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Todo Felipe


Enviado por   •  13 de Noviembre de 2016  •  Monografía  •  3.079 Palabras (13 Páginas)  •  234 Visitas

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Universidad de  Tres de Febrero

Monografía

Todo Felipe

[pic 1]

Licenciatura en Psicomotricidad 

Profesora: Cristina Pastori

Ayudante: Carla Prado

Materia: Psicología General

Turno: Martes 8:30 a 12:30 hs

Año 2014 – 1er. Cuatrimestre

Alumna: Natalia Rovner

DNI: 39.068.446

Teléfono: 15-3590-8026

E-mail:nati_hilen@hotmail.com

Fecha de entrega: 27/06/2014

Resumen

En este trabajo pretendo analizar el mundo de Felipe, personaje de la historieta cómica argentina “Mafalda”, escrita por Quino. Dándole mucha importancia al Juego y la creatividad en relación con la vida del infante en su desarrollo, voy a explicar algunos procesos que ocurren durante esas etapas, conjugándolas con el personaje anteriormente mencionado. Desde el paso del proceso primario al secundario, la creatividad de la que habla Winnicott, hasta unas pequeñas menciones sobre la atención respecto a Mark Solms, las etapas de la sexualidad infantil de Sigmundo Freud, y las Imágenes corporales de Doltó. Pienso utilizar diversas tiras cómicas para ejemplificar algunas situaciones o características del personaje.

Introducción

En la infancia, el juego cumple una importancia primordial para el desarrollo y la vida anímica del niño. Permite el uso del cuerpo para la expresión y el contacto con el mundo, al mismo tiempo que un desarrollo cognitivo y la construcción del sujeto. Ligadas al juego, están la imaginación y la creatividad, que conjuntamente acompañan la vida de todo individuo.

En la historieta argentina “Mafalda” hecha por el dibujante Quino, se encuentran muchas cualidades de la vida infantil, a pesar de su contenido político, que reflejan varios aspectos del desarrollo y sus etapas. Uno de los personajes principales es Felipe, es el mayor de todos con 7 años y tiene cara en forma de zapato (según Mafalda).  Él es una persona con mucha imaginación y creatividad, y tiene una forma peculiar de relación con el mundo.

Mi planteo es: Felipe, por su edad, está todavía en una etapa del desarrollo infantil, y su mundo está plagado por sus juegos. Por lo tanto, pretendo analizar si el mundo de Felipe es transiscional o no a partir de la siguiente imagen.

[pic 2]

Como tema principal, voy a desarrollar sobre la Creatividad, descripta por Donald Winnicot, sobre los objetos, y a conjugarla con el Principio de Placer y de Realidad de Freud. También voy a mencionar las Etapas de la sexualidad infantil, la Imagen corporal de Dolto y la atención descripta por Mark Solms.


Desarrollo

"Sólo a partir del jugar la persona puede ser creativa. El juego es una experiencia siempre creadora y es una experiencia en el continuo espacio-tiempo, una forma básica de vida." - Winnicott

El Juego tiene un rol muy importante en el desarrollo tanto motriz como psíquico del niño; permiten una construcción del cuerpo y del aparato psíquico, acompañando la crianza y el crecimiento. La creatividad e imaginación puestas en la relación del niño con el mundo externo, en pos de su adaptación[1], cumplen una función de puente para las distintas etapas del infante, en las que el juego varía respectivamente con las necesidades, pulsiones y deseos. Desde los juegos en los que la madre permite al niño recorrer su cuerpo, hasta el amigo imaginario, las expresiones artísticas, los juegos en grupo, son todas formas de locución de la creatividad e imaginación infantiles. En el adulto, esta capacidad de juego del niño, es puesta en otro tipo de actividades como el arte, por ejemplo.

Justamente, el rol principal del “Jugar”, es permitir lo que Winnicott llama la transicionalidad entre un mundo totalmente subjetivo y la

realidad, entre el individuo y su medio. Según este autor, todos tienen una capacidad creativa innata, que se desarrolla en diversas etapas y gracias a los cuidados maternos y del medio. Mediante objetos y el juego, el infante debe tomar su cuerpo como propio, para lograr una relación con este mundo, alejándose de la dependencia absoluta que tenía al nacer con la madre,  y encaminándose hacia una independencia relativa. Esta pareja de crianza es una fusión originaria en la que el bebe no existe, sino que es un todo. Existe una omnipotencia en la que el bebé se encuentra sumergido, llamada por Freud como célula narcisística. Tal que todo lo que existe alrededor del niño fue creado por éste y vive acorde a sus necesidades y deseos pulsionales[2]; desde el comienzo, su vida se va a regir por un objetivo primordial: satisfacer las pulsiones, las cuales el niño siente como tensión. Una tensión resulta displacentera y necesita ser urgentemente contrarrestada por medio de la eliminación de su origen fisiológico (hambre, sueño, etc.). De ahí que este Proceso Primario va a estar regido por un principio llamado de Placer (o placer-displacer): intenta restablecer un equilibro, siempre buscando placer, e intentando evitar su opuesto. Sus características son, algunas dichas previamente: que es urgente ya que no tolera la frustración; se rige por descarga motriz (el objeto de satisfacción no está en el otro, sino en uno mismo); y no tiene temporalidad. La forma de satisfacción en los primeros estadíos[3] es siempre autoerótica.

Con respecto a lo anterior, si para el niño él es todo, y siempre va a buscar el placer mediante objetos que él mismo crea (son completamente subjetivos, ya que están cargados de significados, valores, las sensaciones y fantasías); cuando haya algo que no aparezca va a recurrir a lo denominado como alucinación. Esto es, dar por presente lo ausente como si fuera real. Por ejemplo, el infante tiene hambre, pero la madre no aparece para darle la comida, por lo tanto para aplacar la tensión el niño se va a chupar el dedo alucinándolo como alimento. Por supuesto que la alucinación sólo va a cumplir su cometido por un lapso corto de tiempo, ya que la tensión no fue eliminada, sino solo tranquilizada temporalmente. Va a retornar, y el niño va a llegar al punto de la frustración; el cuál le va a dar a entender que el mundo no se rige por sus deseos, sino que hay algo más que no es él; hay un “otro”. De ahí que surge el Proceso Secundario regido por el Principio de Realidad; en el cual aparece la temporalidad, que permite la espera y un aplazo de la satisfacción de la pulsión; y se realza la figura del Yo, el cuál interpela la relación con un mundo que dejó de ser propio para pasar a ser algo externo. Asimismo hay una inhibición de la función motora, reemplazada por la del pensamiento y el razonamiento. El principio de placer queda entonces sumergido en el inconciente, desde donde rige y presiona al Yo para que siga cumpliendo con inmediatez sus deseos.

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