Evaluación Educativa Y Su Problemática

En los últimos años la evaluación ha tenido un gran impulso en el sistema educativo, de modo que actualmente ocupa un lugar importante en los centros escolares. Si bien se reconocen algunos beneficios que la evaluación ha traído consigo, dada la importancia que ésta ha adquirido al estar vinculada a beneficios materiales y simbólicos, se ha generado un conjunto de creencias y prácticas que resultan perniciosas para el desarrollo y la mejora de la educación.

La evaluación ha llegado a abarcar prácticamente todos los ámbitos y elementos del sistema educativo. Esta tarea se emprendió con la convicción de que la evaluación nos conduciría a lograr la calidad de la educación, haciendo al sistema más eficiente y transparente. No ha sido así en absoluto, el cambio y la mejora en educación es un proceso mucho más complejo de lo que los impulsores de las pasadas reformas llegaron a suponer (Fullan y Hargreaves, 1997).

Para que la evaluación tenga valor debe ser de calidad. No se trata de evaluar constantemente porque si las evaluaciones son pobres no sólo no harán ninguna contribución a la calidad, sino que pueden resultar contraproducentes porque pueden inmunizar a los participantes contra la evaluación o provocar que ésta sea desprestigiada.

Para que la educación sea de calidad, se deben reformar las evaluaciones que hacemos actualmente, porque tal como las hemos estado diseñando y aplicando, lo cierto es que estamos lejos de emplear la evaluación como un medio para la mejora de las escuelas.

Una de las funciones más importantes de la evaluación es la motivación que puede producir en los participantes. La investigación más reciente ha revelado que lo que hace más efectivo el aprendizaje, es que los alumnos se involucren activamente en el proceso de evaluación (Stiggins, 2002). Las formas en las cuales la evaluación puede afectar la motivación y la autoestima de los alumnos, así como los beneficios que implica comprometerlos en la autoevaluación, sugieren que ambos merecen una cuidadosa atención.

La evaluación es una herramienta de doble filo, ayuda a que el alumno y el profesor se esmeren en obtener buenos resultados, pero estamos en un sistema burocrático donde no se puede confiar cien por ciento en los medio de difusión. El descuido en la difusión de los resultados de la evaluación del aprendizaje, reduce la confianza y la moral de las escuelas, daña la autoestima de los alumnos y sus profesores, con lo que se discrimina a los grupos desfavorecidos y se perpetúan las diferencias entre escuelas e individuos.

La evaluación es buena sólo si sirve para enriquecer plenamente a las personas que en ella intervienen (Hopkins, 1989) y para desarrollar los programas e instituciones evaluadas; si produce confianza y deseos para continuar aprendiendo a lo largo de la vida.

Creo que la evaluación, por las implicaciones que tiene en la vida de

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