Manuscrito K. Las neurosis de defensa (Un cuento de Navidad)
Enviado por CrisUP • 18 de Octubre de 2016 • Apuntes • 1.848 Palabras (8 Páginas) • 2.542 Visitas
Manuscrito K. Las neurosis de defensa (Un cuento de Navidad)
Refiriéndose a cuatro formas de psicopatías compara la histeria, la neurosis obsesiva y una forma de paranoia, todas ellas con aspectos en común, en el sentido que se trata de aberraciones de estados psíquicos normales. El conflicto deviene histeria, el reproche en neurosis obsesiva, la mortificación en paranoia, y el duelo en variantes de la melancolía; en todos estos casos no hay tramitación sino un daño permanente del yo. Se presentan habitualmente como sus estados normales y que además se cumplan con dos condiciones: Debe ocurrir con anterioridad a la maduración sexual y que esté vinculado con esta.
Con relación a la etiología de esta enfermedad no se considera que se debe principalmente a factores heredados, que sin embargo tienen su influencia.
La inclinación de defensa normal que tiende a evitar el displacer, puede volverse nociva cuando se dirige contra representaciones, que como las sexuales, pueden desprender cierto displacer. Y en este mecanismo el recuerdo puede reproducir la vivencia original, dependiendo de la edad en que se produzca. Siendo más importante durante la pubertad que en edades más tempranas
En relación a estas características, Freud se pregunta cuál es la causa por la que se genere perversidad o inmoralidad en lugar de neurosis. Responde que más allá de la vergüenza y la moralidad relacionada a los órganos sexuales, deben existir razones más profundas. Y en este sentido cree que dentro de la vida sexual tiene que existir un fuente independiente de desprendimiento de displacer que relaciona con la neurosis de angustia del adulto. Finalmente concluye en que mientras no exista una teoría correcta del proceso sexual, la cuestión referida a la génesis del displacer permanecerá sin resolverse.
En una nota al pie explicita el proceso propio de la neurosis de represión: 1) La vivencia sexual. 2) Su represión a raíz de una ocasión posterior que des-pierta su recuerdo lo que lleva a la formación de un síntoma primario. 3) Un estadio de defensa lograda, que se asemeja a la salud, salgo por el síntoma primario. 4) Etapa en que las representaciones reprimidas retornan y promue-ven síntomas nuevos: los de la enfermedad propiamente dicha; o sea un esta-dio de nivelación, de avasallamiento o de curación deforme.
Establece finalmente que las diferencias principales entre las diversas neurosis se ven por la manera en que las representaciones reprimidas retornan. Es decir que el carácter específico de las diversas neurosis, reside en cómo se desarro-lla la represión.
En este sentido comenta que el proceso más transparente es el de la neurosis obsesiva, debido a que tomó más información de ésta que de las demás.
(Ensayo de una teoría psicológica de la histeria adquirida, de muchas fobias y representaciones obsesivas, y de ciertas psicosis alucinatorias) (1894).
I)-
Modificación en la teoría de la neurosis histérica. Según la doctrina de Janet la escisión de conciencia es un rasgo primario de la alteración histérica. Tiene por base una endeblez innata de la aptitud para la síntesis psíquica, un estrechamiento del «campo de conciencia, que como estigma psíquico testimonia la degeneración de los individuos histéricos. En oposición al punto de vista de Janet, se sitúa el sustentado por Breuer. Según Breuer, «base y condición» de la histeria es el advenimiento de unos estados de conciencia peculiarmente oníricos, con una aptitud limitada para la asociación, a los que propone denominar «estados hipnoides». La escisión de conciencia es, pues, secundaría, adquirida; se produce en virtud de que las representaciones que afloran en estados hipnoides están segregadas del comercio asociativo con el restante contenido de conciencia. Para la primera de esas formas consiguió demostrar repetidas veces que la escisión del contenido de conciencia es la consecuencia de un acto voluntario del enfermo. En la tercera forma de histeria, que han comprobado mediante el análisis psíquico de enfermos inteligentes, la escisión de conciencia desempeña un papel mínimo, quizá ninguno. Son aquellos casos en que meramente se interceptó la reacción frente al estímulo traumático, y que luego serán tramitados y curados por «abreacción»: las histerias de retención puras.
Los pacientes analizados por Freud gozaron de salud psíquica hasta el momento en que sobrevino un caso de inconciliabilidad en su vida de representaciones, es decir, hasta que se presentó a su yo una vivencia, una representación, una sensación que despertó un afecto tan penoso que la persona decidió olvidarla, no confiando en poder solucionar con su yo, mediante un trabajo de pensamiento, la contradicción que esa representación inconciliable le oponía. En personas del sexo femenino, tales representaciones inconciliables nacen las más de las veces sobre el suelo del vivenciar y el sentir sexuales, y las afectadas se acuerdan con toda la precisión deseable de sus empeños defensivos, de su propósito de «ahuyentar», la cosa, de no pensar en ella, de sofocarla.
Acerca del camino que desde el empeño voluntario del paciente lleva a la génesis del síntoma neurótico,Freud formó una opinión que acaso en las abstracciones psicológicas usuales se podría expresar así: La tarea que el yo defensor se impone tratar como «no acontecida» la representación inconciliable, es directamente insoluble para él; una vez que la huella mnémica y el afecto adherido a la representación están ahí, ya no se los puede extirpar. Por eso equivale a una solución aproximada de esta tarea lograr convertir esta representación intensa en una débil, arrancarle el afecto, la suma de excitación que sobre ella gravita. Entonces esa representación débil dejará de plantear totalmente exigencias al trabajo asociativo; empero, la suma de excitación divorciada de ella tiene que ser aplicada a otro empleo. Hasta aquí son iguales los procesos en la histeria y en las fobias y representaciones obsesivas; desde este punto, los caminos se separan. En la histeria, el modo de volver inocua la representación inconciliable es trasponer a lo corporal la suma de excitación, para lo cual él propondría el nombre de conversión. La conversión puede ser total o parcial, y sobrevendrá en aquella inervación motriz o sensorial que mantenga un nexo, más íntimo o más laxo, con la vivencia traumática. El yo ha conseguido así quedar exento de contradicción, pero, a cambio, ha echado sobre sí el lastre de un símbolo mnémico que habita la conciencia al modo de un parásito, sea como una inervación motriz irresoluble o como una sensación alucinatoria que de continuo retorna, y que permanecerá ahí hasta que sobrevenga una conversión en la dirección inversa. En tales condiciones, la huella mnémica de la representación reprimida {esforzada al desalojo} no ha sido sepultada, sino que forma en lo sucesivo el núcleo de un grupo psíquico segundo.
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