Mujeres Que Aman Demaciado
Enviado por CASILLAS30 • 30 de Abril de 2013 • 1.490 Palabras (6 Páginas) • 415 Visitas
Cuando estar enamorada significa sufrir, estamos amando demasiado.
Cuando la mayoría de nuestras conversaciones con amigas íntimas son acerca de él, de sus
problemas, sus ideas, sus sentimientos, y cuando casi todas nuestras frases comienzan con "él...",
estamos amando demasiado.
Cuando disculpamos su mal humor, su mal carácter, su indiferencia o sus desaires como
problemas debidos a una niñez infeliz y tratamos de convertirnos en su terapeuta, estamos amando
demasiado.
Cuando leemos un libro de autoayuda y subrayamos todos los pasajes que lo ayudarían a él,
estamos amando demasiado.
Cuando no nos gustan muchas de sus conductas, valores y características básicas, pero las
soportamos con la idea de que, si tan sólo fuéramos lo suficientemente atractivas y cariñosas, él
querría cambiar por nosotras, estamos amando demasiado.
Cuando nuestra relación perjudica nuestro bienestar emocional e incluso, quizá, nuestra salud
e integridad físicas, sin duda estamos amando demasiado.
A pesar de todo el dolor y la insatisfacción que acarrea, amar demasiado es una experiencia
tan común para muchas mujeres que casi creemos que es así como deben ser las relaciones de
pareja. La mayoría de nosotras hemos amado demasiado por lo menos una vez, y para muchas de
nosotras ha sido un tema recurrente en nuestra vida. Algunas nos hemos obsesionado tanto con
nuestra pareja y nuestra relación que apenas podemos funcionar como personas. En este libro
examinaremos a fondo los motivos por los que tantas mujeres, en busca de alguien que las ame,
parecen encontrar inevitablemente parejas nocivas y sin amor. Analizaremos también por qué, una
vez que sabemos que una relación no satisface nuestras necesidades, nos cuesta tanto ponerle fin.
Veremos que el amor se convierte en amar demasiado cuando nuestro hombre es inadecuado,
desamorado o inaccesible y, sin embargo, no podemos dejarlo; de hecho, lo queremos y lo
necesitamos más aun. Llegaremos a entender cómo nuestro deseo de amar, nuestra ansia de amor,
nuestro amor mismo, se convierte en una adicción.
"Adicción" es una palabra que asusta. Evoca imágenes de consumidores de heroína que se
clavan agujas en los brazos y llevan una vida obviamente autodestructiva. No nos agrada la palabra
y no deseamos aplicar el concepto a nuestra forma de relacionarnos con los hombres. Pero muchas,
muchas de nosotras hemos sido "adictas a los hombres" y, al igual que cualquier otro adicto,
necesitamos admitir la seriedad del problema antes de poder empezar a curarnos.
Si usted alguna vez se vio obsesionada por un hombre, quizá haya sospechado que la raíz de
esa obsesión no era el amor sino el miedo. Quienes amamos en forma obsesiva estamos llenas de
miedo: miedo a estar solas, miedo a no ser dignas o a no inspirar cariño, miedo a ser ignoradas,
abandonadas o destruidas. Damos nuestro amor con la desesperada ilusión de que el hombre por
quien estamos obsesionadas se ocupe de nuestros miedos. En cambio, los miedos -y nuestra
obsesión- se profundizan hasta que el hecho de dar amor para recibirlo se convierte en la fuerza que
impulsa nuestra vida. Y como nuestra estrategia no da resultado, tratamos, amamos más aún.
Amamos demasiado.
La primera vez que reconocí este fenómeno de "amar demasiado" como un síndrome de ideas,
sentimientos y conductas fue después de varios años de asesorar a alcohólicos y drogadictos. Luego
de llevar a cabo cientos de entrevistas con adictos y sus familias, hice un descubrimiento
sorprendente. A veces, los pacientes a quienes entrevistaba se habían criado en familias con
problemas, y a veces, no; pero sus parejas casi siempre provenían de familias con problemas
severos, en las cuales habían experimentado tensiones y sufrimientos mayores que los comunes. Al
luchar por salir adelante con sus compañeros adictos, estas mujeres (que en el área del tratamiento
Las Mujeres que aman demasiado Robin Norwood
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para el alcoholismo se conocen como "co-alcohólicas") inconscientemente recreaban y revivían
aspectos significativos de su niñez.
Principalmente a través de las esposas y novias de adictos, comencé a entender la naturaleza
del hecho de amar demasiado. Sus historias personales revelaban la necesidad de superioridad y
sufrimiento que experimentaban en su papel de "salvadoras" y me ayudaron a comprender la
profundidad de su adicción a un hombre que, a su vez, era adicto a una sustancia. Era evidente que,
en esas parejas, ambos integrantes necesitaban ayuda por igual, y que ambos estaban literalmente
muriendo por sus adicciones: él, por los efectos del consumo de sustancias químicas; ella, por los
efectos de una tensión extrema.
Esas mujeres co-alcohólicas me clarificaron el increíble poder y la influencia de sus
experiencias infantiles sobre sus patrones adultos para relacionarse con los hombres. Ellas tienen
algo que decirnos a todas quienes hemos amado demasiado acerca de
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