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LA INFLUENCIA DE LOS PADRES EN EL DESARROLLO HUMANO


Enviado por   •  28 de Octubre de 2013  •  2.740 Palabras (11 Páginas)  •  651 Visitas

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LA INFLUENCIA DE LOS PADRES EN EL DESARROLLO HUMANO

La importancia del desarrollo

Dado el largo periodo de inmadurez por el que pasan los seres humanos, los cambios que se van produciendo en el tiempo, a los que denominamos desarrollo, tienen una importancia fundamental, mucho mayor que en otras especies animales. El desarrollo es el proceso que experimenta un organismo que cambia en el tiempo hasta alcanzar un estado de equilibrio. En el caso del ser humano éste nace con una serie de conductas y de disposiciones que se van a ir especificando a lo largo del tiempo. Hay, sin duda, disposiciones internas que se van actualizando, pero la interacción entre los factores internos y las influencias exteriores es muy estrecha. Algunos aspectos de la conducta están muy determinados genéticamente, como el desarrollo de las capacidades motoras, mientras que otros se deben primordialmente a factores ambientales, a influencias externas, pero probablemente cualquier conducta es producto de ambas cosas, sin que pueda hablarse de un solo factor. La interacción entre factores externos e internos es tan estrecha que resulta de todo punto inútil, al menos en el estado actual de nuestros conocimientos, tratar de separar los dos tipos de influencias que producen el desarrollo.

La psicología del desarrollo estudia ese proceso de humanización del hombre que tiene lugar después del nacimiento. Porque el hombre necesita hacerse humano en un medio social favorable, con intervención de los adultos y de los coetáneos y sin ella no llegará a alcanzar sus potencialidades. La psicología del desarrollo no sólo se interesa por estudiar al niño en las distintas etapas por las que va pasando, sino que busca sobre todo descubrir las leyes que gobiernan el desarrollo y cómo se van formando las funciones adultas. La mente adulta, que estudia la psicología, es el resultado de una génesis que se produce en los años de infancia y adolescencia. Desde este punto de vista, la psicología del desarrollo, que también se denomina <<psicología genética» o «psicología evolutiva» constituye un método para estudiar la formación de las conductas y las funciones adultas. En esto se puede contraponer a la «psicología del niño» que se interesa más por la descripción de las distintas etapas de la infancia y la adolescencia.

El estudio del desarrollo humano es relativamente reciente, y aunque puedan rastrearse sus orígenes desde la antigüedad, como siempre sucede, apenas cuenta con un siglo de existencia como objeto de una disciplina específica. Durante mucho tiempo no se ha prestado atención a los fenómenos evolutivos pues se suponía de una manera implícita que el hombre adulto estaba preformado en el niño. La aparición de un pensamiento evolucionista en el siglo XIX supuso un gran impulso para estudiar el desarrollo.

Concepto de Desarrollo Humano

¿cómo inició su vida?, ¿cómo a partir de una sola célula —del tamaño del punto final de un enunciado— se convirtió en el adulto maduro y complejo que es hoy?, ¿será igual o distinto cuando se haga viejo?, ¿cómo influye en la vida de los demás?, ¿cómo influyen ellos en la suya?, ¿de qué manera los papeles que ha desempeñado en su vida —niño, adolescente, socio, cónyuge, progenitor, trabajador, abuelo— moldearon su desarrollo?, ¿cómo enfrentará su muerte y la de sus seres queridos?.

Las preguntas anteriores son ejemplos de las que sientan las bases del desarrollo humano, estudio multidisciplinario de la manera en que cambiamos y mantenemos nuestra identidad a través del tiempo.

Para contestarlas, hay que recurrir a teorías y a la investigación de las ciencias físicas y sociales: biología, genética, química, medicina, psicología, sociología, demografía, etnografía, economía y antropología. La ciencia del desarrollo humano refleja la complejidad y singularidad de los individuos y sus experiencias personales, así como sus aspectos comunes y patrones. Esta ciencia se basa firmemente en la teoría e investigación, procurando siempre entender la conducta humana.

La influencia de los padres

En los primeros años de nuestra vida, nuestros padres son quienes más contribuyen al descubrimiento de nuestra identidad, motivo por el cual ellos representan la base de la comprensión que podemos alcanzar de nosotros mismos. De nuestra permanente y cercana convivencia con nuestros padres aprendemos un sinnúmero de cosas. A su vez, de nuestra interpretación de esas interacciones, de esa comunicación verbal y no verbal, depende que nuestra vida se convierta en un jardín fértil y floreciente, capaz de crecer con fuerza y vigor, o en un terreno baldío y estéril en el que nada puede desarrollarse. En prácticamente todas las circunstancias, nuestros padres nos comunican una amplia variedad de mensajes, todos los cuales contribuyen a la formación de nuestra identidad.

Aun cuando la interacción con los padres sea positiva, puede haber mensajes que un niño interprete negativamente. Cuando yo iba en segundo año de primaria, en mi escuela acostumbraban hacernos pruebas de ortografía cada semana, en las que poníamos toda la inteligencia de que puede ser capaz un niño de 7 años. El procedimiento era el siguiente: una vez que terminábamos de hacer la prueba, se la pasábamos al compañero de atrás para que la revisara y calificara, después de lo cual nos la regresaba para que lleváramos a casa y se la enseñáramos a nuestros padres, uno de los cuales la firmaba para que se la entregáramos así al maestro al día siguiente.

Como casi todos los niños, mis habilidades ortográficas no eran muy buenas, así que me causó gran sorpresa haber sacado un día 9.8 de calificación en una de las pruebas semanales. Cuando llegué a casa, entré corriendo mientras gritaba: “ mamá! ¡Me saqué 9.8 en la prueba de ortografía!”

Mi madre tomó la hoja, la observó detenidamente, sonrió y me dijo: “¿qué pasó con las otras 2 décimas?”

En otra ocasión, siendo ya adulto, mi amigo George nos invitó a un grupo de amigos a jugar póker a su casa. Luego de haber revisado lo que tenía para ofrecernos, decidió que era necesario ir a comprar papas fritas, galletas, queso y refrescos, así que le pidió a su hijo Colin, que entonces tenía 11 años de edad, que fuera a la tienda a comprar lo que necesitábamos. Antes de que el chico se fuera, le advirtió: “¡Y no se te vaya a olvidar traerme el cambio!”. El muchacho salió corriendo, regresó muy poco después y dejó la bolsa con las mercancías en la mesa de la cocina, y junto, con todo cuidado, el cambio. Papá entró en la cocina, se embolsó el cambio y empezó a vaciar la bolsa. “Papas, galletas... un refresco... otro refresco; pero, ¡Dios mío hijo!, ¿eres idiota o qué? ¡No trajiste el queso!”

Las dos

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