El niño no es niño porque sea pequeño; es niño para llegar a ser adulto"

El niño no es niño porque sea pequeño; es niño para llegar a ser adulto"   

-Claparède- 

La infancia constituye el periodo más importante de cada individuo, pues es en esta etapa en dónde tiene cabida el proceso de humanización, es decir el aprendizaje de su naturaleza, en donde van entrelazadas cuestiones cómo: la formación de normas, valores e incluso una identidad que les permite hallar lugar alguno en su entorno. Es en este punto en donde se determinará el formar un ser integro y  útil para la sociedad. 

Debido a que el niño es frecuentemente tan solo objeto de emociones: ternura, alegría o preocupación por las necesidades fisiológicas que van demandando; se le va perdiendo la real importancia a la primera infancia, concientizar de esto es una cuestión aun más compleja. Es por esto que mi principal objetivo en este documento será resaltar el verdadero valor que representa el mundo infantil y el ayudar a comprender que es de él, el niño, de la calidad de su infancia, que depende en gran parte la sociedad futura. 

Para dar esta cuestión su verdadero valor se necesita entender el fascinante desarrollo del que nos hemos convertido en testigos ausentes, pues ya habituados al fenómeno del crecimiento no vemos lo que realmente sucede, ni siquiera captamos su real significado. 

Al nacer el niño inspira en los demás aparte de sensaciones normales de felicidad y ternura, una tendencia a querer hallar rasgos relacionados con sus padres o incluso buscar algunos originales.Estos comportamientos triviales, señalan una verdad profunda: A través del recién nacido se perciben nociones de herencia. Pero, ¿Hasta que punto influirá la genética en quien realmente será el niño?  

El aspecto de semejanza o parecido físico es en general lo que más impresiona y lo que realmente juega un papel clave, ya que al identificar un vínculo especial con alguno de sus padres, se empieza a crear una determinación profunda en la actitud hacia el niño. 

Esta cuestión deriva en realidad un verdadero peligro. Cuando se dice que el niño << tiene esto de sus padres >>  se crea una idea congelada de esta característica, pensando así, que ni siquiera su propia madre podría cambiarla. Esta conclusión ya a este punto fatalista, incita a abstenerse de todo esfuerzo de educación, "una notable almohada para la pereza pedagógica"1. 

Se cree incluso que somos un puzzle de quienes nos han precedido, con actitudes que marcadas ya por la herencia jamás se podrán modificar. Pero, respecto a ello ¿Qué nos habla la psicología?  

Es necesario entender que en materia de herencia psicológica en el hombre, los conocimientos son aún más limitados. Aunque es fácil hablar de una herencia en rasgos faciales, ya en lo que concierne a aptitudes psicológicas o los rasgos caracterológicos, se esta menos relacionado. 

Analicemos por ejemplo una situación y como marco la familia; De donde se obtienen quince compositores de mérito repartidos sobre cinco generaciones, aunque es cierto que algunos trabajos llevan a concluir que se trata de una herencia de talento musical, se podría tratar aún más claramente de un ámbito en donde se cultiva intensamente la música llevando al niño a tener una relación con ella desde muy pequeños. 

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