Teorias De La Personalidad
heyjeho13 de Octubre de 2011
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Karen Horney
A primera vista, parecería que Horney robó algunas de las mejores ideas de Adler. Está claro, por ejemplo, que sus tres estrategias adaptativas son muy cercanas a los tres tipos adlerianos. Es, de hecho, bastante lógico pensar que Horney fue muy influida por Adler, pero si nos acercamos bien a cómo ella derivó sus tres estrategias (a través de colapsar grupos de necesidades neuróticas), podemos observar que simplemente llegó a las mismas conclusiones desde un abordaje distinto. Sin embargo, no hay duda de que tanto Horney como Adler (y Fromm y Sullivan) constituyen una escuela no oficial de psiquiatría.
Es importante observar cómo la teoría de Horney se acerca a la de Adler en cuanto a las diferencias entre el afán de perfección sano y neurótico, e incluso, para adelantarnos un poco a nuestros autores revisados, cómo se parece su conceptualización a la de Carl Rogers. Muchas veces creo que cuando varias personas ofrecen ideas similares, es un buen signo de que estamos llegando a algo valioso.
Karen Horney tuvo un par más de interesantes ideas que deberíamos mencionar. En primer lugar, ella criticó la idea freudiana de envidia al pene. Aunque aceptó que esto de hecho ocurría en algunas mujeres neuróticas, estaba muy lejos de ser un fenómeno universal. Sugirió que lo que parecía ser una envidia al pene era realmente una envidia justificada al poder de los hombres en este mundo.
De hecho, decía, podría haber una contrapartida masculina a la envidia al pene en los hombres, la envidia al útero, significando a aquella envidia que se siente ante la habilidad femenina de criar hijos. Quizás, el grado hasta donde muchos hombres se dirigen a por el éxito y de querer que sus apellidos perduren después de su muerte es una compensación por su incapacidad de perdurar una parte de sí mismos a través de llevar consigo, amamantar y criar sus hijos.
Una segunda idea, la cual no tiene mucha aceptación en la comunidad psicológica, es la del autoanálisis. Karen Horney escribió uno de los primeros manuales de autoayuda y sugirió que con pequeños problemas neuróticos, nosotros podríamos ser nuestros propios psiquiatras. ¡Podemos observar aquí cómo esta idea podría amenazar unos cuantos de esos egos delicados que hacen su vida como terapeutas!.
Es muy probable que muchos psiquiatras, ante el temor de una psicoterapia menos científica, opten por aferrarse a una psiquiatría bilogicista, donde los fenómenos psicológicos no tienen otra cabida que la causa orgánica, aferrándose así a la “ciencia médica”.
El comentario más negativo que podría hacer a Karen Horney es que su teoría está limitada a la neurosis. Además de dejar de lado la psicosis y otros problemas, aísla a la persona verdaderamente sana. No obstante, ya que ella sitúa a las personas neuróticas y sanas en un contínum, se refiere al neurótico que existe en todos nosotros.
Harry Stack Sullivan
El primer aspecto a destacar en la obra de Sullivan responde al surgimiento de este nuevo paradigma con todas sus implicaciones derivadas, en cuanto a visión de hombre, visión de ciencia y subsiguientes desarrollos teóricos y técnicos.
Considero relevante mencionar que Sullivan (al igual que otros teóricos en el psicoanálisis), al contrastar su práctica clínica con los paradigmas del momento, percató lo limitante que le resultaban estos últimos en la comprensión de los pacientes, decidiendo de esta manera salir de la comodidad y seguridad otorgada por lo establecido, permitiéndose crear una aproximación novedosa y distinta a pesar de las resistencias del sistema ante este nuevo movimiento generador de cambio.
En el análisis interpersonal subyace una imagen distinta de la naturaleza humana, es decir, una visión de hombre cuya tendencia natural y espontánea es la búsqueda de la integración mutua y complementaria con el fin de satisfacer recíprocamente sus necesidades. De esta visión de hombre se deriva una nueva concepción del desarrollo psicopatológico, que permite comprender la génesis, estructuración y dinámica del mismo.
La visión interpersonal, al colocar el énfasis en la estructura relacional y en la dinámica de la relación enmarcada en un sistema, aporta lo referente al sentido del síntoma y su significado psicológico y psicodinámico dentro de las relaciones interpersonales pasadas y actuales.
La relevancia asignada por los analistas interpersonales a las relaciones actuales en el aquí y en el ahora tiene gran valor terapéutico, ya que, tal como lo señala H. Bleichmar, “la transferencia y la contratransferencia constituyen una fuente valiosa e importante de información sobre la estructura de personalidad de ambos participantes (paciente y terapeuta), y sobre la estructura de la relación establecida entre terapeuta y paciente” (Comunicación personal).
La posición activa e interactiva del analista interpersonal en la relación analítica nos introduce en una de las grandes discusiones de la historia del psicoanálisis. Desde Freud hasta la actualidad la contratransferencia ha sido definida de distinta manera por distintas escuelas, lo que ha conllevado diversos manejos en el tratamiento. Los analistas interpersonales han contribuido a este debate al proponer conceptos como las transformaciones isomórficas o la posibilidad de revelación de afectos y creencias por parte del analista. Cada escuela conforme a su ideología, sus valores y preferencias, articulará argumentos que apoyen o refuten dicho planteamiento. Particularmente, pienso que el ser transparentes, sensatos, honestos y cálidos, nos permite captar la esencia del vínculo humano (relación analítica), resultando altamente beneficioso, ya que genuinamente nos sentimos comprometidos con el paciente, aspecto que tiene gran potencia transformadora en cada una de nuestras intervenciones.
Desde mi punto de vista, el paradigma interpersonal presenta distintos retos. Prefiero utilizar la palabra “reto” en lugar de “limitación”, debido que “reto” tiende a asociarse generalmente con apertura de procesos, posibilidades de desarrollo, transformación y, en líneas generales, estas asociaciones no corresponden a la palabra “limitación”, la cual tiende a vincularse con déficit, carencia. En este sentido considero que el principal reto de esta escuela se centra en la investigación, ya que muchos de los postulados del análisis interpersonal (clásico y contemporáneo) se encuentran en un nivel exploratorio, especulativo, requiriendo de investigación que permita confirmar, refutar, ampliar y/o reestructurar dichos postulados.
Erick Erickson
Me resulta difícil pensar en otra persona, a no ser Jean Piaget, que haya desarrollado más un acercamiento a los estadios del desarrollo que Erik Erikson. Y eso que el concepto de estadios no es muy popular entre los teóricos vistos en clase. La mayoría de los teóricos prefieren un acercamiento más paulatino o gradual del desarrollo, utilizando términos como “fases” o “transiciones”, en vez de estadios definidos y limitados.
Pero desde luego, existen ciertos segmentos de la vida muy fáciles de identificar, determinados temporalmente por aspectos biológicos. La adolescencia está “preprogramada” para que ocurra cuando ocurre, tal y como pasa con el nacimiento y muy posiblemente, con la muerte natural. El primer año de vida tiene unas cualidades muy especiales, tipo “parecida a la fetal” y el último año de la misma incluye ciertas cualidades “catastróficas”.
Si reducimos el significado de los estadios con el fin de incluir ciertas secuencias lógicas; léase que las cosas ocurren en un cierto órden, no porque están determinadas exclusivamente por marcadores biológicos, sino porque no tendrían sentido de otra forma, entonces podríamos incluso decir que el entrenamiento de los esfínteres, por ejemplo, tiene que preceder a la independencia de la madre y asistir a clases; que debemos desarrollar una sexualidad madura antes de encontrar a una pareja; que normalmente hallaremos a una pareja antes de tener niños y que necesariamente ¡deberemos tener niños antes de disfrutar su despedida!.
Si estrechamos aún más el significado de los estadios añadiendo una “programación” social a la biológica, podríamos incluir períodos de dependencia y escolarización, y así mismo, el trabajo y la jubilación también. De esta forma tan reducida, no habría problemas para establecer 7 u 8 estadios. Evidentemente, solo hasta ahora es que nos hemos sentido presionados a llamarles estadios, en vez de fases o cualquier otro término impreciso.
De hecho, resulta difícil defender los estadios de Erikson si los aceptamos dentro de su comprensión de lo que son los estadios. En otras culturas, incluso dentro de ellas mismas, la temporalización puede ser muy distinta. En algunos países, los bebés son destetados a los seis meses y se les enseña el control de esfínteres a los nueve. En otros, todavía son amamantados hasta los cinco años y el control de esfínteres se hace con poco más que sacar al niño al patio. Hubo una época en nuestra cultura en la que las mujeres se casaban a los trece años y tenían su primer hijo a los quince. Hoy, intentamos posponer el matrimonio hasta los treinta y nos apresuramos a tener nuestro único hijo antes de cumplir cuarenta. Buscamos muchos años de retiro. En otra época y lugar, la jubilación sencillamente es desconocida.
A pesar de todo, los estadios de Erikson nos brindan un marco de trabajo. Podemos hablar de nuestra cultura al compararla con otras; o de la actualidad comparada con algunos siglos
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