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Corpus Christi


Enviado por   •  11 de Julio de 2014  •  1.803 Palabras (8 Páginas)  •  296 Visitas

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La solemne festividad de Corpus Christi, que celebramos este fin de semana, nos recuerda la real y permanente presencia de Jesús vivo y resucitado en medio de nosotros. Es una ocasión ideal, en nuestro calendario, para renovar nuestra fe en el Santísimo Sacramento y, a su vez, reflexionar y evaluar cuál es nuestra relación con este excepcional regalo de amor que Dios nos ha hecho: su propio cuerpo y su propia sangre.

En cada celebración, el Señor nos sigue invitando a comer su cuerpo y beber su sangre; sin embargo, como suele ocurrir con otros aspectos de nuestra vida, este convite de Jesús a participar de su banquete, se puede tornar rutinario, carente de sentido o, incluso, poco frecuente. Por ello, les propongo que reflexionemos al respecto, a partir de un relato transcribo del sitio www.loiola.org:

Unos meses antes de su muerte, el Obispo Fulton J. Sheen (1) fue entrevistado por la televisión nacional:

−Obispo Sheen, usted inspiró a millones de personas en todo el mundo. ¿Quién lo inspiró a usted? ¿Fue acaso un Papa?

El Obispo Sheen respondió que su mayor inspiración no fue un Papa, ni un Cardenal, u otro Obispo, y ni siquiera fue un sacerdote o monja. Fue una niña china de once años de edad.

Explicó que cuando los comunistas se apoderaron de China, encarcelaron a un sacerdote en su propia rectoría cerca

de la iglesia. El sacerdote observó aterrado, desde su ventana, como los comunistas penetraron en la iglesia y se dirigieron al santuario. Llenos de odio, profanaron el tabernáculo, tomaron el copón y lo tiraron al piso, esparciendo las hostias consagradas. Eran tiempos de persecución, y el sacerdote sabía exactamente cuántas hostias contenía el copón: treinta y dos.

Cuando los comunistas se retiraron, tal vez, no se dieron cuenta o no prestaron atención a una niñita que rezaba en la parte de atrás de la iglesia, la cual vio todo lo sucedido. Esa noche la pequeña regresó y, evadiendo la guardia apostada en la rectoría, entró en el templo. Allí, hizo una hora santa de oración, un acto de amor para reparar el acto de odio. Después de su hora santa, se adentró al santuario, se arrodilló e, inclinándose hacia adelante, con su lengua, recibió a Jesús en la Sagrada Comunión (en aquel tiempo, no se permitía a los laicos tocar la eucaristía con sus manos).

La pequeña continuó regresando cada noche, haciendo su hora santa y recibiendo a Jesús eucarístico en su lengua. En la trigésima segunda noche, después de haber consumido la última hostia, accidentalmente efectuó un ruido que despertó al guardia. Este corrió detrás de ella, la agarró y la golpeó hasta matarla con la culata de su rifle.

Este acto de martirio heroico fue

presenciado por el sacerdote, mientras, sumamente abatido, miraba desde la ventana de su cuarto convertido en celda.

Cuando el Obispo Sheen escuchó el relato, se inspiró a tal punto que prometió a Dios que haría una hora santa de oración frente a Jesús Sacramentado todos los días, por el resto de su vida. Si aquella pequeñita pudo dar testimonio con su vida de la real y hermosa presencia de su Salvador en el Santísimo Sacramento, entonces, el obispo se veía obligado a lo mismo. Su único deseo sería atraer el mundo al corazón ardiente de Jesús en el Santísimo Sacramento.

La pequeña le enseñó al Obispo el verdadero valor y celo que se debe tener por la eucaristía; cómo la fe puede sobreponerse a todo miedo y cómo el verdadero amor a Jesús en la eucaristía debe trascender a la vida misma.

Lo que se esconde en la hostia sagrada es la gloria de su amor. Todo lo creado es un reflejo de la realidad suprema que es Jesucristo. El sol en el cielo es tan solo un símbolo del hijo de Dios en el Santísimo Sacramento. Por eso es que muchas custodias imitan los rayos de sol. Como el sol es la fuente natural de toda energía, el Santísimo Sacramento es la fuente sobrenatural de toda gracia y amor.

(Por amor a la eucaristía, versión tomada del sitio www.loiola.org).

Para la reflexión personal y grupal:

-Compartamos las primeras

impresiones, sensaciones, que nos ha causado la lectura de este relato testimonial. Podemos hacerlo espontáneamente dejando que broten las palabras desde nuestro interior… ¿Qué sentimos al leerlo?

-¿Por qué creemos que, a pesar de su reconocida experiencia, formación, popularidad, trayectoria, el Obispo Sheen se sintió tan inspirado por ese hecho? ¿Cuál fue su inmediata respuesta y promesa ante la conmoción que aquel relato le generó?

-¿Qué opinión nos merece la actitud de aquella niña china? ¿Y la del sacerdote que fue testigo del martirio heroico? ¿Hemos conocido algún caso similar o equivalente al de ellos?

-¿Nos hemos sentido, alguna vez, marcados, conmovidos o inspirados por algún hecho como el que describe este relato? ¿Cuál y por qué?

-De cara a una nueva celebración de Corpus Christi, ¿qué mensaje nos transmite este texto?

-¿Qué valor ha adquirido la eucaristía en nuestra vida? ¿La frecuentamos? ¿Valoramos este sacramento? ¿Acudimos a él rutinariamente? ¿Es el cuerpo de Cristo verdadero alimento para nuestro peregrinar y fortaleza ante la tentación y la debilidad?

-¿De qué modo testimoniamos, en nuestra vida cotidiana, en el hermano, en el necesitado, etcétera, la presencia salvadora y amorosa de Jesús en la eucaristía?

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