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El Sistema De La Salud Mental


Enviado por   •  10 de Febrero de 2014  •  3.892 Palabras (16 Páginas)  •  341 Visitas

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CAPITULO 2

ELSISTEMA DE LA SALUD MENTAL

Los problemas comprendidos en el campo de la salud mental pertenecen enteramente a la producción y circulación de valores en las relaciones humanas. Aun cuando la naturaleza biológica de los hombres esté comprometida y participe en estas relaciones, los valores salud y enfermedad mental, tanto en los indivi¬duos como en los grupos humanos, los modos técnicos en que son abordados y los saberes que se ponen en juego requieren de una referencia a la realidad social, recortan en ella un sector de la problemática subjetiva conformando una disciplina que instau¬ra y regula el conjunto de prácticas ligadas a ese sector. Hemos de tener en cuenta que las relaciones; que los hombres mantienen entre sí, como con la naturaleza y consigo mismos, no son datos inmediatos que la conciencia espontánea pueda reflejar. Si la realidad, tanto social como natural, no fuera algo a descubrir, o si fuera captada por la conciencia en los modos aparenciales de presentarse, no habría necesidad de la ciencia. También en Salud Mental, aunque no constituya en sentido estricto una ciencia, partimos de un horizonte de racionalidad científica que nos obliga a analizar el conjunto complejo de articulaciones que se establecen entre la producción social de valores en Salud Mental, los modos históricos de representación de los problemas que suscita la enfermedad mental, es decir, la conformación de saberes y teorías, y las prácticas correspon¬dientes.

Hemos entonces de partir de este primer postulado: el objeto dé la Salud Mental (del mismo modo que se habla del objeto de una ciencia) no es un objeto natural, es un objeto social-histórico, que no se restringe a la producción de enfermedades mentales sino a los valores positivos de salud mental, en que las mismas enfermedades pueden ser pensadas y explicadas.

La ambición de la psiquiatría de constituir una ciencia positiva sobre la enfermedad mental, ideal nunca realizado, se ha visto suplantada progresivamente por una concepción de los problemas de la salud mental que ha complejizado su objeto, o mejor dicho, ha puesto en evidencia la complejidad intrínseca a la producción de salud y enfermedad mental en los individuos y en los grupos humanos, ampliando por consiguiente el abanico de respuestas teóricas y los modos de abordaje técnico.

Hablar del objeto de una disciplina significa hablar de las problemáticas que ésta se ha planteado, es decir, de los recortes teóricos y prácticos que realiza en el tejido social, para adecuarlos a sus soluciones. En este sentido, sin pretender construir una historia de la Salud Mental, hemos de ocuparnos de los modos históricos en que los problemas de Salud Mental se han plantea- do y fueron abordados, porque por motivos teóricos, políticos y prácticos, los problemas fueron planteados de ese modo y se cons¬truyeron las respuestas que se dieron en distintos momentos históricos y en distintos contextos sociales. Entre otras razones porque pensamos a las disciplinas, y aun a las científicas, como constituyéndose en el seno de un debate, de un conflicto de los hombres con la naturaleza o de ellos entre sí, lucha del hombre que "quiere apropiarse del mundo en modo del pensamiento”. Por eso nos es necesario no el relato lineal de los pasajes de la psiquiatría moral de Pinel al modelo anatomoclínico de Kraepelin, o luego a la constitución de la llamada Salud Mental, sino que buscaremos establecer una explicación racional de los repentinos cambios en las teorías, en las prácticas y aun la redefinición de los problemas. Porque no se trata del despliegue histórico de un saber, que progresa y unas prácticas más adecuadas y eficaces para curar, como suelen pensarlo los historiadores positivistas de la psiquiatría, sino en analizar la sucesión de coyunturas teóricas y prácticas, los repliegues y re-ordenamientos, que constituyen esa historia. En este aspecto es importante estar advertidos de que el evolucionismo en historia de una disciplina, o aun de una ciencia, es necesariamente positivismo en el interior de la disciplina, ya que supone una razón que progresivamente se va apoderando del objeto de conocimiento "iluminándolo”. El campo de la Salud Mental, en su constitución actual, como trataremos de abordarlo, no es entonces para nosotros el resultado acabado, moderno, de una concepción más correcta de los problemas y unas prácticas más sabias y racionales, sino la forma en que se van definiendo las problemáticas de la Salud Mental y sus abordajes en la actual coyuntura. Ha de interesarnos entonces el estudio de la constitución es

al mismo tiempo la historia real de esta disciplina. Hemos de oponer por lo tanto a la noción positivista de progreso del conocimiento, la de reordenamiento de los saberes sobre la salud y enfermedad mental, y a la idea de una continuidad de la psiquiatría en la llamada Salud Mental la de ruptura y redefinición de los problemas. En las políticas actuales en este sector

de las condiciones generales del bienestar, se ocupa específica- mente del bienestar psíquico y el sufrimiento mental, por lo que está estrechamente, unida á las condiciones sociales de la vida. La pareja, la familia, la vida comunitaria, la participación en la vida política, etc. no es que condicionen o sean contexto del bienestar psicológico sino que son el ámbito mismo de producción valores de felicidad o sufrimiento, conocimientos enriquecedores de la personalidad o empobrecimiento intelectual. Y estos valores, como los sistemas teóricos que los representan en el pensamiento, son propios de cada cultura en cada momento de su desarrollo.

Ya hemos señalado que las cuestiones relativas a la salud y enfermedad mental no tienen su origen en datos naturales, es decir que las normas de relación en las cuales se producen estos valores no son normas biológicas sino sociales. Las estructuras generatrices de la enfermedad mental funcionan en todas las culturas y sociedades, y en los distintos momentos históricos, en el mismo campo semántico en que se constituye el discurso social. Es decir que no hay una representación de la enfermedad mental, tanto en quien la padece como en quien construye saberes y prácticas sobre ella, que no esté sustentada en un orden de lenguaje y significación. Los modelos casualistas de la psiquiatría organicista, aun de la moderna psiquiatría biológi¬ca, postulan una generación de la enfermedad en un orden extralingüístico, natural, pero tal causalidad, de ser cierta, no exime de comprender que todo sufrimiento subjetivo está me¬diatizado por la relación del individuo a los símbolos que lo unen al mundo a los otros individuos y a si mismo. Luego volveremos

sobre esto. Nos interesa por ahora destacar que estas postulacio¬nes han representado y siguen representando un

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