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La Profesionalizacion Docente Reto Para El Siglo XXI

tilela11 de Diciembre de 2013

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La Profesionalización Docente, reto para el Siglo XXI

INTRODUCCIÓN

El presente ensayo hace referencia a un tema de suma importancia a la educación, como es la profesionalización docente.

Educar es un acto intencional, implica intención de enseñar, formar, orientar, a otros, implica un reconocimiento y una aceptación por parte de los educados.

Se considera importante que “los padres son los primeros educadores”. Hoy y siempre, la función de educar la han asumido y ejercido en primer lugar los padres.

Esta función continúa y continuará siendo esencial, sobre todo en la primera etapa de la vida pero también en la infancia, la adolescencia y la juventud de los hijos, no importa cuántas instituciones educadoras se creen o qué tecnologías se inventen. Precisamente, dada su importancia en el desarrollo y bienestar de niños y jóvenes; al Estado debería exigírsele ofrecer a padres y madres los apoyos necesarios y las condiciones para cumplir de la mejor manera con su rol de educadores.

Parte de esa obligación estatal pasa, obviamente, por la propia educación de padres y madres, ofreciéndoles – al igual que a todos los adultos – oportunidades de aprendizaje y superación a lo largo de toda la vida. Además de la familia, la institución educadora por excelencia es el sistema escolar. Llamamos docentes, maestros o profesores a quienes ejercen allí la función de educar, luego están todos aquellos que educan por fuera de la familia y por fuera del sistema escolar.

En el diccionario de la Real Academia Española en la acepción 12, considera que la política es el conjunto de “orientaciones o directrices que rigen la actuación de una persona o entidad en un ámbito o campo determinado”.

Es responsabilidad del Estado, producto, promotor y difusor de sistemas, paradigmas, saberes, creencias. Las políticas de estado tienen como propósito impulsar el desarrollo económico del país, a fin de elevar su nivel de bienestar, a través de la organización y reorientar del sistema financiero, del sistema de salud, del sistema productivo y del sistema educativo, por mencionar algunos.

Para aproximarnos al objeto de estudio en este ensayo: profesionalización docente, partiremos de tres ideas implícitas: una, la importancia del maestro en el hecho educativo, la participación de los padres de familia y de las políticas de educativas del Estado quienes determinan en cierta medida el diseño o rediseño de directrices normativas del sistema educativo.

En nuestras sociedades se considera ‘profesional’ a quien posee un título que le habilita para ejercer su profesión u oficio. En todo caso, esto es lo que los gobiernos tienen en mente cuando anuncian políticas o planes de ‘profesionalización’ docente: buscar que todos los docentes – aspirantes o en funciones - accedan a un título.

La carrera docente se ha configurado tradicionalmente como una carrera donde todo lo que estudia el maestro cuenta puntos para carrera magisterial en la que cuenta, se atesora y se premia cada curso, cada certificado de asistencia, cada diploma. Todo ello sirve para ascender de categoría, mejorar el salario, el estatus y, supuestamente, el desempeño profesional. No obstante, desde hace varios años las investigaciones y evaluaciones internacionales vienen confirmando que no existe una relación directa entre calidad de la enseñanza y años de estudio, cursos tomados o títulos obtenidos por quienes enseñan.

En definitiva: el título es importante para obtener un currículo pero no es suficiente para asegurar ser un buen profesional. Hay malos médicos, malos arquitectos, malos educadores, con currículos abultados. La asociación entre buen profesor y posesión de títulos académicos asume equivocadamente que:

1.- El conocimiento sobre qué y cómo enseñar es el factor más importante de la buena enseñanza;

2.- el conocimiento relevante para la docencia se adquiere solamente o principalmente a través de la educación formal y en instituciones académicas;

3.- el título revela y asegura el nivel de conocimientos de quien lo obtiene.

Premisas que son muy comunes en nuestra escuela, pero se requiere de otra visión diferente para cambiar la forma de pensar y actuar en quien diseña políticas educativas y quien enseña en las aulas de las escuelas: se requiere de tomar en cuenta la participación de los profesores, padres de familia y el Estado para fortalecer los aprendizajes permanentes en todos los educandos.

El profesor:

A).-El buen profesor no se forma sólo en las escuelas formadoras de docentes ni es necesariamente quien tiene más años de estudio, más títulos o mejores calificaciones en las pruebas; el buen profesor se forma desde la infancia, en el entorno familiar, en su trayectoria como alumno en el sistema escolar, en su experiencia de vida y de trabajo, en la práctica misma de la enseñanza con sus alumnos, analizando su propia práctica docente, valorando su desempeño, a través del autoaprendizaje, gracias al esfuerzo y la voluntad de superación constante.

El profesionalismo se fortalece en la combinación entre teoría y práctica. Implica no sólo conocer los contenidos educativos sino sobre todo tener apertura hacia el conocimiento, criterio, aptitudes y actitudes coherentes con la actividad de enseñar, respeto hacia uno mismo y hacia los demás, responsabilidad, compromiso y pasión con lo que se hace.

Un educador profesional es una persona autónoma, capaz de tomar decisiones informadas y flexibles en el desempeño de su labor, adaptándolas a cada niño, cada grupo y contexto específicos.

Un educador profesional no tiene miedo a decir “No sé” cuando no sabe, investiga y busca por su cuenta, está consciente de su necesidad de continuar aprendiendo a través de todos los medios a su alcance, sin necesidad de ofertas externas de recompensas, incentivos, o puntos para el escalafón.

El profesionalismo no está solo en el profesor sino en la sociedad que lo valora y asume como tal. En otras palabras, un docente profesional requiere trato profesional, salario profesional, estima profesional. No se puede aspirar a contar con docentes de calidad, dedicados a su tarea y a perfeccionarla de manera permanente, si la sociedad no aprende a valorar la enseñanza como una actividad profesional y a discernir entre el buen y el mal educador.

Dentro de este proceso tan difícil es importante considerar la importancia de la educación de padres, de programas informativos y educativos para ayudarles a ser mejores padres, poniendo a su alcance lo mucho que hoy se sabe acerca del desarrollo y bienestar de niños y jóvenes, la crianza de los hijos e hijas, el diálogo entre padres e hijos, ya que ellos son protagonistas y responsables de la formación desde la casa.

Rosa María Torres Revista Nuevamérica, Brasil, junio 2009 conceptualiza de la manera siguiente:

“Así la profesionalización docente es una exhortación para que los docentes: nos formemos, nos actualicemos y capacitemos, es decir, para que estemos preparemos para hacer frente a los requerimientos de las innovaciones y transformaciones implícitas en las acciones contempladas en la política educativa, la cual es dinámica y seguirá siendo motivo de reformas ante el entorno cambiante en que vivimos. En nuestras sociedades se considera ‘profesional’ a quien posee un título que le habilita para ejercer su profesión u oficio. En todo caso, esto es lo que los gobiernos tienen en mente cuando anuncian políticas o planes de ‘profesionalización’ docente: buscar que todos los docentes – aspirantes o en funciones - accedan a un título habilitante, en el nivel y campo correspondiente”.

El término tiene sentido, en la medida que:

Concibamos a la formación como un proceso que se realiza a lo largo de toda la vida, en diferentes tiempos y espacios, en el hogar, en la comunidad, en la iglesia...etc. y apoyados en libros, radio, televisión, Internet, etc., dándole formalidad al proceso de formación la intencionalidad.

De acuerdo con la UNESCO[9], el concepto de educación permanente lleva implícito que la educación no es un acontecimiento que se da de repente o que está confinado a un ciclo inicial de educación continuada, empezando en la infancia, sino que constituye todo un proceso a lo largo de la vida. La vida en sí misma es un proceso de aprendizaje. La educación permanente abarcaría pues las experiencias tanto intencionales como incidentales del aprendizaje, ante las necesidades de formación e intereses del sujeto, las cuales también son cambiantes.

Los padres de familia

b).-Los padres de familia o tutores son importantes en la escuela y en el aula porque son los destinatarios indirectos del servicio que se ofrece, ya que sin su colaboración y apoyo es más difícil lograr los aprendizajes esperados en los alumnos.

Los padres de familia o tutores han sido figuras centrales en el mantenimiento de los establecimientos escolares, son quienes se han esforzado por colaborar con su trabajo, insumos económicos o en especie, para que las instalaciones se encuen¬tren en mejores condiciones y sus hijos puedan recibir con menor dificultad los servicios que ofrecen las escuelas de educación básica.

En los tiempos actuales, no es suficiente que los padres de familia o tutores participen sólo con apoyos que beneficien el inmueble del centro educativo.

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