La Infancia Como Construcción Social

Jean Luis Flandrin sostiene que la infancia es el objeto emblemático del siglo xx, pero si bien tiene esta importancia para el mundo contemporáneo, no se vieron grandes mejoras en el bienestar de los niños.

Las actuales experiencias sociales, desde las políticas públicas y los sistemas educativos hasta las lógicas familiares, están produciendo cambios en cómo se constituye la identidad de los niños cada vez con más desigualdad. El rol docente se ve dificultado por esta condición actual.

Si bien la experiencia individual de cada niño es única, hay factores que todos transitan en común.

Algunos autores creen que los medios de comunicación están destruyendo el concepto de infancia construido por la escuela: Neil Postman, Giovanni Sartori y Renato Ortiz creen que a partir de los años 50 se creó una mayor distancia cultural entre las generaciones.

Hobsbawm sostiene que no solo es un fenómeno provocado por el impacto audiovisual, sino que también desde lo social, ya que en amplios sectores, el niño debe sobrevivir de la misma manera que un adulto.

Las infancias se conforman de nuevos rasgos característicos de la sociedad: el futuro incierto, por la caducidad de nuestras representaciones sobre ellas y por el desentendimiento de los adultos.

No se carece de niños, sino de un discurso adulto que les ofrezca sentidos para un tiempo de infancia que está aconteciendo en nuevas condiciones históricas, para niños que son a la vez ciudadanos del mundo y objeto de exterminio.

Por estos diversos motivos, admitimos que la infancia es una construcción social y el tiempo de infancia es posible si en primer lugar tiene prolongación de vida dentro de la sociedad. Para hablar de infancia, el niño debe ser tomado como un sujeto social que pueda imaginarse en el futuro y que llegue a tener historia, que el adulto tenga un vínculo con el niño, y deben tener derecho a la inclusión y a la participación.

En la modernidad se perdieron los espacios públicos de juego de los niños; cada vez se satura más la oferta del mercado en el consumo infantil y la presencia de niños viviendo en la calle.

En Europa y Latinoamérica, se buscó eliminar el atraso y la dureza del mundo medieval y colonial, por medio de la educación de la niñez.

Philippe Ariés, con su obra publicada en 1961, convirtió al niño en objeto de investigación. Es posible afirmar que la historia de la infancia está atravesada por las luchas políticas, las ideologías y los cambios económicos. Según él, la sociabilización de la familia reemplaza a la sociedad comunitaria, produciéndose una “Revolución sentimental y escolar”.

En el periodo inicial del siglo XX, tanto el movimiento de la escuela nueva, como el psicoanálisis, dan reconocimiento del niño: comienza a ser objeto de miradas disciplinarias.

En el segundo periodo, los niños se tornan objetos del mercado,

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