Pensar como árbol
Enviado por Un Par De Locos • 25 de Octubre de 2021 • Ensayo • 2.700 Palabras (11 Páginas) • 136 Visitas
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Pensar como árbol
Espinosa Arias Laura Jenny
¿Cómo interpretar la consciencia de los árboles según la lectura?
De acuerdo a la lectura, es tal la conciencia del árbol que tiene la capacidad para desposar sus contornos hasta fundirse con él y los transforma, sin distanciamiento. El árbol es tan sensible al astro solar como a las profundidades terrestres, en fase y en resonancia con lo que está en él y fuera de él. Dentro de lo viviente, no hay movimientos más sobrios, más pausados, mejor ajustados que los de un árbol. Su belleza es fundamental, esencial, irreductible. Según Plotino, coincide con su propia razón. Sería maravilloso que las personas tuviéramos la capacidad de tener esta conexión con el ambiente que nos rodea, seguramente se podrían evitar muchas enfermedades, si tan solo tuviéramos el buen habito de estar en contacto con la naturaleza. Ya que todo en el árbol es abierto y se ofrece al mundo. Así mismo deberíamos de ser todos y cada uno de nosotros.
¿Cómo la Teoría General de Sistemas se refleja en el movimiento de los árboles según lo leído?
En efecto se relaciona ya que el árbol al igual que las personas tiene sus raíces y esta tan arraigado a la tierra que difícilmente llegan a desprenderse, de igual forma los seres humanos a veces están tan arraigados a su familia que les es muy difícil desprenderse de la misma, aun cuando ya han formado su propia familia, ellos buscan la forma de estar en contacto y cerca de su familia de origen.
Lentitud
Para reencontrar este tiempo justo que hemos extraviado, nos conviene mirar cómo crece el árbol, reencontrar cada mañana la misma rama, observar la eclosión de los brotes, la evolución de las hojas y de las flores y, de esta manera, ajustar nuestra agitación interior al latido de su metrónomo. Frecuentar atentamente los árboles, que se acompañan de los ballets cambiantes e imprevisibles de los pájaros y los insectos, nos reconduce a nuestra temporalidad profunda. No es nada sorprendente que la horticultura y la jardinería sean terapéuticas. La jardinería no consiste solo en prodigar cuidados a algo vivo, reactivar nuestras capacidades de observación, respirar un aire menos contaminado que el de nuestra casa, incluso enriquecer nuestra microbiota con bacterias venidas del suelo. También es reposicionarse en el tiempo, redescubrir la paciencia, acoger la incertidumbre. Es ceder a los ritmos y a las exigencias de nuestra constitución viva.
Si tan solo nos tomáramos un tiempo, como los árboles para poder observar y disfrutar es que van creciendo y reencontrarnos nuevamente cada mañana con la misma rama, mirar como crecen cada una de sus hojas y las flores que la madre naturaleza nos regala cada día, entonces y solo entonces seríamos capaces de sentir el latido de nuestro corazón, en este justo momento podríamos ajustarnos al metrónomo de los árboles y si frecuentáramos más a menudos un parque podríamos disfrutar de los hermoso sonidos de emiten los pájaros, el vaivén de las ramas de los árboles con el viento y si además de esto nos diéramos un tiempo para dedicarnos a sembrar plantas y cuidar de ellas esta sería una forma terapia la cual nos brindaría paz y tranquilidad, a lo que hoy en día a muchos de nosotros nos hace falta. Esto también nos ayudará a reposicionarnos en el tiempo, redescubrir nuestra paciencia y tener plena conciencia de la incertidumbre en la que vivimos, redescubrirnos y poder crear algo nuevo en nuestra vida. Es ceder a los ritmos y a las exigencias de nuestra constitución viva, ganar por ello más humildad y, como recompensa, aceptar por fin perder el tiempo para reencontrarlo mejor. Estos momentos dedicados a la jardinería nos devuelven al carácter concreto de este mundo, a la naturaleza íntima de las cosas, no solo a lo que de ellas se puede medir. Ya que cuando veamos crecer a los árboles y las flores que plantemos nos daremos cuenta de que hemos reinstalado nuestra confianza en el porvenir de nuestra vida misma. Los jardines más hermosos, como los árboles más bellos o los bosques más bonitos, llevan en ellos la marca del tiempo. Las prisas los afean. Cualquier jardín va ser a imagen de su jardinero. Puede ser dócil, conforme a los requerimientos del momento, con césped o con flores, como se espera que sea. Puede también permanecer libre de exigencias sociales y ajustarse solo a las exigencias de lo vivo, quedar «en movimiento». El primero de estos jardines nos borra y nos encadena. El otro, nos revela y nos libera. Así pue podremos darnos cuenta que tan hermosa es nuestra vida, si tan solo hemos dedicado el tiempo suficiente para cultivarla, cuidarla y verla crecer, de acuerdo a la dedicación que hayas empleado en ella, será entonces cuando nos demos cuenta de las marcas que el tiempo deja en ella, ya que cuando hacemos las cosas con prisa al igual que si lo hacemos con el cuidado con los árboles, es obvio que no tendremos un resultado satisfactorio. Así que debemos de poner más tiempo y dedicación si queremos que el tiempo nos revele cosas buenas y así de esta forma sentirnos liberados, ya que de no hacerlo nos sentiremos encadenados.
Sobriedad
De acuerdo al zoólogo alemán Josef Reichholf el nos describe con claridad que: «El equilibrio está relacionado con la penuria. Cuanto más importante es esta y más marcada, más equilibrada y estable nos parece la situación de las especies. Así mismo en nuestra vidas cuanto más marcada esta la penuria en nuestra vida, menos equilibrio habrá en ella
¿Cómo comprendemos a la familia desde la Teoría General de Sistemas?
Como bien sabemos una familia es un sistema el cual está integrado por cada uno de sus elementos y de estos elementos a su vez habrá de surgir otros subsistemas y así sucesivamente. Puesto que existe una relación estrecha entre los elementos, la circularidad entre ellos nos permite saber que existe una relación profunda con los demás sistemas vivientes.
Bien lo decía Morin (1977: 99): “El fenómeno que nosotros llamamos naturaleza no es más que esta extraordinaria solidaridad de sistemas encajonados edificándose los unos sobre los otros, por los otros, con los otros y contra los otros: La naturaleza son los sistemas de sistemas, en rosario, en racimos, en pólipos, en matorrales, en archipiélagos”.
Más adelante Morin (p.99) agrega que “así, la vida es un sistema de sistemas de sistemas, no sólo porque el organismo es un sistema de órganos que son sistema de moléculas que son sistemas de átomos, sino también porque el ser vivo es un sistema individual que participa de un sistema de reproducción, tanto uno como otro participan en un ecosistema que hace parte de la biosfera”.
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