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Innteligencia Emocional En El Trabajo


Enviado por   •  10 de Octubre de 2012  •  2.056 Palabras (9 Páginas)  •  424 Visitas

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La inteligencia emocional y la toma de decisiones

El fenómeno de la toma de decisiones ha sido analizado desde diferentes ángulos y perspectivas por numerosos autores y disciplinas en distintas épocas.

Los enfoques han destacado diversos elementos como centro de discusión, siendo estudiados principalmente por la Psicología y la Administración. Últimamente, la Sociología de las Organizaciones ha ido cobrando fuerza como corriente teórica, teniendo como eje de análisis principal el estudio de los grupos sociales como unidades complejas de organización y un nivel de desarrollo relativamente alto.

A nivel general, tomar una decisión es el acto de elegir o seleccionar algo. Es un proceso mental en el cual se identifican las acciones o rutas que se habrán de tomar o seguir en la solución de un problema o en la consecución de un fin específico. Para ello se pueden seguir distintas estrategias o pasos, los cuales pueden ir desde una espontánea decisión, hasta una concienzuda y razonada proposición de carácter científico.

La toma de decisiones implica optar por algo en lugar del otro(s). Es tener libertad de elección dentro de un espectro de posibilidades o alternativas que se nos presenten, ya que toda elección nos remite a tomar una decisión. Además, conlleva un tipo específico de comportamiento en donde la elección tiene una finalidad con cierta intencionalidad, incluyendo valoraciones éticas específicas. Dicha finalidad comprende una jerarquía de valores que el actor ordena, ya que se guía por objetivos y metas que, para lograrlos, tiene que confrontarlos con su medio y analizar las posibilidades de ser llevados a cabo. Así, las valoraciones definidas por el actor son mediadas por la realidad. Esta "negociación" se da en el seno de las organizaciones, entre los miembros que la componen y el medio en el que están inmersos.

Para entender los motivos de una decisión tomada es necesario conocer la razón que la originó, y para ello hay que saber los antecedentes y el contexto significativo donde se desarrolla, por lo que el sentido de la decisión partirá de la comprensión de la misma y lo significativo de una acción, lo será sólo para el actor, y no para el observador, resultando por consecuencia que la decisión tomada por el individuo será interpretada por él mismo y así le atribuirá un sentido de acuerdo a su situación.

El desempeño organizacional está basado en la conformación, ésto es, mediante la aceptación y convencimiento de los trabajadores a las reglas de la organización, mecanismo contrapuesto al control rígido, cuasi militar o impuesto de las mismas. Sin embargo, cuando las estructuras organizativas se encuentran burocratizadas, se impide la comunicación, el dinamismo, la innovación y la motivación, mermando su óptimo ejercicio.

No todas las decisiones son del mismo tipo, pues algunas son de carácter estratégico. El nivel jerárquico dará mas o menos importancia a la toma de cierta decisión. También hay decisiones que son más importantes que otras, aunque las tome el mismo individuo, ya que, no siempre jugamos el mismo rol, pues en ocasiones tenemos mayor responsabilidad sobre ciertos actos que en otros.

Entre más importante sea la decisión, al ser tomada, generará mayores niveles de incertidumbre, pues se corre el riesgo de no ser asertivo al hacerlo. En la medida que contemos con más y mejor información, el riesgo de errar se disminuye aunque, de cualquier forma, quien tome la decisión buscará justificantes a su acción, aceptando la primera solución que le parezca satisfactoria.

En una empresa de grandes es dimensiones, donde la estructura organizativa es más compleja, regularmente encontramos que se tienen que acordar las decisiones importantes generadas por varios de sus miembros. Para llegar a acuerdos, las alternativas tienen que adecuarse a las expectativas y conocimientos de cada miembro respecto a sí mismos, a su contraparte y al objeto de discusión en cuestión, concibiendo a la organización como un sistema complejo formado por decisiones interrelacionadas, en las que se presupone la aceptación de sus miembros a establecer ciertos vínculos al interior, por lo que debe ser atractiva su pertenencia.

Así, siendo toda decisión premisa para otra decisión, la realidad es concebida como una complejidad de posibilidades y como condicionante para generar alternativas de acción que conformen sistemas sociales. De esta forma, la estructura organizacional estará determinada por las relaciones establecidas con el medio. Sin embargo, las decisiones que se toman, cuando son pensadas, reflexionadas o fundamentadas, nos hacen pensar en qué tan racionales son, a qué corresponde esta racionalidad y qué papel juegan la subjetividad, los hábitos, los valores en la toma de una decisión puesto que es tomada por un individuo con características únicas y emociones que pueden marcar el momento de la toma de alguna decisión.

Decidir no es más que escoger entre un número de opciones y aunque no nos guste aceptarlo, en última instancia todas las decisiones se toman emocionalmente. “Las personas deciden por lo que sienten, sienten por lo que piensan y piensan por lo que perciben”.

La información y el razonamiento lógico nos colocan en mejor situación para ejercer nuestras emociones. Por lo tanto, podemos identificar la base emocional de nuestra decisión.

No hay inteligencia sin motivación, y no hay motivación sin emoción. Todas nuestras decisiones están permeadas por las emociones. Cuando tenemos que decidir una cosa, escoger entre diferentes opciones, esas alternativas se presentan a nuestra consciencia como imágenes mentales. Esas imágenes no son solo información para que procese nuestra razón, sino que están siempre acompañadas de emoción.

Nuestros recuerdos y pensamientos están etiquetados con el miedo, la alegría, la tristeza, la repugnancia, etc. que sentimos en aquel momento o que imaginamos que sentiríamos si lo hiciéramos. Además de resultar intuitivamente razonable, hay modelos experimentales de comportamiento que apuntan en la misma dirección.

Basándose en estos “datos” emocionales, nuestro sistema emotivo junto al racional hace un balance y decide qué opción es la mejor. Si no supiéramos sentir nada especial por ninguna de nuestras posibles decisiones entonces no sabríamos escoger entre ellas, no sabríamos qué es relevante para la acción y que no. No estaríamos motivados. Y tal como hemos dicho al principio, sin motivación no hay inteligencia ni acción posible.

Sin embargo, ahora sabemos que las emociones tienen mucho que ver. Cuando formamos la imagen

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