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LIMITES Y NORMAS ¿POR QUÈ SON NECESARIOS?


Enviado por   •  3 de Junio de 2013  •  1.684 Palabras (7 Páginas)  •  578 Visitas

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LIMITES Y NORMAS ¿POR QUÈ SON NECESARIOS?

Equipo de Orientación Educativa y Psicopedagógica de Alcobendas

Consejería de Educación. Comunidad de Madrid

Marisa Ramón Fernández

Para un niño tener puntos de referencia claros sobre lo que debe o no debe hacer

es tan vital como alimentarse. Para él tener claros los límites educativos es importante por tres motivos:

1. Porque le ayuda a entender e integrar las normas que rigen el mundo en el que vive.

2. Porque le ayuda a sentirse seguro.

3. Porque les ayuda a “portarse bien”, a ser “mejores personas” y, por lo tanto, a tener un buen concepto de sí mismos.

Un sistema de normas estable le ayuda a saber predecir las consecuencias de su propia conducta. Le ofrece la seguridad de saber a qué atenerse en todo momento. No os quepa la menor duda de que vuestros límites le dan seguridad al niño; sin ellos el niño se siente perdido. Todo ser humano necesita un punto de referencia. Los niños más inseguros y temerosos son aquellos hijos de padres muy permisivos o que tienen un criterio educativo incoherente (hoy te castigo por esto, mañana lo considero una gracia). “Si yo no tengo claro por dónde me tengo que conducir, si no tengo claro qué es lo que está bien y qué es lo que está mal, me siento perdido”. Los niños sin disciplina sufren mucho. No creas que te va a querer menos por negarle o prohibirle ciertas cosas, le hace bien saber que eres tú, y no él, quien decide.

Los niños que consiguen manejar a sus padres a su antojo desarrollan una aparente seguridad en sí mismos que se disipa en cuanto salen del hogar. Parece como si su experiencia vital les llevara a la siguiente reflexión inconsciente: “Mis padres son los que me tienen que defender de los peligros del mundo, si yo hago con ellos lo que quiero ¿en qué manos estoy?” Muchos padres piensan que si son exigentes con sus hijos, éstos les querrán menos, se rebelarán y no habrá quien los domine. Por lo general, les sorprende que ante una mano firme pero cariñosa, sus hijos respondan relajándose y portándose bien.

Los niños necesitan límites y normas claras y se sienten más seguros y más cómodos interiormente cuando los tienen. Los niños desean portarse bien, porque portarse bien les hace sentirse válidos y

buenos niños. Algunos padres son excesivamente blandos, modifican sus castigos ante el llanto de sus hijos y se dejan convencer con facilidad para tomar una decisión que en el fondo no desean o que sospechan que no es educativamente correcta. Estos padres volubles ante las protestas de sus hijos, no se dan cuenta de que cambian constantemente las normas de casa. Cuando actúan así, dejan en manos del niño toda la responsabilidad de decidir portarse bien o mal. El niño tiene tentaciones de dejarse llevar por lo que le apetece y dejar las responsabilidades a un lado, si los padres tienen un planteamiento coherente que les ayude a ajustarse a las normas, vencer este deseo es más fácil. ¿Te costaría igual llegar puntual al trabajo si no tuvieras que fichar?, ¿Trabajarías horas extras si no estuvieran bien pagadas?. Igual que nos sucede a nosotros, al niño le resulta más fácil portarse bien si tiene los límites claros y si tiene incentivos que le animen a hacerlo. Cuando un niño se porta mal, aunque no lo manifieste abiertamente, se siente malo y su autoestima se deteriora.

Los padres que saben poner límites son mucho más eficaces y dan más seguridad que los que temen hacer uso de su autoridad (no se debe confundir autoridad con autoritarismo). O los que cambian sin cesar sus principios educativos. En este último caso, el niño siente una gran inestabilidad y confusión, no sabe a qué atenerse y su conducta se vuelve estresante e insoportable. Tiene necesidad de unas normas claras y estables, dictadas por vosotros y que vigilaréis.

El respeto a las reglas es asunto de ambos progenitores. Ambos padres han de ponerse de acuerdo y formar un frente común delante del niño. Cuando no existe acuerdo en cuanto a las pautas a seguir (normas, premios, castigos,...) el niño lo aprovecha y consigue salirse con la suya.

Las normas y los límites no son un medio para controlar a los niños o conseguir que éstos

obedezcan a los adultos, sino un método que les ayuda a integrarse en la sociedad mostrándoles patrones de conductas socialmente admitidas y, por consiguiente, también las que no lo son. Para una buena convivencia tanto familiar como escolar es necesario establecer normas y límites.

A los niños les gustan los límites, hacen que se sientan seguros. Pero también intentan ponerlos a

prueba para ver si estamos hablando en serio. Cuando los niños fuerzan los límites es importante que padres y profesores se mantengan firmes y no cedan a todo tipo de chantajes afectivos, que pueden entran en juego en ese momento. Los límites no son sinónimo de castigo sino de enseñanza, marcan lo que se espera de nosotros y así nos es más fácil agradar a los demás con nuestro comportamiento.

Además, ayudan a los niños a asumir el control de su comportamiento y a ser responsables de sus acciones (no olvidemos, que la responsabilidad se aprende). Por tanto, podemos estar seguros de que los niños de todas

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