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El SuperYo


Enviado por   •  13 de Marzo de 2012  •  830 Palabras (4 Páginas)  •  511 Visitas

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El Súper Yo

En el extenso campo psicoanalítico, algunos han creído que el superyó, por ser un dique contra los deseos incestuosos, es totalmente normativo y regulador de los vínculos humanos. Incluso algunos han sostenido que la instauración del mismo en el psiquismo, consagra la autonomía del sujeto. Para Freud y Lacan, es todo lo contrario.1 Indagar acerca de esa instancia psíquica, planteada por el fundador del psicoanálisis, y ver su otra cara, aquella que exhibe crueldad y sadismo, nos podría ayudar a saber más acerca del sufrimiento que generan los síntomas, de la angustia y de la inoperancia de la ley en muchos casos y en muchos aspectos de la vida en sociedad. Esto último se traduce en que, a pesar de las leyes, mandatos y campañas de promoción, se sigan presentando comportamientos que indican excesos pulsionales, tanto de la sexualidad como de la agresividad.

En primer lugar cómo situaba Freud, en su texto de 1923 "El Yo y el Ello", esta instancia del superyó. Se trata de un superyó que habla al sujeto con una doble voz. Escribe Freud en ese texto:

"Pero el superyó no es simplemente un residuo de las primeras elecciones de objeto del Ello, sino también una enérgica formación reactiva contra las mismas. Su relación con el yo no se limita a la advertencia: ‘Así – como el padre – debes ser’ sino que comprende también la prohibición: ‘Así – como el padre – no debes ser: no debes hacer todo lo que él hace, pues hay algo que le está exclusivamente reservado’".

El superyó es, pues, en primer lugar un residuo, el resto de una primera elección de objeto, el resto de un goce experimentado por el sujeto en una relación en la que, como dirá Freud en otra parte, el sujeto es el objeto. Vemos ya aquí la condición de objeto que aparece de entrada en la dimensión de voz del superyó, en la llamada "voz de la conciencia" en primer lugar. El superyó es el residuo de aquello que el sujeto fue como objeto del goce del Otro. Pero el superyó es también para Freud una reacción a esa dimensión de resto de goce, una respuesta enérgica a la satisfacción pulsional para señalar su límite, ahí donde el propio sujeto tendería a desaparecer en su ser de objeto del goce del Otro.

Consideremos ahora la estructura formal de esta ley del superyó más allá del contenido de su enunciado. Consideremos la forma de su enunciación. Vemos entonces que es una ley antinómica, es decir una ley contradictoria: "así como el padre debes ser, así como el padre no debes ser". De una máquina construida con una ley así, uno sólo podría esperar que se destruyera a sí misma, devorada por su propia contradicción.

El problema no es entonces que la ley imponga o prohiba algo; eso es algo que más bien alivia, como sabe muy bien el sujeto religioso o el sujeto neurótico. A veces el neurótico no busca más que eso, una ley segura

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