LA RELEVANCIA DE LOS LIMITES EN LA CRIANZA DE LOS NIÑOS

LA RELEVANCIA DE LOS LÍMITES EN LA CRIANZA DE LOS NIÑOS

¿CÓMO ESTABLECERLOS?

¿Por qué son importantes los límites?

Los límites son un elemento esencial en la crianza, pues permiten que el niño sepa qué se espera de él en cuanto a lo que tiene que hacer y a cómo tiene que hacerlo. Esta claridad da la seguridad necesaria para favorecer la exploración y con ello el aprendizaje, además de dar pautas y guiar el desarrollo socioemocional. El adulto es el actor principal en el establecimiento de los límites, y para hacerlo debe tener en cuenta la etapa de desarrollo y las necesidades del niño, pues con un niño que se muestra muy disperso será necesario establecer límites firmes, mientras que en uno que se muestre rígido será necesario favorecer la flexibilidad.

¿Cómo se deben establecer los límites?

Como se mencionó antes, lo primero que se debe hacer para establecer límites adecuados es reconocer las necesidades del niño, y definir lo que es mejor para su desarrollo físico, cognitivo y emocional. Se debe considerar su edad y etapa del desarrollo.

Los adultos deben tener claridad respecto a su rol, y considerar que ser firme en la mantención de los límites será tan necesario como responder a las necesidades emocionales del niño (cariño y preocupación), y que ambos aspectos no son contradictorios sino complementarios.

Cuando se establecen límites se le debe perder el miedo al “no” y usarlo como un recurso, aunque no quedándonos solo en él. Cuando establecemos normas y límites con los niños debemos utilizar un lenguaje claro que permita opciones de acción y no solo limitaciones, lo que se traduce en frases formuladas en positivo. Por ejemplo, en vez de decirle a un niño que “no juegues con pelotas dentro de la casa”, podemos decirle “se juega con la pelota en el patio”; cambiar una expresión como “no te acuestes tarde” por “la hora de acostarse es a las 08:00”.

Una vez que se establecen esos límites podemos pedirle al niño que recuerde lo que ha sido conversado y  exigirle de acuerdo a ello. Así también se pueden establecer las consecuencias para el cumplimiento y transgresiones de las normas que han sido conversadas. Tanto los límites como las consecuencias deben ser:

• Acordes a la etapa del desarrollo: como se mencionó previamente, los límites, normas y acuerdos que se establecen con los niños deben ser adecuadas para su edad. Así, lo que puede haber una conducta o norma que funcionaba con un niño a los 2 años, a los 5 será necesario modificar en función de su desarrollo y aprendizaje.
• Anticipadas: resulta positivo – y necesario – hablar con el niño respecto de lo que se espera de él, utilizando una formulación y lenguaje que sea comprensible. Cuando el niño conoce de antemano lo que se espera, podrá regular su conducta en función de ello. Además, las consecuencias deberán ser también conversadas de forma anticipada, siendo premiado o castigado según lo que se ha acordado.
• Claras y cumplibles: tanto los límites y normas, así como las consecuencias, deben estar formuladas de tal forma que sean comprensibles para los niños, y siempre siendo cumplibles por ellos y, en el caso de las consecuencias, por el adulto. Estas últimas deben implicar situaciones que sean realizables, evitando acciones que no se llevarán a cabo (“te quedarás sin Navidad”) o que serán demasiado difíciles de cumplir, o poco beneficiosas para el desarrollo del niño (“te podrás llevar todos los juguetes cuando vayamos a comprar”).
• Constantes y consecuentes: cuando se establece una norma, esta debe ser cumplida de forma constante en el tiempo. Es decir, si la consecuencia para un acto es una, al mes siguiente frente a ese mismo acto debiese ser la misma. Además, es importante que los adultos a cargo del niño (por ejemplo, papá y mamá) reaccionen de la misma forma ante las acciones de los niños. Que todos se encuentren alienados favorece la seguridad que el niño necesita.

Se puede establecer un marco general de límites para los niños, considerando su edad, pero es siempre importante visualizar las necesidades de cada uno, pues cada hijo o hija será un mundo particular.

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