La Competencia Emocional En El Educador Deportivo

“La motivación es un proceso que se crea y se va transformando. Por esta razón, no es algo que se tenga o no se tenga: se puede entrena.” (Roca, 1995).

En México el educador deportivo, especialmente el que se circunscribe al entrenamiento , no goza de un reconocimiento social privilegiado. El estatus social del entrenador parece estar, desafortunadamente, condenado a fluctuar entre la indiferencia y el descrédito; mientras otras profesiones gozan de un reconocimiento, desde mi punto de vista, exagerado, los entrenadores tienen que esforzarse por ganar espacios y niveles jerárquicos importantes dentro de una comunidad en la que el deporte como alternativa educativa no ha sido comprendido y mucho menos valorado, por el contrario, podemos observar como muchos entrenadores sin gozar de alguna recompensa económica invierten tiempo y muchas veces dinero en la enseñanza, promoción o simple práctica de alguna disciplina deportiva teniendo que enfrentar obstáculos como desinterés de los practicantes, padres de familia y de las autoridades, acceso a instalaciones y material deportivo así como la falta de oportunidades laborales y académicas; ante tal panorama resulta inverosímil que la oferta educativa en éste ámbito tenga tanto éxito y que existan tantas personas dispuestas y dedicas a esta actividad, es decir, es inevitable cuestionarse ¿Cuáles son los motivos que impulsan a estas personas a seguir remando contra corriente?, ¿Cuál o cuales son los elementos que motivan a los jóvenes a estudiar educación deportiva?, ¿Qué satisfactores encuentran en esta actividad?, ¿Por qué muchos entrenadores a pesar de no recibir ninguna recompensa económica y social permanecen en este ámbito?, ¿Qué es lo que lleva a los entrenadores a dedicarle tanto tiempo a los atletas, cuando nada les garantiza que éste se solidarice a este esfuerzo?, en fin, surgen un número infinito de interrogantes que nos representan un verdadero reto; intentare dar aquí, a partir de algunas referencias teóricas, algunas explicaciones que de manera personal elaboro acerca de la motivación y su indiscutible relación con las emociones que viven y experimentan los entrenadores, partiendo de la premisa popular de que “un ciego no puede guiar a otro ciego” el estudio, la comprensión y el manejo de las emociones de los educadores deportivos es, desde mi perspectiva, el punto nodal del proceso pedagógico conocido como entrenamiento deportivo.

Como conocimiento popular se acepta el hecho de que un gran número de entrenadores fueron en algún momento de su vida deportistas que participaron en distintos niveles y disciplinas deportivas y, que como parte de un proceso natural, continuaron con su pasión desde otra posición jerárquica; esto tiene una relación estrecha con los estudios que ya desde los años 50´s y 60´s se realizaban en torno a la frustración y su efecto motivador, mucho autores coinciden en que el sentimiento de frustración esta vinculado con la no consecución de una meta y puede adquirir un carácter motivacional importante; de acuerdo con la teoría Brown-Farber (1951), la frustración puede funcionar como pulsión, es decir, como un elemento detonante para la motivación intrínseca del sujeto, esto nos aproxima

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