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Más Allá Del Principio Del Placer


Enviado por   •  1 de Febrero de 2014  •  6.100 Palabras (25 Páginas)  •  279 Visitas

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La enseñanza de Freud a Lacan I

Más allá del principio del placer 1920

Lo que no puede tomarse volando

hay que alcanzarlo cojeando

La escritura dice, cojear no es pecado

Con esta frase de Rukert, Freud finaliza Más allá del principio del placer, y en efecto, el poeta Rukert nos consuela por la lentitud con que progresa nuestro conocimiento científico, falla en el saber que Freud hace evidente con su compulsión a la repetición.

En este escrito Freud de forma intuitiva y especulativa, mezclando a veces las cosas y trasladando mecánicamente las contribuciones de la Biología de su tiempo a las investigaciones sobre el psiquismo, reflexiona sobre el hecho de que, la compulsión a la repetición relacionada con la destructividad, es algo mucho más decisivo en la vida psíquica.

La arquitectura del texto, está integrada por siete capítulos que marcan un parte-aguas en la obra que cambiara el pensamiento del siglo XIX. Strachey nos recuerda, que con Más allá del principio del placer, Freud inaugura la fase final de la serie de sus escritos metapsicológicos. Ya había llamado la atención sobre la compulsión a la repetición como fenómeno clínico, pero aquí le atribuye las características de una pulsión; así mismo, por primera vez plantea la nueva dicotomía entre eros y las pulsiones de muerte. En esta obra encontramos también indicios del nuevo cuadro estructural de la mente que habría de dominar todos los escritos posteriores de Freud. Por último dice que aquí hace su primera aparición explicita el problema de la destructividad, que tuvo un papel cada vez más predominante en sus obras teóricas

I

EL IMPERIO DEL PRINCIPIO DEL PLACER

Este primer capítulo comienza recordándonos que la teoría psicoanalítica apuesta a que, el decurso de los procesos anímicos es regulado por el principio del placer, y que sí referimos placer o displacer a la cantidad de excitación presente en la vida anímica, entonces el displacer corresponderá a un aumento en las cantidades de excitación y el placer a una reducción de ellas.

Pero como Freud constata, que por desgracia no existe ninguna teoría filosófica o psicológica que supiera indicarnos la significación de estas sensaciones de placer y displacer; será entonces esta obra el indicativo de la pretensión Freudiana de intentar adentrarse con su investigación en lo que califica como “el ámbito más obscuro e inaccesible de la vida anímica”.

En el inicio de ésta incursión, acudirá entonces a investigaciones realizadas en la psicofisiología, para intentar explicar esta relación entre las cantidades de excitación y la dualidad placer - displacer; recurrirá a la teoría fiscalista de G. T. Fechner quien en 1873 publico un artículo en el que adoptaba una concepción del placer y el displacer, que coincidía en esencia con la que se deduce de la labor psicoanalítica, y afirma, que el principio del placer, como la tendencia del aparato psíquico a conservar lo más baja posible, o al menos constante la cantidad de excitación que existe en su interior, puede considerarse un caso especial dentro del principio de Fechner la tendencia a la estabilidad.

Señala que, será incorrecto hablar de un imperio del principio del placer sobre el decurso de los procesos anímicos, ya que si así fuera, la mayoría de nuestros procesos anímicos tendría que ir acompañada de placer o llevar a él, y la experiencia más universal refuta enérgicamente esta conclusión.

Por lo tanto la situación no tiene que ser sino esta: En el alma existe una fuerte tendencia al principio del placer, pero ciertas otras fuerzas o constelaciones la contrarían, de suerte que el resultado final, no siempre puede tender a la tendencia al placer. ¿Cuáles serán entonces esas fuerzas o constelaciones que la contrarían?

Sobre estas tendencias o fuerzas se pueden hacer dos observaciones: La primera es la presencia del principio de realidad, principio muy necesario, ya que la presencia del principio del placer que corresponde a un funcionamiento primario del aparato anímico y que en muchas ocasiones lo hace inútil y hasta peligroso frente a las dificultades del mundo exterior, invocará entonces la intervención del principio de realidad que se impondrá para que aceptemos pacientemente el displacer durante los rodeos necesarios para superar esas dificultades hasta llegar a la satisfacción y al placer. La segunda circunstancia que se opone al principio del placer es la debida al conflicto entre el yo y las pulsiones sexuales reprimidas, ya que si éstas consiguen burlar la represión y obtener una satisfacción directa o sustitutiva, el yo lo que percibe es displacer, como sucede con los síntomas neuróticos.

Estas dos anteriores fuentes de displacer están muy lejos de abarcar la mayoría de nuestras vivencia de displacer, pero de las restantes puede afirmarse que su existencia no contradice al imperio del placer

II

LA NEUROSIS TRAUMATICA

En este segundo capítulo, se hace referencia a los síntomas de la neurosis traumática, dentro de ésta se encuadra la neurosis de guerra, aquí parece que se contradice claramente al principio del placer; al profundizar en esta entidad clínica dice Freud, que se aproxima a la histeria por presentar en abundancia síntomas motores similares, pero que la sobrepasa en sus indicios de padecimiento subjetivo, así como en la evidencia de un debilitamiento y una destrucción generales mucho más vastos de las operaciones anímicas.

Al abordar la neurosis traumática nos recuerda la diferencia entre el terror, el miedo y la angustia conceptos que regularmente se usan equivocadamente como expresiones sinónimas y enfoca la angustia desde una nueva perspectiva, desde su función de defensa.

En la neurosis traumática se destacan dos rasgos que podrían tomarse como punto de partida para la reflexión: En el primero, el centro de gravedad de la causación parece situarse en el factor de la sorpresa, es decir en el terror y que un simultaneo daño físico o herida contrarrestará en la mayoría de los casos la producción de la neurosis.

La vida onírica de la neurosis traumática reconduce al enfermo una y otra vez a la situación de su accidente, del cual despierta con renovado terror, el enfermo esta por así decir fijado psíquicamente al trauma. Tales fijaciones a la vivencia que desencadeno la enfermedad, son conocidas desde hace tiempo, tal y como lo preconizaron Freud y Breuer

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