente abandonar su rivalidad, a veces odiosa, con el progenitor del mismo sexo sino identificarse con él. Deberá desarrollar las cualidades que harán del muchacho un hombre y de la chica una mujer. Además del complejo de castración, del que estudiamos más atrás las modalidades energéticas que operan en este trabajo estructurante, la disminución de las demandas libidinales, inherente a la fase de latencia, concurrirá a ayudarle en este paso difícil.
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