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Enfoque Teorico De La Personalidad


Enviado por   •  6 de Mayo de 2013  •  2.346 Palabras (10 Páginas)  •  577 Visitas

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El enfoque teórico sobre la personalidad

Antes de iniciar cualquier valoración sobre la formación de la personalidad, es un requisito científico indispensable la adopción de una posición teórica sobre ella, a partir de las múltiples concepciones existentes y desde las posiciones de lo más valioso del pensamiento psicopedagógico de orientación humanista. En aras de síntesis, las ideas principales serán expuestas a continuación:

- La personalidad constituye la expresión superior del mundo subjetivo del hombre que adquiere un carácter histórico concreto.

- La determinación social de la personalidad nunca será directa ni inmediata, pues las influencias ocurren por múltiples vías y a través de las características individuales del propio sujeto, es decir, a través del prisma de su subjetividad.

- El proceso formativo de la personalidad se expresa en el comportamiento del sujeto mediante la exteriorización conductual de sus cualidades internas (subjetivas). Es pertinente aclarar que la conducta es un elemento importante que refleja el nivel de desarrollo de la personalidad, pero no de manera absoluta porque se puede simular, por lo que es necesario no limitarse solamente a ella como indicador de desarrollo, teniendo en cuenta que no es la personalidad la que actúa sino el sujeto con un carácter intencional.

- Detrás de esas manifestaciones externas y concretas de la personalidad están las regularidades cualitativas formadas sistemáticamente, aunque no siempre habrá una relación directa y unívoca entre ellas por lo expresado anteriormente.

- Por su importancia en la vida del hombre, la personalidad se erige, a la vez, en una categoría y en un principio cuya esencia radica en que todo proceso o elemento subjetivo está necesariamente implicado en síntesis reguladoras más complejas, esto es, que nada dentro de la personalidad se encuentra ni funciona aisladamente sino en relación y en dependencia del resto de los demás fenómenos subjetivos.

- Como organización estable y sistémica de los contenidos y funciones psicológicas que caracterizan la expresión integral del sujeto, determina la regulación y autorregulación del comportamiento.

- Dentro de la función autorreguladora de la personalidad existen diferentes niveles, de los cuales el superior es aquel en que el sujeto participa de forma consciente y activo en la determinación de su comportamiento, mediante sus reflexiones y elaboraciones personales, imprimiéndole un sentido personal a sus acciones y orientada por objetivos que trascienden la situación presente.

La autorregulación de la personalidad

El concepto de autorregulación resulta central en esta concepción teórica sobre la personalidad, la cual plantea la necesidad de concebirla como un sistema autorregulado (A. Minujin y R. Avendaño, 1988, 1989 y 1990), donde todos los elementos funcionan de forma integrada y adquieren cualidades específicas en cada persona. Otros autores, como J. Conil y A. Domingo, 1993, se refieren a la autonomía de la personalidad desde una posición ética, que en esencia es lo mismo.

La estructura sistémica de la personalidad se mantiene a lo largo de la vida, pero sufriendo cambios cuantitativos y cualitativos en las diferentes etapas de su ontogenia. Las nuevas adquisiciones psicológicas se van integrando dinámicamente.

Dentro de esta concepción se revela el complejo mundo motivacional del hombre y su afectividad en las diferentes facetas de su vida, así como la autorregulación en la esfera moral, núcleo decisivo en la formación de la personalidad, pues la fisonomía moral constituye la base sobre la que se erige el resto de la vida psíquica y social de las personas.

La autorregulación moral de la personalidad

La moral, como forma de la conciencia social, no solo es objeto de reflexión filosófica sino también psicológica por la existencia de mecanismos subjetivos que determinan la conducta del hombre, de acuerdo con las normas sociales imperantes, sin pretender establecer una correspondencia unívoca entre moral predominante y conducta personal.

Se puede afirmar que en el centro de la personalidad están los valores morales que ha interiorizado el individuo como resultado de la educación y que ha traducido en cualidades que regulan su conducta. Antes de que se cristalice en el hombre su posición política e ideológica, debe haber una posición ético-moral más o menos consciente. Por la importancia de este problema, varios autores se han dedicado a investigarlo desde una óptica psicológica y con resultados concretos. Por ejemplo, F. González (1982a, 1982b, 1982c, 1983 y 1989) ha considerado el nexo entre la regulación moral con el desarrollo integral de la personalidad, la inserción del ideal moral en el sistema regulador de ella, aclarando que el ideal efectivo no puede ser una sumatoria de cualidades o atributos referidos a un modelo y que este ideal moral constituye una formación psicológica significativa en el proceso autoeducativo del hombre.

Aclara este autor que la educación moral (1985) no debe estar en la transmisión de contenidos y valores estándares, sino en el proceso de configuración conjunta con el educando, de un sistema de valores personalizados portadores de un sentido moral para él, realmente vivenciado y asumido, lo que conduce a la diferenciación individual en la apropiación de la moral. Y plantea como exigencias a la personalización de los valores que:

1. No se agotan en las conductas ni en las expresiones intencionadas del sujeto. No pueden limitarse a la simple reflexión del educando sobre problemas actuales, cotidianos, de orden moral.

2. Se forma en la comunicación interpersonal por su racionalidad y afectividad.

3. Implica la congruencia de los nuevos valores que se desean educar con una racionalidad individualmente asumida. El cambio brusco de valores crea inseguridad, escepticismo e incredulidad.

Además, este autor se ha referido a la inexistencia de una relación lineal entre el plano valorativo-reflexivo con el comportamiento concreto, existiendo al respecto relaciones complejas y mediatizadas por múltiples factores, pues la efectividad de la regulación moral es sumamente compleja, así como a no establecer una falsa contraposición entre individualismo y colectivismo en la actuación.

En cuanto al debate actual sobre la formación de valores en la sociedad cubana, F. González (1996) planteó que la comunicación es sustancial, no como instrucción, orientación o transmisión, sino como comunicación

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