Psicologia
Enviado por ahmmm • 21 de Noviembre de 2013 • 1.212 Palabras (5 Páginas) • 293 Visitas
Percepción e interacción: Percepción de personas y de objetos
El proceso perceptivo posee dos características esenciales: es un proceso selectivo y activo.
La percepción, tanto de nuestro ambiente social como de nuestro ambiente físico, implica la selección y codificación de gran cantidad de datos que nos llegan del exterior, reduciendo así su complejidad para que sea más fácil su almacenamiento y recuperación posterior. Sin embargo, también supone la base para la elaboración de inferencias que nos permitan realizar predicciones sobre los acontecimientos futuros (León y Gómez, 1998). De esto se deduce que el proceso perceptivo posee dos características esenciales: es un proceso selectivo y activo.
Las personas no registran indiscriminadamente los estímulos procedentes del exterior.
Por que es un proceso selectivo, las personas no registran indiscriminadamente los estímulos procedentes del exterior sino que atienden a algunos aspectos de los mismos y pasan por alto otros (Taylor et al., 1989). Esto es debido a dos motivos fundamentales: el primero es que sería imposible recoger el enorme caudal de información que inunda a los sentidos; el segundo es que no toda la información estimular tiene el mismo grado de importancia para las personas (Bruner, Shapiro y Tagiuri, 1958).
Las personas elaboramos la información adquirida para generar estructuras cognitivas que les permitan ser preactivas.
En virtud del carácter activo, las personas elaboran la información adquirida para generar estructuras cognitivas que les permitan ser proactivas -no meramente reactivas- frente a la información obtenida, lo que quiere decir que, cuando se produce su llegada, las personas ya tienen una idea aproximada acerca de ella, lo que facilita su asimilación y manejo. Esas estructuras que elaboramos las conocemos en Psicología Social bajo el nombre de categorías, y el proceso mediante el que se forman, proceso de categorización. A este respecto, Moya (1989) postula que la categorización es uno de los conceptos centrales en cognición social. Éste es un proceso de unificación de objetos y acontecimientos sociales en grupos que resulta equivalente con respecto a las acciones, intenciones o sistemas de creencias de un individuo (Tajfel, 1981). En definitiva, apoyamos la idea de Bruner (1957) que la categorización es un proceso básico casado con la percepción. Hemos dicho que el proceso de categorización acelera la asimilación y manejo de lo percibido, pero también tiene sus costes. Entre los más estudiados y apoyados empíricamente encontramos el incremento de la semejanza entre los elementos de la misma categoría y de las diferencias entre elementos de categorías diferentes (Taylor et al., 1989).
De lo expresado anteriormente se derivan tres consecuencias principales que podemos entenderlas como similitudes existentes entre la percepción de objetos y la percepción de personas (Moya, 1995):
La estructuración del contenido perceptivo en categorías
La preferencia por los aspectos invariantes del contenido y
El que a los estímulos percibidos se le atribuyen significados.
Los estímulos percibidos son dotados inmediatamente de significado
De la misma manera que mediante la categoría "material de escritorio" agrupamos bolígrafos, papel, lápices, etc. y los distinguimos de otros tipos diferentes gracias a la existencia de categorías previas, las personas se perciben entre ellas sobre la base del género, nacionalidad, color de la piel, etc.; elementos que tienen mayor peso en la percepción cuanto más invariantes o permanentes se muestran. Es decir: los elementos accidentales o cambiantes influyen en menor medida sobre nuestra percepción (Taylor et al., 1989). Finalmente, es muy importante señalar el hecho de que a los estímulos percibidos se les dote inmediatamente de significado. Así, a grandes rasgos tenemos una tendencia a considerar que lo más grande es mejor. Un claro ejemplo de esto es el clásico experimento de Bruner y Goodman (1947) al que más adelante nos referiremos.
Sin embargo, no todo lo codificamos en forma de categorías. Srull y Wyer (Srull y Wyer, 1979,
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