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Psicología


Enviado por   •  14 de Abril de 2015  •  1.743 Palabras (7 Páginas)  •  133 Visitas

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ORACIONES DEL CONSAGRADO

!No espere alcanzar misericordia de Dios Quien ofenda a su bendita Madre! Para alcanzar de tu misericordia una verdadera devoción hacia tu Santísima Madre y difundir esta devoción por toda la tierra, concédeme la gracia de amarte ardientemente y acepta para ello la suplica inflamada que te dirijo con San Agustín y tus verdaderos amigos:

Tú eres Oh Cristo,

Mi Padre santo, mi Dios misericordioso,

Mi Rey poderoso, mi buen Pastor

Mi único Maestro, mi mejor ayuda,

Mi Amado hermosísimo, mi Pan vivo,

Mi Sacerdote por la eternidad

Mi guía hacia la Patria,

Mi luz verdadera, mi dulzura santa

Mi camino recto, mi Sabiduría preclara.

Mi humilde simplicidad,

Mi concordia pacífica,

Mi protección total, mi rica heredad

Mi Salvación eterna...

¡Cristo Jesús, Señor amabilísimo! ¿Por qué habré deseado durante la vida algo fuera de ti, Jesús, mío y Dios mío? ¿Dónde me hallaba cuando no pensaba en ti?

Anhelos todos de mi corazón, inflamaos y desbordaos desde ahora hacia el Señor Jesucristo; Corred, que mucho os habéis retrasado, apresuraos hacia la meta, buscad a quien buscáis.¡Oh Jesús! ¡Anatema quien no te ame! Rebose de amargura quien no te quiera! ¡Dulce Jesús! Que todo buen corazón dispuesto a la alabanza, te ame, se deleite en ti, se admire ante ti, ¡Dios de mi corazón! ¡Herencia mía, Cristo Jesús! ¡Desfallezca el latir de mi corazón! Vive, Señor en mí, prenda en mi pecho la viva llama de tu amor, acrézcase en incendio, arda siempre en el altar de mi corazón, queme mis entrañas, incendie lo íntimo de mi alma, y que en el día de mi muerte comparezca yo del todo perfecto en tu presencia. Amén.

CONSAGRACIÓN DE SÍ MISMO A JESUCRISTO LA SABIDURÍA

ENCARNADA POR MEDIO DE MARÍA

Oh Jesús, sabiduría eterna y encarnada, te adoro en la gloria del Padre, durante la eternidad, y en el seno virginal de María, en el tiempo de tu Encarnación, te agradezco que hayas venido al mundo, hombre entre los hombres y servidor del Padre para librarme de la esclavitud del pecado. Te alabo y glorifico porque has vivido en obediencia amorosa a María para hacerme fiel discípulo tuyo.

Desgraciadamente no he guardado las promesas y compromisos de mi bautismo. No soy digno de llamarme hijo de Dios. Por ello, acudo a la misericordiosa, Intercesión de tu Madre, esperando obtener por su ayuda el perdón de mis pecados y una continúa comunión contigo, Sabiduría Encarnada.

Te saludo, pues, oh María Inmaculada templo viviente de Dios; en ti ha puesto su morada la sabiduría eterna para recibir la adoración de los ángeles y de los hombres. Te saludo, oh reina del Cielo y de la tierra; A ti están sometidas todas las creaturas, ¡Todos experimentan tu gran misericordia!

Acepta los anhelos que tengo de la divina Sabiduría y mi consagración total. Conciente de mi vocación cristiana renuevo hoy en tus manos mis compromisos bautismales. Renuncio para siempre a Satanás, a sus seducciones y a sus obras y me consagro a Jesucristo para llevar mi cruz con Él, en la fidelidad de cada día a la voluntad del Padre.

En presencia de toda la iglesia, te reconozco ahora, por mi Madre y Soberana; te ofrezco y consagro mi persona, mi vida y el valor de mis buenas acciones pasadas, presentes y futuras; dispón de mí y de cuanto me pertenece para la mayor gloria de Dios en el tiempo y en la eternidad.

Madre del Señor, acepta mi oblación y preséntala a tu hijo: si Él me redimió con tu colaboración, debe ahora recibir de tu mano el don total de mí mismo. Que yo viva plenamente esta consagración para prolongar en mí la amorosa obediencia de tu Hijo y dar respuesta vital a la misión que Dios te ha confiado en la historia de la salvación. Madre de Misericordia alcánzame la verdadera Sabiduría de Dios y hazme plenamente disponible a tu acción maternal. Oh Virgen fiel, haz de mí un auténtico discípulo de tu hijo, la Sabiduría Encarnada. Contigo, Madre y modelo de mi vida, llegaré a la perfecta madurez de Jesucristo, en la tierra y a la gloria del cielo. Amén.

ACEPTA QUERIDA MADRE

Acepta querida Madre y Reina mía toda mi persona y cuanto con la gracia de tu querido Hijo he podido hacer de bueno. Yo mismo no soy capaz de conservarlo, dadas mis debilidades e inconstancia y la forma en que me combaten continuamente mis enemigos espirituales.

Veo, todos los días, caer por tierra los cedros del Líbano, y convertirse en aves nocturnas las águilas que volaban en torno al sol. Mil justos caen a mi izquierda; diez mil a mi derecha... (Salmo 90,7) Más yo confío en ti mi poderosa y más que poderosa Madre: tenme, que no caiga; conserva mis bienes, que no me saqueen; protege en mí la vida divina.

¡Defiende a quien a ti se ha consagrado! Yo te conozco bien y en ti confío: eres la Virgen fiel a Dios y a los hombres, que no dejas perder nada de cuanto a ti se confía; eres la Virgen poderosa: nadie podrá hacerte daño ni perjudicar tampoco a los que tú amas. Amén.

ORACIONES A JESUCRISTO

Gracias, Señor Jesucristo, por haberme concedido la gracia de consagrarme a María.Ella será mi socorro que levantándome de mi propia miseria me introducirá más y más profundamente en tu amistad. Ay, Señor, débil como soy, sin Ella ya hubiera naufragado en mis pecados, ¡Sí, María me hace falta ante ti y en todas partes! Con ella, en cambio Me librare del pecado y de sus consecuencias y podré acercarme a ti, dialogar contigo y agradarte en todo; aceptar radicalmente tu Evangelio, salvarme e irradiar tu amor y salvación a mis hermanos.

¡Como quisiera, oh Jesús, publicar ante todas las criaturas tu gran misericordia a favor mío! Y hacer

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