Dios Es Amor
Enviado por graciasDios • 16 de Noviembre de 2013 • 849 Palabras (4 Páginas) • 253 Visitas
La Iglesia Adventista del Séptimo Día, reconoce la importancia del sacrificio de Cristo en la cruz como precio pagado por nuestra salvación. Dios, en su infinito amor por el mundo, “…que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16). Él “…muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Rom. 5:8), y nos invita a aceptar ese sacrificio de amor, a entregarle completamente la vida y a nacer de nuevo en Cristo (Juan 3:3-15). La persona que pasó por esta experiencia con Jesús debe ahora andar en “novedad de vida”, entregándole todo su ser y todos los aspectos de su vida (Rom. 6:1-11). “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Cor. 5:17).
Una vida renovada lleva al cristiano a un alto patrón de comportamiento a través de un estilo de vida que glorifique a Dios, y que evidencie públicamente la fe y el compromiso que tiene con Cristo Jesús. Dos enseñanzas bíblicas fundamentan la importancia del estilo de vida para el cristiano adventista: 1) La restauración de la imagen de Dios en el ser humano; y 2) la misión profética específica de la Iglesia Adventista en el fin de los tiempos.
La restauración de la imagen de Dios. De acuerdo con las Escrituras, el ser humano fue creado a “imagen y semejanza” de Dios (Gén. 1:26, 27). Esta realidad fue manchada por el pecado (Gén. 3). Desde la caída, en tanto, Dios ha trabajado por la restauración plena de esta imagen en el ser humano (Rom. 8:29; 1 Cor. 15:49; 2 Cor. 3:18; Efe. 4:22-24; Col. 3:8-10) a través de la redención en Cristo Jesús, y de la actuación del Espíritu Santo en la vida y la mente de aquellos que responden positivamente a su invitación a la salvación (Juan 1:12, 13; 3:3-16).
En este proceso de restauración, Dios llama a sus hijos a un reavivamiento y reforma a través del compromiso con la santidad. “Seréis santos, porque yo soy santo” (Lev. 11:44, 45; 19:2; 20:26); “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto” (Mat. 5:48). Estas exhortaciones bíblicas son muchas veces malinterpretadas y usadas como base de un legalismo exigente y frío, comúnmente denominado perfeccionismo. Por otro lado, en el Sermón del Monte (Mat. 5:43-48), Cristo dejó en claro que “ser santo” y “ser perfecto” como Dios es ser un canal divino de su gracia, su amor y su bondad hacia los seres humanos. El cristiano se convierte en un canal de Dios al amar sinceramente a todas las personas con las que se relaciona, orando por ellas y ayudándolas, aun cuando sean sus enemigos o sus perseguidores. El cristiano es llamado a imitar a Dios en todos los aspectos de su vida (1 Ped. 1:13-16).
Para que esto sea posible, Dios concede a sus hijos el Espíritu Santo, el
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