TRANSFERENCIA EN FREUD

Un concepto pilar en la teoría psicoanalítica, es sin duda alguna, la transferencia. Sigmund Freud planteó este mecanismo durante varios años de trabajo a partir de dos casos cruciales en su vida; el primero con su paciente “Anna O” llamada Berta Pappenheim atendida por Breuer donde la transferencia se da más allá de una carga netamente libidinal pues abarca deseos amorosos, ya que se enamora de Breuer causando así el abandono del tratamiento (Sánchez, 2013, p.2). Por otro lado el proceso clínico con su paciente Ida Bauer, el famoso “Caso Dora” (2000, p. 3). Él percibió que el paciente proyectaba hacia el analista una parte de su vida emocional en la forma de relación amor u odio. En la obra El amor al final del análisis, de Gustavo González (2005, p. 2), se cita a Freud quien menciona: “El deseo actual se encontró vinculado, por una compulsión asociativa, a mi persona (...) en este mal casamiento, al que doy el nombre de enlace falso (...) se sitúa la transferencia”. Dicho antecedente trae consigo una pregunta fundamental, en el ámbito de la psicoterapia ¿Es la transferencia un impedimento o una necesidad al momento de realizar un análisis? En primera instancia, la misma proporciona al paciente una liberación emocional a través de la construcción de una relación intersubjetiva con su terapeuta. Adicionalmente, la transferencia contribuye a la cura puesto que el paciente observa al analista como un sujeto que sabe y dará una respuesta inesperada y contraria a la esperada. Finalmente se planteará un contraargumento a la pregunta formulada anteriormente. El propósito del presente ensayó será develar la importancia de la transferencia para la cura del paciente.

La transferencia representa una vía por la cual el analizante aflora fuertes deseos o sentimientos hacia el terapeuta, estos se asemejan en cierta parte aquellos sentimientos que el paciente tenia hacia personas importantes de su pasado (2009). En primera instancia, la transferencia le permite liberar al paciente una carga libidinal que ésta sujeta a un acontecimiento –real o imaginario- que vivió en el pasado y quedó registrado como huella en el inconsciente (Saldías & Soliz, 2008). Adicionalmente, la transferencia es una forma de desplazamiento de afecto de una idea a otra, en este caso, el analista es quién recibe los pensamientos buenos o malos, deseos amorosos, sexuales u hostiles de su paciente. Finalmente, lo que se logra a través de ella es que el paciente disfrace al terapeuta con una cantidad de representaciones y afectos que no le corresponde, dando pasó a una relación intersubjetiva, cuyo único fin es lograr el desfogue de la carga libidinal del analizante.

A su vez, parte crucial para la cura radica en la posición que toma el paciente frente al terapeuta, pues este mira al analista como un sujeto que isnpira confianza y seguridad frente a las demandas conflictivas del paciente. Al entender a la transferencia como un mecanismo que facilita a la terapia, esta es denominada transferencia positiva débil en donde se transmiten sentimientos afectivos y amorosos más no sentimientos hostiles o destructivos (Sánchez, 2013, p.2). Es así que, la idea de transferencia se estructura como un fenomeno instapsíquico, la cual al abarcar las huellas mnémicas se transforma en un engranaje del trabajo psiquico; a partir de este nace la idea de análisis que consiste en retornar la carga libidinal marcada en dicha huella, obteniendo como resultado la desaparición de este mecanismo (transferencia); por otro lado, Freud a partir de su texto “Recuerdo, Repiticion y Elaboracion” da pie a la idea de la transferencia, en donde postula que el vínculo del terapeuta con el paciente se da paralelamente a la cura; designando al analista como un sujeto en quien puede depositar todas sus cargas libidinales (Saldía, 2008, p. 2). Del mismo modo, mediante la transferencia relacional positiva la cual se encuentra llena de confianza, se da paso a que las interpretaciones por parte del paciente se puedan aceptar de manera simple

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