Trastornos En La Alimentación Infantil
Enviado por Laura.giraldop • 19 de Junio de 2014 • 1.337 Palabras (6 Páginas) • 294 Visitas
INFLLUENCIA EMOCIONAL Y AFECTIVA
EN ALGUNOS TRASTORNOS ALIMENTARIOS INFANTILES.
A lo largo de la vida, tanto el cuerpo como el individuo en toda su extensión, pasa por diferentes etapas y en cada una de ellas hay sucesos representativos que de una manera u otra dejan una marca y traen con sigo una proyección al medio, que implícitamente es señal de que allí existe una carencia de atención. Las actitudes y conductas tanto comportamentales como físicas, reflejan la búsqueda de reconocimiento o atención que necesita el individuo para sobrellevar determinada situación por la cual está atravesando; para ello, hay modificaciones en las conductas normales como comer, dormir, o su manera de comportarse.
Cuando un niño se encuentra feliz o triste, estas emociones son reflejadas y trasmitidas por medio de sus actitudes; si está feliz, sonríe, salta, juega y come con entusiasmo; pero si por el contrario se encuentra decaído, lo hará notable en todo su lenguaje corporal, no tendrá ánimos para jugar ni comer, probablemente presentará a su vez trastornos en el sueño y conductas antinaturales que son las más visibles señales de que algo no anda bien.
En la valoración del niño sano, Barnard y Eyres han propuesto un modelo ecológico de evaluación. Este modelo asume que el medio ambiente, los padres y los niños están en interacción recíproca y que la alteración de una de las partes afecta inevitablemente a las otras, explicando así la adquisición de trastornos en el desarrollo (1).
Para el crecimiento adecuado del niño, hay varios factores fundamentales que garantizan la salud física y mental, entre ellos se encuentra el papel de los padres y su acompañamiento en sus primeros años de vida, quienes por medio de experiencias tempranas, crean una integración con el mundo, donde las prácticas de los padres tienen fundamental importancia en los hábitos desarrollados por los individuos, entre ellas la alimentación.
Los niños desde muy temprano están capacitados para establecer una íntima relación recíproca con la figura primaria que lo cuida y que es habitualmente la madre; esta relación de apego establecida en el primer semestre de la vida, es determinante en la adquisición de su conducta alimentaria y de su adecuado desarrollo posterior. Un estudio caso control longitudinal realizado por Lobo et al, demostró que los niños con fracaso del desarrollo tenían contactos menos frecuentes y menos positivos con sus madres. Dado que estas alteraciones pueden ser causadas por un manejo inadecuado de la madre, en la evaluación del rol materno es necesario estudiar si hay trastornos serios de su personalidad (depresiones, problemas de conducta alimentaria, personalidades caóticas) o familiares (violencia intrafamiliar, dificultades conyugales) (1).
Día a día, el niño va almacenando datos consciente o inconscientemente; cualquier acontecimiento que se presente durante la comida puede determinar el gusto o desagravio hacia lo que está ingiriendo. Si bien la tendencia a rechazar alimentos nuevos se considera parte del desarrollo y una manifestación normal de los niños alrededor de los dos años de edad, su persistencia en la infancia, adolescencia y adultez es patológica y produce consecuencias sociales e incluso nutricionales graves (2). Por ello, especialmente en un caso de que el niño no sienta apetito y se le quiera dar la comida a la fuerza, debemos ser cautos, ya que si el niño se siente de alguna manera invadido o amenazado, puede generar una especie de trauma referente al alimento y la conducta como tal.
Existen muchos tipos de trastornos alimentarios, cada uno con características, síntomas y causas muy particulares, hay diferentes términos usados para describir ciertas conductas anómalas ligadas con el comportamiento alimentario en la infancia, tales como la neofobia donde se presenta un rechazo a probar nuevos alimentos; la fagofobia o dipsofobia que consiste en no ingerir alimentos por temor a ahogarse; el trastorno emocional de evitación a la comida y síndrome de rechazo generalizado donde se evita la comida y se rechaza por causas afectivas (2). Pero es importante hacer énfasis en los más específicamente relacionados o presentados en la niñez,
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