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Codice Guadalupano


Enviado por   •  26 de Febrero de 2014  •  2.986 Palabras (12 Páginas)  •  666 Visitas

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La interpretación del Códice Guadalupano

Tratando de desentrañar algunos de los misterios que se encuentran en la imagen Guadalupana y con base en la cultura náhuatl, así como en las relaciones históricas, se presentan explicaciones que ayuden a la comprensión de la imagen y de toda su simbología, modo de una evangelización que toma en cuenta las “Semillas del Verbo” de verdad, inscritas en nuestras expresiones religiosas antiguas.

Esto, como homenaje a quien ha sido la forjadora de nuestra patria y de la fusión de dos razas, en una raza de bronce, a la “Morena del Tepeyac”, la “Madre del Amor Hermoso” y “Maestra del sacrificio escondido” (Juan Pablo II).

1.- El códice era la forma más común como los antiguos mexicanos, conservaban su historia y sus tradiciones; aliento de vida de moral.

2. El “Tlacuilo” o autor de un “Amoxil” es quien hace dar la vida a las cosas. El “Tlacuilo”, Divino pintor, nos manifiesta la obra más grande de sus manos y que en expresión del papa Benedicto XIV en 1754, puede decirse, “No hizo cosa igual con otra nación” (Salmo 147).

El divino pintor, hace florecer nuestras tierras con rosas de Castilla y pinta la esperanza de México, que se está gestando el inicio del surgimiento como nación.

“Flor y Canto” verdad que viene de lo alto para dar “rostro y corazón” (In Ixtli in Yolloti) personalizada a la raza que surge del parto dramático del mundo nuevo.

3. Nombre de Guadalupe: “Cuahtlapcupeuh” o “La que ahuyentó a la serpiente”; “Cuatlaxopeuh” o “La que quebrantó a la serpiente”; (Tle) “Cuah-tlapcupeuh” o “La que procede de la región de la luz como águila de fuego”.

Si el vocablo es tomado del árabe indicaría: “Río de Luz” o “Río de Amor”. Es de lo poco que en la narración náhuatl del “Nican Mopohua” conserva el nombre castellano y que fue dado tal nombre no a Juan Diego, sino a Juan Bernardino en el momento de la aparición y dado a conocer al Obispo, al visitarle.

El Pbro. Mario Rojas le da, de forma poética el siguiente significado: TLE-L fuego y recuerda el lugar donde Dios vive y actúa; CUAUH-águila y es el símbolo del Sol y de la divinidad: TLAPCUP-A- Oriente o región de la luz, región de la música, EHUA, EUH, indica sujeto de acción y significa levantar, proceder de, disponerse a volar, revolar, entonar un canto... así de modo hermoso, Guadalupe indicaría: La que viene volando de la región de la luz (y de la música) y entonando un cántico, como el águila de fuego”.

4. Juan Diego: “Cuauhtlatoatzin”, el que habla como el águila o el “Águila que habla”, nacido hacia 1474, bautizado por Fray Toribio de Motolinía; viudo al morir su esposa María Lucía hacia el 1529; hacia el 1548 murió luego de diecisiete años de “ejemplo laico” de evangelizador de “Viva voz” para quienes visitaban la Ermita del Tepeyac.

5. El rostro: la imagen en sí, no representa a una doncella india, ni a una española, sino a una nacida de ambas razas; mestiza.

Jovencita de unos catorce o quince años (observarla). Es bueno observar la forma de su pelo y notar que es la expresión más común de nuestras mujeres.

Un óvalo perfecto con ojos un tanto semicerrados, nariz suave, labios entreabiertos, pómulos proporcionados, color cobrizo; una mujer de nuestra raza y de nuestra historia con todo lo que ello indica: una historia viva.

6. Color de su manto: el símbolo del águila, lo mismo que de Huitzilopochtli (uno de los trece cielos).

Viene de esa región, enviado por el Ometéotl supremo. Representa al caballero Águila y el estar revestido del mismo, se relaciona con el “Tlatoani” (el que habla con voz solemne); avala la creencia de que habla en lugar del Sol; es un enviado y su representante.

Parecía como el que tiene la plena confianza y poder, ya que está revestido y su decisión es inapelable.

7. El Sol: toda Ella respaldada por el que es la luz y la verdad, la vida y la claridad.

El centro es del nuevo sol que ha de compartir con el nuevo pueblo; el sol que viene de lo alto; viene de la región de la luz.

Respaldada por quien es principio de vida, por el “Invisible e Impalpable, pero siempre presente”, el Dios por quien se vive; es su embajadora y digna de confianza.

Sol de movimiento (Hollín Tonatiuh), participante de su luz, calor, fuerza, claridad, verdad... 8. Piel moteada: manto estrellado: símbolo del jaguar, junto con el caballero Águila (Cielo), el caballero Tigre (Tierra), escoltan a quien viene en nombre del sol que tiene vida y movimiento; son la escolta de quien viene en nombre del sol, que tiene vida y movimiento; son la escolta de quien descubre el sol; son unos caballeros, ya que viene revestida de sol, es la “Reina del Cielo”, embajadora que envía a Juan Diego como su embajador, digno de confianza.

La acompañan los “Maravillosos gue-rreros” ya que trae una misión especial que va a manifestar.

9. La luna: indica que está en movimiento y viene a nosotros. Son varias cosas las que pueden destacarse de esto: en náhuatl, luna es “meztli” y la terminación “co” indica lugar de; así, una primera alusión, es aparecerse en México.

También en la religiosidad náhuatl, la luna representante de Tezcatlipoca en referencia a la “Leyenda del Quinto Sol”, implicaría a quien no se sacrificó al tocarle su turno y por ello, quedó tenue en su luminosidad.

También es alusión a la noche o tiniebla y el estar sobre el símbolo, es el ahuyentar la tiniebla, o destruir la tiniebla.

Bíblicamente pueden encontrarse dos alusiones: la profecía del Génesis de que la descendencia de la mujer aplastará a la serpiente (pecado) (Gn 3, 15) o la alusión del Apocalipsis (12, 1) de que sería la mujer, de la “señal” que apareció en el cielo, vestida de sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas.

10. Integración cósmica: sol, luna, estrellas. El sol detrás indica la llegada de los nuevos tiempos.

Las estrellas, la luna y el sol eran antagonistas en la mitología náhuatl; aquí su integración habla de no oposición sino de comunión y todo bajo Cristo, centro y plenitud de la historia.

Al sol le mantenían con vida a través de las víctimas y los corazones sangrantes de los guerreros tomados en la batalla.

Es la esperanza de vida y de integración. El trasfondo es que el pueblo del sol (aztecas) ya no será opuesto a los que han surcado los mares al vencer a la media luna (España) y la trascendencia se hace presencia y cercanía; el “Impalpable e Invisible, pero siempre presente” ha mostrado su rostro: bondad y misericordia.

Detrás de los signos, hay una realidad; detrás del Cosmos, una señal

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