PROBLEMAS DE FAUNA

Problemas de fauna

Se había convocado una reunión en las afueras del bosque, las lagartijas se habían estado quejando del acoso que sufrían constantemente por los niños que llegaban de campamento. Por otro lado había descontento entre la familia de las hormigas porque se perdían a cada rato y llegaban tarde a sus hormigueros. Las ardillas hicieron un comunicado porque estaban cansadas de andar escondidas. Y así, cada animalito presentaba algún tipo de queja relacionado con los abusos de los humanos. Entonces acordaron reunirse para buscar soluciones a sus problemas.

Fueron llegando poco a poco y se iban acomodando cerca del borde del rio para poder escuchar la opinión de los peces.

Todos murmuraban sus problemas mientras esperaban al Chigüire, que era el más relajado e inteligente de todos. El cocodrilo bostezaba aburrido y el perezoso se estaba quedando dormido.

Entonces llego el Chigüire -Buenas tardes queridos vecinos, vamos a comenzar por escuchar sus problemas, luego iremos solucionándolos uno por uno. A ver Turpial, dígame ¿Cuál es su problema?

--Hace muchooooos años, cuando yo solo era un pichón, recuerdo que iba con mi papa a aprender a volar y nos pasábamos de ramita en ramita por los matorrales cerca de la sabana, salíamos tempranito, con el asomar del sol, mi papa decía que para aprovechar la brisa más suave y nos íbamos contentos, silbando, riendo, ahhhhhhhh que recuerdos.

Lo interrumpe el Chigüire – por favor señor turpial admiro su memoria, pero le recuerdo que queremos solucionar un problema si lo tiene.

-Ahhhh si es verdad, pido disculpas, dijo el turpial. Resulta que he querido repetir esas enseñanzas con mi hijo y no he podido, porque cortaron todos esos árboles para construir las madrigueras de los humanos, -casa dijo la lagartija- ellos la llaman casa-. -eso casa, para construir sus casas respondió el turpial- gracias señora lagartija. Dígame señor Chigüire ¿Cómo hago para enseñar a mi hijo a volar como aprendí con mi papa?

-Habla el Chigüire- a ver, déjeme pensar un poco- en eso salta emocionada la Ardilla y dice: -¡Ay! Yo quisiera poder volar como usted señor Turpial, dijese que tengo una prima que salta, estira el pellejo y se queda un raaaaato en el aire y cuando ya va a caer pone las patas y sigue caminando, una vez lo intente, pero el pellejo no me dio y caí como un mango en suelo, me toco pegar una carrera y subirme al árbol de nuevo. Si yo pudiera volar me la pasaría encima de los techos de esas casas, de una a otra y volaría a los arboles y luego a los techos, ¡aaaaah! Pero saltando no puedo.

¡Ya se! –Dijo el Chigüire- ¿Qué tal si usted hace el mismo recorrido que hacía con su padre encima de los techos? Puede hacer su nido en una de esas casas y le queda más cerca, así aprovecha la brisa mañanera.

-¿Cómo no se me ocurrió antes? ¡Qué inteligente es usted amigo Chigüire! Muchas gracias, lo voy a pensar.

La Iguana levanta la pata y pide la palabra –Tiene la palabra la señora Iguana- demando el Chigüire.

-Hola, ¿Cómo están? Soy la Iguana, me reconocerán por mi hermoso color verde y mis crestas, que parecen coronas. Los animales se ríen y dice la Chicharra –Yo creo que su problema es la modestia jajajajaaaaaaaaaaaaaaaaa.

La Iguana cruza sus patas y se acaricia la cola ignorando los comentarios.

-Bueno señor Chigüire mi problema es que yo me voy a dar paseos por la sabana y como me pongo a pensar en el verdor de las matas y la grama, se me va la noción del tiempo y termino parada en cada piedra o camino, entonces me ha pasado que me sorprenden los niños que corren a agarrarme, me ha tocado correr bastante y termino con la lengua afuera. El otro día pensaba en lo bonita que me veía tomando agua en el rio y me pegaron una piedra que me pico un pedazo de cola, ¡Ay! Como me dolió y corrí

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