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Trastornos Patologicos Infantiles


Enviado por   •  3 de Octubre de 2013  •  1.910 Palabras (8 Páginas)  •  1.877 Visitas

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Introducción

El siguiente trabajo tiene como objetivo dar a conocer los diferentes trastornos patológicos que se pueden observar en la infancia.

Debemos saber que ciertas conductas que afectan a la relación del sujeto con su entorno, interfieren negativamente en su desarrollo y se constituyen en síntomas aunque no se organizan en forma de síndrome, sino que se presentan de forma aislada o en combinaciones muy limitadas.

Entres los trastornos patológicos infantiles tenemos:

Trastorno alimenticios:

La bulimia (apetito insaciable).

La anorexia nerviosa (negación a comer).

El tartamudeo y otros trastornos del habla.

La enuresis (incapacidad de controlar la micción, generalmente por las noches).

El autismo infantil, trastorno caracterizado por el desinterés del niño hacia el mundo que le rodea.

La depresión infantil puede definirse como una situación afectiva de tristeza mayor en intensidad y duración que ocurre en un niño.

Trastornos del sueño:

Pesadillas.

Terrores nocturnos.

Sonambulismo

Insomnio. Dificultad para dormir.

Comportamiento:

Desobediencia, Agresividad y Negativismo.

Anorexia infantil

Es el rechazo a los alimentos de forma persistente, inapetencia y la ingestión de determinados alimentos, un número reducido de alimentos son los ingeridos y se rechaza la mayoría de los demás alimentos.

Es un trastorno que aparece tempranamente, a partir de los seis meses y puede desparecer o atenuarse o mantenerse durante tiempo, en cualquier momento de la infancia puede reaparecer con intensidad, no se conocen las causas, se relacionan con factores emocionales y sobrexigencias protectoras o de privaciones afectivas en ambientes familiares exigentes y tendencias ansiosas de los padres.

La “verdad universal” que todo enfermo de Anorexia o Bulimia proclama es la más difícil de rebatir para cualquier padre inexperto, por lo que debemos prestarle especial atención:

“Estoy sano”, afirman. Y esto es la base de sus-tentación de la enfermedad. También merecen un breve análisis las argumentaciones que comúnmente utilizan para justificar conductas patológicas.

Pesadillas y Terrores nocturnos

Las pesadillas infantiles y los Terrores nocturnos se engloban dentro de los Trastornos del Sueño y concretamente en el grupo de las Parasomnias.

Se denominan parasomnias a aquellos trastornos del sueño caracterizados por acontecimientos o conductas anormales asociadas al sueño, a sus fases específicas o a los momentos de transición sueño-vigilia.

Normalmente no constituyen trastornos importantes pero sí que pueden ser objeto de asesoramiento o intervención psicológica por los efectos secundarios que pueden producir en el niño (miedo a dormirse, a la noche, a conciliar el sueño sólo, irritabilidad, ansiedad, etc.).

Los denominados Terrores Nocturnos son menos frecuentes que las pesadillas, no obstante, tienen también una alta incidencia en la población infantil.

Durante el episodio es habitual que el niño se siente bruscamente en la cama y comience a gritar y llorar con una expresión facial de terror y signos de intensa ansiedad. Si finalmente se consigue, el niño se muestra confuso, desorientado durante unos minutos y con una cierta sensación de temor pero no tan acusado como en el caso de las pesadillas. No hay recuerdo del sueño y si no se ha despertado totalmente vuelve a dormir inmediatamente sin recuerdo de lo sucedido al día siguiente.

Según DSM-IV, la prevalencia de los terrores nocturnos en población infantil es de 1-6%, siendo más frecuente en niños.

Normalmente se inicia en niños de edades comprendidas entre 4 y 12 años, remitiendo espontáneamente durante la adolescencia.

Los terrores nocturnos suelen aparecer en las fases 3 y 4 del sueño No REM, normalmente en la primera mitad de la noche.

Los niños con terrores nocturnos no presentan una mayor incidencia de trastornos mentales o psicopatológicos que la población general a diferencia de lo que se suele observar con población adulta. La tensión emocional y la fatiga parecen incrementar la aparición de estos episodios. Hechos traumáticos recientes (hospitalizaciones, separación de la madre, muerte ser querido, etc.) son factores de riesgo que pueden desencadenar y mantener los episodios.

Algunos autores defienden un componente hereditario en los terrores nocturnos e incluso se apuntan factores genéticos (el 96% de los sujetos de un estudio con terrores nocturnos tenían familiares en primer, segundo o tercer grado con el trastorno). Sin embargo, esto no debe minimizar la influencia de los factores externos o ambientales como el estrés, cuya presencia se asocia de forma muy evidente con algunos de estos episodios.

Controlar los terrores nocturnos

Es importante establecer claramente el diagnóstico diferencial con las pesadillas comentadas anteriormente ya que se trata de trastornos diferentes pero que se expresan en el mismo ámbito: el sueño.

Los terrores nocturnos normalmente desaparecen con el tiempo y no suelen precisar tratamiento farmacológico, salvo en aquellos casos que por su frecuencia o intensidad constituyan un problema para el niño y así lo estime un profesional de la salud. Para estos casos el pediatra o médico puede prescribir fármacos de la familia de las benzodiacepinas de conocido efecto ansiolítico.

En los casos leves, que son la mayoría, los padres deben adoptar una actitud tranquila y de conocimiento del trastorno. Durante los episodios simplemente tienen que vigilar que el niño no se caiga de la cama o sufra cualquier daño físico derivado de su incorporación de la cama y su estado (recordemos que el niño no está despierto).

El niño desobediente

La mayoría de padres no tendrá dificultad para definir o expresar lo que entienden como "desobediencia". De hecho es un problema al que con cierta frecuencia deben enfrentarse tanto ellos como educadores. A pesar de que todos conocen el término, no es sencillo delimitar lo que constituye un acto de desobediencia. Según algunos autores, se podría definir la conducta de desobediencia

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