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Integracion Familiar


Enviado por   •  21 de Marzo de 2012  •  3.922 Palabras (16 Páginas)  •  2.483 Visitas

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LA INCLUSIÓN DE LOS NIÑOS CON “NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES” EN LA ESCUELA REGULAR

INTRODUCCIÓN

A decir de Gimeno Sacristán (1984), la escuela es el pararrayos de la sociedad, a donde van a dar múltiples problemas sociales como el fracaso escolar, la discriminación de género, raza, religión y aún política. En el presente ensayo, trataré una problemática social, que además de pertenecerle, se le ha dejado a la escuela como si fuera la única, con esa responsabilidad a saber: la inclusión de los niños con “necesidades educativas especiales” en la escuela regular.

Nuestra sociedad se encuentra fraccionada, en todos los sentidos a causa de la pos-modernidad, que en ocasiones es sinónimo de complejidad, “precisamente cuando más se requiere una vértebra que la guíe” (Gimeno S.) y el currículum no es la excepción. El ideal cultural que se ofrece en él, es discriminatorio porque selecciona a los mejores con argumentos darwinistas y tolerantes con la desigual capacitación de los sujetos.

El reto para los docentes de las aulas regulares de educación básica es ¿cómo desarrollar un currículum con estos niños con “problemas de aprendizaje? ¿qué limitaciones se les presentan al adoptarse con ellos un currículum homogeneizador? ¿están los profesores debidamente capacitados para hacer las adaptaciones requeridas en su caso?

Desafortunadamente, las respuestas son pesimistas y no todos los implicados en el proceso educativo tienen la misma capacidad de participación, esto por el grado de formación e información, cuando lo ideal sería que los profesores fueran formadores e informadores de ellos (Gimeno S., 1987). Si no contamos con las herramientas necesarias, el currículum para estos niños será ficticio. En cambio, éste tendrá que abordar los contenidos como algo construido y en proceso de reconstrucción constante, es decir una posición constructivista de rango psicológico (Gimeno S.).

El propósito es analizar en qué medida se puede ampliar el conocimiento de los niños “con problemas de aprendizaje”, por parte de los docentes, para ayudarlos a incorporarse a la sociedad como personas que participan activamente con toda la independencia posible (Brennan, K. Wilfred, 1988). Que los maestros conozcan algunas alternativas pedagógicas de adaptación curricular que se sugieren para casos particulares, dependiendo de la necesidad especial que sus alumnos muestren.

Una de las alternativas, parece ser la integración escolar, que permite a últimas fechas, la oportunidad de que las personas con necesidades educativas especiales se eduquen en condiciones normalizantes, sin discriminación. Sabemos empero, que esto es en el discurso, que en la realidad la situación tiene tintes muy distintos, que pueden incluso degenerar en negativos para estos alumnos si no se toman las medidas necesarias para las adaptaciones curriculares por parte de los profesores.

El ideal del movimiento integrador es ofrecer una cultura común, no homogeneizadora, sino con respeto a la diversidad, para optimizar el desarrollo de la personalidad del niño desde un punto de vista práctico; es prepararlos y formarlos para su incorporación en el mundo del trabajo, la vida autónoma social y económica.

La toma de conciencia del profesorado, sobre estos problemas cada vez más cotidianos en nuestras aulas mexicanas, es otro de los fines perseguidos por este trabajo. Estoy de acuerdo que “la escuela no lo puede todo” (Gimeno S.), pero sí debe asumir la parte de responsabilidad que le toca y ésta se vislumbra, en estar al menos lo debidamente informados y formados para la diversidad de alumnos que forman la “realidad áulica” mexicana.

Comenzaré por acotar los conceptos que considero claves para el desarrollo de este tema, primeramente ¿qué son las necesidades educativas especiales?

Brennan, K. Wilfred, (1988 ) plantea una definición útil: “Hay una necesidad educativa especial, cuando una deficiencia (física, sensorial, intelectual, emocional, social o cualquier combinación de éstas) afecta al aprendizaje hasta el punto que son necesarios algunos o todos los accesos especiales al currículo, al currículo especial o modificado, o a unas condiciones de aprendizaje especialmente adaptadas para que el alumno sea educado adecuada y eficazmente”.

En este mismo tenor, la educación especial “es la combinación del curriculum, enseñanza, apoyo y condiciones de aprendizaje necesarias para satisfacer las necesidades educativas especiales del alumno de manera adecuada y eficaz” (Brennan, K. Wilfred,1988).

Silvia Macotela (1985), menciona que Hammill (1990) tiene al parecer la definición más reciente de “Problemas de Aprendizaje” que a la letra dice:

“…grupo heterogéneo de desórdenes manifestados en dificultades significativas en la adquisición y uso de habilidades para escuchar, hablar, leer, escribir, razonar y manejar las matemáticas. Los desórdenes son intrínsecos al individuo, presumiblemente debidos a una disfunción del sistema nervioso central y pueden ocurrir a lo largo de toda la vida.”

Cuando a nuestro salón ingresa un alumno, con alguna debilidad física, sensorial, intelectual, emocional, social o cualquier combinación de éstas, comienza la angustia para el maestro, sobre todo en el renglón de las adecuaciones curriculares que se deberán realizar. La primera reacción es el rechazo, quizá no al alumno en sí, sino al trabajo que implica su presencia en el salón de clase para él. Adaptaciones no sólo a la curricula regular, sino también al clima emocional/social. ¿Con qué herramientas cuenta para enfrentar este reto? ¿Cuál es el fin que deberá perseguir con esta personita? Una nube de preguntas lo rodean y si al fin sobresale su vocación profesional, se hace consciente, que debe empezar por conocer primero qué tipos de necesidades especiales hay, qué alternativas de trabajo se aconsejan, los antecedentes familiares del alumno en el sentido de si cuenta o no con el apoyo de la familia para un trabajo cooperativo, si tiene apoyo psicopedagógico profesional, en fin, hacer un diagnóstico de la situación lo más real y práctico posible para saber en dónde estamos plantados en relación a “nuestro alumno especial”, además porque se constituye en la base sobre la cuál debemos partir. No olvidemos que se requiere de la estrecha colaboración y asesoramiento de especialistas. Para Macotela (1985), no se debe estudiar un fenómeno sin antes estar conciente de qué es lo que se va a estudiar. Para avanzar se aconseja pedir la historia o examen pediátrico para descartar los posibles defectos de sordera, limitación visual, trastornos motores y enfermedades crónicas debilitantes (Kinsbourne, Marcel y Paula J. Kaplan, 1990).

Apoyando la multiplicidad de factores,

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