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La Autonomia. Laurence S.


Enviado por   •  27 de Agosto de 2013  •  6.162 Palabras (25 Páginas)  •  890 Visitas

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LA AUTONOMÍA

Laurence Steinberg

— Vas a salir de casa; ¿adónde vas?

— Afuera.

— Afuera, ¿adónde?

— Simplemente, afuera.

— ¿Con quién te vas?

— Con una amiga.

— ¿Cuál amiga?

— Mamá, sólo una amiga, ¿está bien? ¿Tienes que saberlo todo?

— No tengo que saberlo todo. Sólo quiero saber con quién vas a salir.

— Con Debby. ¿Está bien?

— ¿Conozco a Debby?

— Es sólo una amiga, ¿está bien?

— Bueno, ¿adónde vas?

— Afuera.

Para la mayoría de los adolescentes, establecer un sentido de autonomía es parte tan importante de volverse adulto como establecer un sentido de identidad. Llegar a ser una persona autónoma —que se gobierna a sí misma— es una de las tareas fundamenta-les del desarrollo de los años de la adolescencia.

Aunque a menudo empleamos los términos autonomía e independencia como si fueran intercambiables, en el estudio de la adolescencia significan cosas ligeramente distintas. En general, independencia se refiere a la capacidad individual de actuar por sí mismo. El aumento de la independencia es, sin duda, parte de volverse autónomo duran-te la adolescencia pero, como lo veremos en este capítulo, autonomía tiene elementos emocionales y cognoscitivos, así como conductuales.

Durante la adolescencia, los muchachos dejan atrás la dependencia característica de la niñez y pasan a la autonomía típica de la edad adulta. Pero el aumento de la autonomía durante la adolescencia es frecuentemente mal interpretado. A menudo se con-funde autonomía con rebelión y el volverse persona independiente, a su vez, se equipara con romper con la familia. Esta perspectiva sobre la autonomía va de la mano con la idea de que la adolescencia es, inevitablemente, una época de tensión y trastorno. Pero como hemos visto en capítulos anteriores, la idea de que la adolescencia es un periodo de “tormenta y presión” ha sido repetidamente cuestionada en la investigación científica. El mismo tipo de pensamiento ha ocurrido con respecto al desarrollo de la autonomía. En lugar de ver la adolescencia como época de rebelión espectacular y activa, los investiga-dores hoy ven el aumento de la autonomía durante la adolescencia como algo gradual, progresivo y —aunque importante— relativamente poco dramático.

Como los adolescentes de hoy pasan tanto tiempo lejos de toda vigilancia directa de los adultos, ya sea solos o con sus compañeros, aprender a dominar su propia conducta de manera responsable es una tarea crucial para la juventud contemporánea. Como lo hemos visto en capítulos anteriores, con el incremento de familias en que sólo está uno de los padres o en que ambos son profesionistas, se espera que hoy más jóvenes sean capaces de autovigilarse durante una buena parte del día (Carnegie Council on Adolescent Development, 1992). Muchos jóvenes se sienten presionados —por los padres, los amigos y los medios informativos— para creer con rapidez y actuar como adultos desde temprana edad (Elkind, 1982). Un muchacho de 13 años debe reservar sus boletos de avión para volar de ida y vuelta entre los hogares de sus padres que están separados. Otra, que está embarazada y temerosa de decirlo a sus padres, debe arreglárselas por su cuenta. Un tercero debe cuidar de sus hermanitos menores todas las tardes porque sus padres trabajan. En muchos aspectos, las demandas que se hacen hoy a los jóvenes para que actúen con independencia son mayores que nunca.

Sin embargo, en todo esto hay una extraña paradoja. Al mismo tiempo que se pide a los adolescentes ser más autónomos psicológica y socialmente, se han vuelto menos autónomos en lo económico. Al extenderse los años de escuela para la mayoría hasta los primeros años de la edad adulta, la independencia financiera puede llegar hasta mucho después de establecida la independencia psicológica. Muchos jóvenes que son emocionalmente independientes encuentran frustrante descubrir que tienen que atenerse a las reglas de sus padres mientras estén siendo sostenidos económicamente. Pueden sentir que la capacidad de tomar sus propias decisiones no tiene que ver con la independencia financiera. Por ejemplo, un muchacho de dieciséis años que conduce, que tiene un empleo de medio tiempo y una relación seria con su novia puede ser independiente en estos aspectos y, sin embargo, sigue dependiendo de sus padres en materia de alimentos y hogar. Sus padres acaso consideran que, mientras su hijo viva en su casa, ellos pueden decidir a qué hora debe llegar por la noche. El adolescente puede sentir que sus padres no tienen derecho a decirle cuándo entrar y cuándo salir. Esta clase de diferencias de opinión puede ser una verdadera causa de dificultades y confusión para los adolescentes y sus padres, especialmente cuando a éstos les resulta difícil decidir el nivel de independencia que deberán dar al adolescente. Los desacuerdos por asuntos relacionados con la autonomía ocupan el primer lugar en la lista de cosas que provocan querellas entre los adolescentes y sus padres (Holmbeck y O’Donnell, 1991: Montemayor, 1986).

La autonomía como problema del adolescente

La autonomía, como la identidad, es una cuestión psicosocial que sale una y otra vez a la superficie durante todo el ciclo vital El desarrollo de la conducta independiente empieza mucho antes de la pubertad. Erik Erikson (1963) creía que la autonomía es la cuestión central para el niño que gatea, así como la identidad es la cuestión principal de la adolescencia. Observó que los niños pequeños tratan de establecer un sentido inicial de autonomía cuando empiezan a explorar por su cuenta lo que los rodea y a afirmar su deseo de hacer lo que quieren. Si pasa usted algún tiempo con niños de tres años, sabrá que una de sus expresiones favoritas es “¡No!”. En ciertos aspectos, la conducta del adolescente captada en el comienzo de este capítulo es muy similar. El niño que insiste en decir “¡No!” y la adolescente que insiste en no revelar adónde va están demostrando su creciente sentido de independencia y de autonomía.

Aunque la niñez y la adolescencia sean periodos importantes para el desarrollo de la autonomía, sería erróneo sugerir que las cuestiones de la autonomía quedan resueltas de una vez por todas al llegar a la temprana adultez. Surgen preguntas acerca de nuestra capacidad de actuar independientemente cada vez que nos encontramos en situaciones que exigen un nuevo grado de confianza en nosotros mismos. Por ejemplo, después de un divorcio, alguien que ha dependido de su cónyuge durante años en materia de apoyo económico, guía o cuidado afectivo, deberá encontrar una manera de actuar con mayor autonomía e independencia. En la adultez

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