Formacion De Sintomas
Enviado por eduardoeduardo00 • 3 de Octubre de 2012 • 1.740 Palabras (7 Páginas) • 427 Visitas
1
LA FORMACIÓN DE SÍNTOMAS EN LA HISTERIA
Ruy Henríquez
Los mecanismos que intervienen en la formación de síntomas en la histeria, y en la
neurosis en general, son los mismos que intervienen en la producción de los fenómenos
oníricos. Frente a un síntoma se debe siempre suponer la participación de procesos
inconscientes, en tanto que los procesos concientes jamás producen síntomas
neuróticos.
Como los sueños, los síntomas suelen considerarse fruto del azar o del
cansancio, de la distracción, de la actividad somática, de los caracteres hereditarios o,
incluso, de la simulación como ocurrió durante mucho tiempo con la histeria.
Al tener en cuenta el concepto de inconsciente no sólo los sueños, los actos
fallidos, los olvidos y los lapsus tienen sentido. También las ideas obsesivas, las fobias,
las parálisis histéricas y, en general, los síntomas neuróticos pueden ser así
interpretados.
Aunque los síntomas son una producción del inconsciente, ellos mismos no son
inconscientes. Los síntomas son más bien efectos, ramificaciones, manifestaciones de
procesos inconscientes. Procesos psíquicos que pudiendo haberse desarrollado hasta
llegar a la conciencia, se ven perturbados e interrumpidos en su curso, obligados a
permanecer inconscientes.
El síntoma se forma en sustitución de algo que no ha conseguido manifestarse a
la conciencia. La existencia del síntoma tiene por condición el que un proceso psíquico
no haya podido llegar a su fin normal y hacerse, por tanto, consciente. El síntoma viene
entonces a sustituir a aquella parte evolutiva del proceso que ha quedado obstruida. Los
2
síntomas son considerados como una transacción o permuta, esto es, un proceso
psíquico inconsciente que logra su acceso a la conciencia a cambio de deformarse hasta
el punto de resultar irreconocible.
Ocurre que contra el acceso a la conciencia, del proceso psíquico en cuestión, se
eleva una violenta oposición, que le fuerza a permanecer inconsciente, adquiriendo
como tal la capacidad de producir síntomas como formaciones sustitutivas.
Esta oposición se manifiesta igualmente contra los esfuerzos terapéuticos en
calidad de resistencia. A este proceso, que se manifiesta en la resistencia, se le da el
nombre de «represión». La represión es una precondición de la formación de síntomas,
siendo el síntoma un sustitutivo de algo que la represión impide manifestarse.
Se puede decir, entonces, que un síntoma es como una realización encubierta de
deseos. Los síntomas neuróticos obedecen a esta misma tendencia de satisfacción de
deseos, en tanto que los mecanismos que intervienen en el sueño se aprecian también en
su formación, a saber: los mecanismos de condensación y desplazamiento.
Los síntomas tienden a la satisfacción sexual del sujeto neurótico cuando se
carece de ella en la vida real. El neurótico sufre una frustración, al rehusarle la realidad
la satisfacción de sus deseos inconscientes, recurriendo a su formación para verlos
satisfechos. Un neurótico se sume en la enfermedad, nos dice Freud, como
antiguamente se sumergían en el claustro aquellas personas que no se sentían con
fuerzas para afrontar una vida difícil.
Por ser el resultado de una transacción entre las instancias consciente e
inconsciente, los síntomas incluyen tanto la tendencia a la realización del deseo como la
tendencia a preservar al sujeto contra su realización. Expresan al mismo tiempo lo que
ha sido reprimido y lo que ha constituido la causa de tal represión, contribuyendo, de
esta manera, a su origen.
3
La antítesis entre la satisfacción y la defensa del deseo reprimido que se exhibe
en los síntomas neuróticos, no equivale a una contradicción. Ellos tienden unas veces a
procurar una satisfacción sexual al sujeto y otras a preservarle contra la misma.
En la histeria predomina el carácter positivo, o sea el de satisfacción, y el
negativo o ascético en la neurosis obsesiva. La sustitución puede efectuarse más en
provecho de una de estas tendencias que de la otra, pero raras veces se hace en provecho
de una sola. En la histeria, las dos intenciones se expresan, la mayoría de las veces, por
un único síntoma, y, en cambio, en la neurosis obsesiva existe una separación entre
ambas, consistente en que el síntoma aparece en dos tiempos; esto es, se compone de
dos actos que se llevan a cabo sucesivamente y se anulan uno al otro.
Lo que propiamente se opone a la satisfacción de los deseos sexuales, infantiles
y reprimidos, serían las llamadas “pulsiones del yo”. Reprimiendo, el yo se defiende del
peligro que supone para el sujeto la realización de tales deseos. La neurosis no es, por
tanto, un producto exclusivo de la sexualidad, sino más bien del conflicto que puede
surgir entre ésta y el yo. Freud llamó a estas afecciones “neurosis de defensa”, por ser el
resultado de la defensa que hace el yo frente a un deseo que considera intolerable.
Si se tratara de un estímulo exterior, el medio de defensa más adecuado contra él
sería la fuga. Pero tratándose de una pulsión, la fuga resulta ineficaz, pues el yo no
puede huir de sí mismo. La represión constituye una fase preliminar de la condena, una
noción intermedia entre la condena y la fuga.
La resistencia es un producto de las fuerzas del yo, esto es, de sus cualidades
tanto conocidas como latentes. Tales fuerzas y cualidades son las que determinan la
represión, o por lo menos, contribuyen a producirla.
Es un error limitarse a resaltar la repulsa que, partiendo del yo, actúa sobre el
material que ha de ser reprimido. Es indispensable tener también en cuenta la atracción
4
que lo primitivamente reprimido ejerce sobre aquello con lo que le es dado entrar en
contacto. La tendencia a la represión no alcanzaría sus propósitos si estas dos fuerzas no
actuaran juntas y no existiera algo primitivamente reprimido, dispuesto a acoger lo
rechazado.
La represión no impide a la representación de la pulsión perdurar en lo
inconsciente, continuar organizándose, crear ramificaciones y establecer relaciones. La
represión sólo estorba la relación con el sistema psíquico consciente. La representación
de la pulsión se desarrolla
...