Psicologia De Las Masas Y Analisis De Yo
Enviado por janna9117 • 19 de Mayo de 2013 • 19.411 Palabras (78 Páginas) • 567 Visitas
Psicología de las masas y análisis del yo
(1921)
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Introducción
En la vida anímica del individuo, el otro cuenta, como modelo, como objeto, como auxiliar y como enemigo, y por eso desde el comienzo mismo la psicología individual es simultáneamente psicología social.
La oposición entre actos anímicos sociales y narcisistas cae íntegramente en el campo de la psicología individual y no habilita a divorciar esta última de una psicología social.
La psicología de las masas trata del individuo como miembro de una multitud organizada en forma de masa durante cierto lapso y para determinado fin.
2
Le Bon y su descripción del alma de las masas
Le Bon en Psicología de las masas dice que ese individuo a quien la psicología había llegado a comprender siente, piensa y actúa de manera enteramente diversa de la que se esperaba cuando se encuentra bajo una determinada condición: su inclusión en una multitud que ha adquirido la propiedad de una masa psicológica.
"Hay ideas y sentimientos que sólo emergen o se convierten en actos en los individuos ligados en masas. La masa psicológica es un ente provisional que consta de elementos heterogéneos".
Si los individuos dentro de la masa están ligados en una unidad, tiene que haber algo que los una, y este medio de unión podría ser justamente lo característico de la masa. Empero, Le Bon no da respuesta a esta cuestión.
En la masa, opina Le Bon, desaparecen las aspiraciones de los individuos y, por tanto, su peculiaridad. Aflora el inconciente racial, lo heterogéneo se hunde en lo homogéneo. Se engendraría un carácter promedio en los individuos de la masa. Pero Le Bon halla que también muestran nuevas propiedades que no habían poseído hasta entonces, y busca la razón de ello en diferentes factores.
"Dentro de la masa el individuo adquiere, por el sólo hecho del número, un sentimiento de poder invencible que le permite entregarse a instintos que, de estar solo, habría sujetado. Por ser la masa anónima, desaparece el sentimiento de la responsabilidad que frena a los individuos" .
"En la multitud, todo sentimiento y todo acto son contagiosos, y en grado tan alto que el individuo sacrifica muy fácilmente su interés personal al interés colectivo".
"Una tercera causa es la sugestionabilidad, de la cual, el contagio es sólo un efecto".
"El individuo inmerso durante cierto lapso en una masa activa muy pronto se encuentra en un estado singular, muy próximo a la fascinación en que cae el hipnotizado bajo la influencia del hipnotizador. La personalidad conciente ha desaparecido por completo, la voluntad y el discernimiento quedan abolidos".
"Tal es aproximadamente el estado del individuo perteneciente a una masa psicológica".
"Los principales rasgos del individuo integrante de la masa son, entonces: la desaparición de la personalidad conciente, de los sentimientos e ideas en el mismo sentido por la sugestión y el contagio, y la tendencia a transformar inmediatamente en actos las ideas surgidas. El individuo deja de ser él mismo; se ha convertido en un autómata carente de voluntad".
El contagio y la sugestionabilidad acrecentada, evidentemente no se encuentran en pie de igualdad, ya que el contagio ha de ser también una exteriorización de la sugestionabilidad. Le Bon no menciona una de las piezas principales de esta comparación, la persona que haría las veces del hipnotizador en el caso de la masa.
"Por el mero hecho de pertenecer a una masa organizada, el ser humano desciende varios escalones en la escala de la civilización. Aislado, era quizás un individuo culto; en la masa es un bárbaro, vale decir, una criatura que actúa por instinto".
Le Bon encuentra una coincidencia del alma de las masas con la vida anímica de los primitivos y de los niños. Abriga un sentimiento de omnipotencia; el concepto de lo imposible desaparece para el individuo inmerso en la masa. Los sentimientos de la masa son siempre muy simples y exaltados. Por eso no conoce la duda ni la certeza.
Pasa pronto a los extremos, la sospecha formulada se le convierte enseguida en certidumbre incontrolable, un germen de antipatía deviene odio salvaje .
Puesto que la masa no abriga dudas sobre lo verdadero o lo falso, y al mismo tiempo tiene la conciencia de su gran fuerza, es tan intolerante como obediente ante la autoridad. Quiere ser dominada y sometida, y temer a sus amos. Totalmente conservadora en el fondo, siente profunda aversión hacia las novedades y progresos, y una veneración sin límites por la tradición.
Para juzgar correctamente la moralidad de las masas es preciso tener en cuenta que al reunirse los individuos de la masa desaparecen todas las inhibiciones y son llamados a una libre satisfacción pulsional todos los instintos crueles, brutales, destructivos, que dormitan en el individuo como relictos del tiempo primordial. Pero, bajo el influjo de la sugestión, las masas son capaces también de elevadas muestras de abnegación, desinterés, consagración a un ideal. Mientras que en el individuo aislado la ventaja personal es a menudo el móvil exclusivo, rara vez predomina en las masas. Mientras que el rendimiento intelectual de la masa es siempre muy inferior al del individuo, su conducta ética puede tanto sobrepasar con creces ese nivel como quedar por debajo de él.
En las masas, las ideas opuestas pueden coexistir y tolerarse sin que su contradicción lógica dé por resultado un conflicto. Pero lo mismo ocurre en la vida anímica inconciente de los individuos, de los niños y de los neuróticos.
Además, la masa está sujeta al poder verdaderamente mágico de las palabras; estas provocan las más temibles tormentas en el alma de las masas, y pueden también apaciguarla.
Las masas nunca conocieron la sed de la verdad. Piden ilusiones, a las que no pueden renunciar. Lo irreal siempre prevalece sobre lo real, lo irreal los influye casi con la misma fuerza que lo real.
Para los neuróticos no vale la realidad objetiva, corriente, sino la realidad psíquica. Un síntoma histérico se funda en la fantasía, y no en la repetición de un vivenciar real. Así pues, lo mismo que en el sueño y en la hipnosis, en la actividad anímica de la masa el examen de la realidad retrocede frente a la intensidad de las mociones de deseo afectivamente investidas.
Según Le Bon, la masa tiene tal sed de obedecer que se subordina instintivamente a cualquiera que se designe su señor.
Si la necesidad de la masa solicita un conductor, este tiene que corresponderle con ciertas propiedades personales. Para suscitar la creencia de la masa, él mismo tiene que estar fascinado por una intensa creencia
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