Percepcion De La Personalidad
Enviado por baste • 16 de Junio de 2013 • 1.262 Palabras (6 Páginas) • 453 Visitas
Percepción de la personalidad
Desarrollar una idea sobre la personalidad global de un individuo es más complejo que formarse una impresión de éste.
Desarrollar una idea sobre la personalidad global de un individuo es una forma de percepción mucho más compleja y estructurada que la de formarse una impresión. Esta complejidad puede deberse a que no es un proceso tan instantáneo como el de la formación de impresiones, sino que como afirma Gilbert (1989) ocurre en dos etapas:
1) Caracterización. Es una etapa relativamente automática en la cual se describe más a la persona y a los comportamientos sobre la base de lo directamente observado.
2) Corrección. Se caracteriza por modificar en función del contexto, circunstancias, etc. esa percepción inicial mediante lo que Gilbert llamanegociación cognitiva de carácter deductivo.
En la percepción de personalidad solemos cometer cuatro errores: efecto halo, analogía proyectiva, estereotipos y teorías implícitas de la personalidad
• El efecto halo: consiste en presuponer algunas características en las personas a partir de otra que ya conocemos. Por ejemplo, si por la calle vemos comer a una persona obesa, pensamos que es glotona y comilona. Estas inferencias responden a una teoría implícita de personalidad, según la cual tendemos a percibir conjunto de rasgos supuestamente relacionados entre sí, pero que en realidad puede que no lo estén. De esta manera, cuando observamos que un individuo alguna característica positiva tendemos a considerar que el resto de sus características también son positivas. Análogamente ocurre con las negativas. Por ejemplo, cuando observamos que uno de nuestros alumnos viste muy bien tendemos a pensar que es muy inteligente o buena persona o divertido, cuando en realidad estos rasgos poco tienen que ver con el que hemos observado.
• La analogía proyectiva: se produce cuando tendemos a percibir como semejantes dos personas parecidas en algún aspecto concreto, aunque estos rasgos no estén contrastados.
• Los estereotipos: tendencia a percibir a una persona basándose en rasgos que caracterizan a un determinado grupo social. Por ejemplo, podemos percibir a una persona como juerguista por el mero hecho de ser andaluz o tacaño por el hecho de ser catalán. No podemos olvidar que en los estereotipos se incluyen varios tipos de características que pueden ser positivas o negativas; que algunos de ellos reflejan con precisión las diferencias reales entre los grupos, aunque de forma exagerada; y otros son completamente inexactos (R. S. Smith y Mackie, 1997). No obstante, en el tema dedicado a los estereotipos abundaremos sobre ellos, las controversias, teorías, funciones, etc.
• Teorías implícitas de la personalidad: creencias que cada uno de nosotros tiene acerca del ser humano en general, especialmente en relación con la frecuencia y variabilidad de un determinado rasgo de personalidad. Es como si jugáramos a ser psicólogos catalogando diferentes tipos de personalidades (León y Gómez, 1998). En definitiva, es la suma de las hipótesis y expectativas acumuladas sobre cómo se organizan los atributos y rasgos de la otra persona (Echebarría y Villarreal, 1991).
Cuando una inferencia de correspondencia sucede a la interpretación inicial de la conducta, esta completa una primera impresión
A veces, como ya hacíamos alusión al hablar de los estereotipos, la percepción de la personalidad de otros no es del todo veraz, es decir, puede verse sesgada. Uno de esos sesgos que podríamos destacar aquí es el sesgo de correspondencia o error fundamental de atribución. Éste proviene de la realización de una heteroatribución interna (es decir, damos una explicación de la conducta de los demás basada en características del propio actor de la misma -lo estudiamos cuando hablemos detenidamente de atribuciones causales) injustificada (Jones y Harris, 1967). Es decir, cuando una inferencia de correspondencia (justificable o no) sucede a la interpretación inicial de la conducta, esta completa una primera impresión (Gilbert, 1989; Gilbert, Krull y Malone, 1990; Trope, 1986). Por eso a la tendencia a extraer inferencias correspondientes aún cuando no se justifican,
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