ENSAYO SOBRE UNA VISIÓN MASCULINA DE LA PÉRDIDA DE LA VIRGINIDAD FEMENINA
NataliaCorredorDocumentos de Investigación11 de Noviembre de 2017
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UNA VISIÓN MASCULINA EN LA PÉRDIDA DE LA VIRGINIDAD FEMENINA
Gladys Corredor* Lina Lázaro** Luisa Rueda*** Y Silvia Pallares****[1]
RESUMEN
La presente investigación tuvo cómo objetivo conocer los prejuicios o creencias que tienen los hombres universitaríos de la UNAB con respecto a la virginidad femenina. Los hallazgos muestran una gran secularización en las creencias que tienen los entrevistados en comparación con sus familiares frente al tema abordado, habiendo una excepción en uno de ellos donde sus ideas eran permeadas por sus creencias religiosas e infundidas por su núcleo familiar; a su vez, notamos una polisemia frente al concepto de virginidad.
Palabras clave: Virginidad; prejuicios; secularización.
ABSTRACT
This investigation had as a goal knowing the prejudices or thoughts of the UNAB university men have regarding the feminine virginity. The findings show a big secularization in the beliefs that the interviewed have in comparison with their relatives in relation to the topic addressed, having an exception in one of them where his ideas were permeated by their religious beliefs and infused by their family nucleus; In turn, we noticed a polysemy in front of the concept of virginity.
Keywords: Virginity; prejudices; secularization.
Introducción
Cuando ciertas cuestiones ligadas al universo femenino parecían superadas Colombia, he aquí que, como fantasmas del pasado, resurgen. Grupos políticos estimulados por visiones religiosas fundamentalistas no sólo evitan que las leyes más modernas sean aprobadas enF el país, sino también tratan de promover retrocesos sociales en lo que se refiere a las relaciones de género. Además, en un tiempo en que persisten discriminaciones y violencias contra las mujeres, vemos nuevas tecnologías y formas mejoradas de comunicación siendo usadas también para agravarlas.
Dentro de la historia de la virginidad, el pensamiento y la práctica de griegos y romanos le conferían un carácter político al
cuerpo femenino. Las tres diosas vírgenes (Atena, Artémis y Hestia) representaban diferentes dimensiones simbólicas de la virginidad que servían de modelos para los mortales y definían rituales ligados a la protección de la infancia, del hogar, de la ciudad, del "mundo civilizado". Las niñas púberes encarnaban el "futuro de la ciudad", la posibilidad de continuación de la sociedad, que era patriarcal; pertenecían al padre a quien podía ofrecerlas como esposas para que dieran a luz a nuevos ciudadanos. Por otra parte, las interpretaciones acerca de la virginidad que surgieron con las religiones monoteístas, como los judíos, la valoraban, sobre todo, como forma de garantizar la legitimidad de la futura prole; así, el control de la sexualidad femenina y su "pureza" eran fundamentales. Para los antiguos hebreos, hombre y mujer tenían igual posibilidad de obtener placer en las relaciones carnales, la unión de cuerpos no perjudicaba la espiritualidad y la pareja era valorada. Sin embargo, en la familia y en la sociedad, la dominación masculina acabó reforzada; en el judaísmo, la menstruación pasó a ser signo de impureza, la "desfloración con sangre", un emblema, y los sucesivos embarazos, una obligación de la mujer casada. Con el cristianismo, la virginidad ganó valor moral y espiritual, ideada como un camino para la santidad. Entre los musulmanes, la virginidad femenina significaría la posibilidad máxima (sólo para los hombres) de alcanzar la satisfacción sexual, más importante que la autenticidad de la filiación es "ser el primero", si es posible, de varias, lo que refuerza la posición dominante del hombre.
Mantener a las jóvenes "puras" hasta el matrimonio se ha vuelto algo más problemático con el aumento de la edad al casar propiciado por la Revolución demográfica. A ellas corresponde la responsabilidad moral en la preservación de su virginidad y, consecuentemente, mayor culpa en caso de pérdida antes del matrimonio. El proceso de desacralización de la virginidad se inició con el Iluminismo, y avanzó gracias al desarrollo científico, a la laicización de la sociedad y a la emancipación femenina. El cuerpo humano pasa a ser naturalizado y secularizado. La autoridad de la ciencia se impuso en el imaginario social y pasó a establecer reglas de vida, inspirando una "moral higiénica. A partir del final del siglo XIX, el individualismo, el declive de las vocaciones religiosas, los cambios en las representaciones de lo femenino, la valorización del feminismo aceleraron la desimportancia de la virginidad. Después de la Primera Guerra Mundial, el ritmo aumentó con la difusión de prácticas anticonceptivas en las manos de las mujeres, la escuela mixta, el crecimiento del número de médicos y de las investigaciones sobre sexualidad. Las referencias al sexo, la valorización del deseo y las descripciones del acto sexual se han vuelto cada vez más banales en la prensa, el cine, la literatura y las aulas. Así, la virginidad y su función como garantía de legitimidad de la prole se extinguió con los avances científicos en el control de la natalidad y en las pruebas de ADN. Su función de conferir status y autonomía al "sexo débil" perdió la razón de ser con la emancipación femenina. Y la de asegurar la dominación masculina en la unión conyugal disminuye mucho con la liberación sexual y la declinación del patriarcado. Sin embargo, aunque las jóvenes puedan disponer de su virginidad, la libertad sexual y la valorización de las elecciones, dejar de ser virgen es todavía un rito, triunfal o angustiante, debido a la infinidad de prejuicios que conservan las personas respecto a ello.
Para profundizar en el tema propuesto, resulta necesario aclarar ciertos conceptos que de manera introductoria dotarán el lector de conocimientos previos que configuran los aspectos a tratar. En primer plano, es sabido que un prejuicio se crea por conveniencia, para discriminar, descartar o dominar a otras personas o aceptarlas preferentemente, sin tener remordimientos y sin reflexionar si es bueno o malo, o si es una opinión objetiva o subjetiva. En otras palabras, los prejuicios son creaciones propias, las cuales se encuentran ligadas con las experiencias pasadas, los ideales, la influencia de otras personas, y el conocimiento -o ignorancia- en ciertos campos, por lo cual no son más que especulaciones llenas de incertidumbre mediante las cuales suponemos hechos sin siquiera tener fe de ello. En base a esto, la presente investigación propone enlazar dichos prejuicios adquiridos acerca de la virginidad femenina con las ideas irracionales, siendo aquellas que se instalan en la mente, generan pensamientos automáticos negativos y expectativas superfluas sobre las diversas situaciones de la vida, haciendo que se responda ante ellas de manera inadecuada.
El problema fundamental de los prejuicios es que derivan en situaciones de injusticia y discriminación. Esto significa que a determinadas personas se les da un trato diferente o de inferioridad, sin motivo ni justificación. De allí que los prejuicios puedan tornarse en sentimientos de xenofobia, homofobia, sexismo, racismo, intolerancia religiosa, entre otras.
Pregunta Problema
¿Qué prejuicios o creencias tienen los hombres universitarios de la UNAB con respecto a la perdida de la virginidad femenina?
Objetivo General
Determinar qué prejuicios o creencias tienen los hombres universitarios de la UNAB con respecto a la perdida de la virginidad femenina.
Objetivos Específicos
- Analizar la información recopilada y organizándola detalladamente, determinando así los patrones de prejuicios o creencias acerca de la pérdida de la virginidad femenina que pueden llegar a tener los estudiantes de la Unab.
- Realizar a partir de información recopilada una contrastación con otras teorías e investigaciones realizadas hacia la percepción de la pérdida de la virginidad femenina.
- Determinar a partir de los resultados contrastados, las posibles esquemas a modificar a la hora reestructurar los prejuicios que pueden llegar a tener los hombres frente a la pérdida de la virginidad femenina
Marco Teórico
El origen de las creencias irracionales está en el propio ser humano, que nace tanto crédulo y educativo y acepta toda suerte de ideas, sentimientos y acciones que sus padres y cuidadores muestran, ya sean funcionales o no. Incluso cuando se aceptan creencias irracionales ajenas, hay una tendencia a reconstruir tal creencia y mantenerla activa, aunque se manifieste sólo años después de haber aprendido. Algunas creencias irracionales en los niños, como la idea de que deben ser amadas o aprobadas por todos aquellos que son significativos para ella, no son enteramente inapropiadas a la infancia, pues los niños realmente deben ser capaces de generar vínculos con los demás para sobrevivir. Sin embargo, cuando esas ideas se mantienen en la adolescencia y en la edad adulta, a menudo generan importantes frustraciones cuyas consecuencias acaban por caracterizar el funcionamiento desadaptado del individuo (Ellis, 2003). Las personas aprenden estas creencias en su entorno social, aunque tienen una tendencia innata para construir creencias irracionales a partir de sus experiencias (Rangé & Fenster, 2004). Así, una creencia irracional, más allá de los límites de una simple preferencia, es una exigencia dogmática, inflexible, que colabora fuertemente para el desarrollo de trastornos emocionales. A partir de la consideración de las imposiciones absolutistas y de las distorsiones cognitivas, Ellis enumeró 11 creencias irracionales que representan el aspecto central de su tratamiento (Rangé & Fenster, 2004. El pragmatismo de la psicología pronto llevó a la necesidad de la creación de un instrumento que hiciera concreta la manifestación de las creencias irracionales para el paciente; al final, según Ellis (2003) considera, cuando las personas se dan cuenta de que se sienten mal en función de sus creencias absolutistas sobre sí mismos, sobre los demás y sobre el mundo, casi siempre suelen debatir y desafiar esas ideologías disfuncionales, yendo contra ellas y regresando a un estado no funcional de preferencias y deseos.
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