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Psicologia


Enviado por   •  3 de Marzo de 2013  •  3.923 Palabras (16 Páginas)  •  276 Visitas

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COMENTARIO

Libro imprescindible que nos enseña cómo acabar con las eternas luchas y “escenas” que se producen a diario en casi todos los hogares con hijos. El autor reclama la importancia de los límites para niños y adolescentes, no como algo punitivo, sino como un elemento indispensable para su crecimiento y desarrollo. Los niños son investigadores natos. Exploran los límites, su firmeza, hasta dónde pueden llegar, intentan ir más lejos, etc. La mayoría de los problemas de comportamiento radican en que los padres no saben comunicar los límites con claridad. Los niños los cuestionan para clarificar normas que están poco claras.

Robert MacKenzie es psicopedagogo y terapeuta familiar. En esta obra ofrece técnicas y procedimientos de probada eficacia que no sólo corrigen las malas conductas, sino que ayudar a hacer que los hijos colaboren y se comporten adecuadamente, sentando unas bases positivas, respetuosas e instructivas.

INDICE

Cap. 1: Por qué son importantes los límites

Cap. 2: Cómo enseñan sus normas los padres

Cap. 3: Cómo aprenden las normas sus hijos

Cap. 4: La danza de la familia

Cap. 5: ¿Son sus límites firmes o blandos?

Cap. 6: Cómo abandonar la pista de baile

Cap. 7: La motivación: el idioma de la colaboración

Cap. 8: Cómo enseñar habilidades para resolver problemas

Cap. 9: Cómo respaldar sus normas con consecuencias

Cap. 10: Cómo poner límites a los adolescentes

Cap. 11: Cómo ayudar a niños con hiperactividad e inatención

Cap. 12: Cómo abordar las tareas

Cap. 13: La danza de los deberes

Cap. 14: Cómo prepararse para el cambio

CAPITULO 1. Por qué son importantes los límites

No cabe duda de que los niños necesitan límites. Quieren y necesitan comprender las normas que rigen su mundo. Quieren saber qué se espera de ellos, a qué atenerse con los demás, hasta dónde pueden llegar y qué sucede si van demasiado lejos. Los límites desempeñan un papel fundamental en el proceso de aprendizaje y descubrimiento. Por eso es tan importante que las señales que se transmiten a los hijos sean claras. Los límites ayudan a los niños a investigar; definen las conductas aceptables, definen las relaciones, son puntos de referencia para el grado de desarrollo y procuran seguridad.
Poner límites es un proceso dinámico. Los niños crecen y cambian, y al hacerlo se van preparando para tener más libertad, privilegios y responsabilidad. Los niños necesitan oportunidades para explorar su mundo, practicar sus habilidades y desarrollar su competencia e independencia. Los límites deben respaldar, no obstaculizar, este proceso normal de desarrollo. Por ello hay que adaptar los límites cuando los hijos demuestran que están preparados para asumir más libertad y responsabilidad. Los límites deben ser lo suficientemente firmes y, a la vez, flexibles para permitir este crecimiento y desarrollo. 
Modelos de límites:
- control excesivo (límites demasiado restrictivos): libertad insuficiente para probar y explorar. Resultados: inhibe el aprendizaje y la responsabilidad. Incita a rebelarse.
- control insuficiente (límites demasiado amplios): libertad excesiva. Resultados: inhibe el aprendizaje y la responsabilidad. Incita a cuestionar los límites de una forma excesiva.
- Control ambiguo (límites incongruentes): libertad incongruente. Resultados: inhibe el aprendizaje y la responsabilidad. Incita a cuestionar los límites y a rebelarse.
- Control y límites equilibrados: libertad basada en la responsabilidad. Resultados: fomenta el aprendizaje y la responsabilidad. Incita a colaborar.

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CAPITULO 2. Cómo enseñan sus normas los padres

Es conveniente que los padres conozcan su estilo de enseñanza, para que sean conscientes de sus errores. 
Se explican las características de los enfoques punitivo, permisivo, combinado y democrático: las creencias de los padres, el mensaje que reciben los niños, sus reacciones, quién ostenta el poder y quién resuelve los problemas. Como siempre, la clave está en el equilibrio. En este caso, entre firmeza y respeto. El enfoque denominado democrático, proporciona libertad y la posibilidad de elegir dentro de unos límites bien definidos. Es colaborador, no confrontador. Además, exige mucho menos gasto de energía por parte de los padres. CAPITULO 3. Cómo aprenden las normas sus hijos

Las palabras tienen que coincidir con los actos. Los problemas surgen cuando se intenta enseñar con palabras, ya que los niños aprenden a partir de actos. 
Gran parte de lo que los padres interpretan como malas conductas, son en realidad las formas de sus hijos de comprobar si los límites son firmes. O de buscar la respuesta a preguntas como ¿qué está bien?, ¿quién manda?, obedecer las normas, ¿es opcional u obligatorio?
De manera que todos los niños cuestionan los límites para ver a dónde pueden llegar. Pero no todos lo hacen de la misma manera. Existen diferentes estilos de investigación y distintos temperamentos. Los niños obedientes no cuestionan los límites muy a menudo ni necesitan muchos datos para extraer la conclusión adecuada. Los obstinados, en cambio, son investigadores agresivos. Necesitan experimentar los límites de forma reiterada antes de convencerse de su firmeza. Necesitan muchos datos antes de convencerse de que deben obedecer las normas. 
Los niños reciben las normas de sus padres a través de dos canales: las palabras (normas en la teoría) y los actos (normas en la práctica). Si ambas se contradicen, el niño hará lo que le dé la gana. Si la palabra es “no”, pero no hay consecuencias, la acción transmite que no pasa nada por persistir en el mal comportamiento. Los niños necesitan normas concretas. Y sólo los actos son concretos, no las palabras. Los actos definen las normas. CAPITULO 4. La danza de la familia

El autor denomina “danzas” a las pautas familiares de resolución de conflictos. Pautas destructivas e ineficaces. Todas se inician con mensajes poco claros sobre las normas. La ira, la resistencia o la ignorancia, las avivan. Así se intensifica el conflicto y se transforma en una lucha de poder. Con el paso del tiempo, estas danzas se convierten en el hábito de la familia. Se repiten de continuo para resolver cualquier problema, y los miembros de la familia ni siquiera son conscientes de este patrón. Reconocer la danza es el primer paso para librarse de ella. La mejor forma de ponerla fin, es no iniciándola. Estas danzas son agotadoras e interminables. Peticiones, razonamientos, amenazas, repeticiones, gritos, amenazas, castigos… al final, no sirven para nada, pues la conducta en cuestión vuelve a repetirse, se inicia

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